Un sacerdote suspendido ‘a divinis’ en tiempos del primer obispo de Asidonia-Jerez, Rafael Bellido Caro, habría estado pidiendo donativos o colaboración económica a cambio de la prestación de servicios psicológicos, según se desprende de la advertencia pública realizada a través de las redes sociales por el párroco de Santa María Madre de la Iglesia, Pablo Gómez.
La advertencia se produce después de que a dicho párroco hayan llegado una serie de informaciones en este sentido, lo que ha llevado a poner en conocimiento de los feligreses de la barriada de La Granja de que “no hay ningún sacerdote autorizado o con licencias ministeriales de parte de la Iglesia Católica que ofrezca servicios de psicólogo”.
En este sentido, se deja claro que la Diócesis de Asidonia-Jerez “sólo ofrece servicios psicológicos en el Centro de Orientación Familiar y en el Tribunal Diocesano”.
Al mismo tiempo, se insiste en que “no hay ningún sacerdote autorizado por la Iglesia Católica para pedir donativos o colaboración económica por servicios psicológicos o de atención espiritual en el barrio de La Granja”.
El párroco se pone además a disposición de sus feligreses para aclarar cualquier duda que pueda haber surgido como consecuencia de este tipo de prácticas.
La suspensión ‘a divinis’ supone la exclusión del sacerdote de todo trabajo pastoral con los fieles, quedándole prohibida la celebración pública de la Eucaristía y la predicación a los fieles, así como la confesión.
Ya el pasado mes de diciembre, el vicario general de la Diócesis, Roberto Romero, advertía de otro hecho irregular, remitiendo entonces un escrito a todos los párrocos, rectores de templo, sacerdotes y fieles en el que se refería a la presencia en Jerez de un falso cura que se presentaba “como sacerdote” o lo daba a entender “de forma ambigua”.
Ese individuo aparecía “vestido con ropa de clérigo” y llevaba a cabo “acciones propias o similares a las del ministerio ordenado”.
Tras llevar a cabo “las consultas pertinentes”, en el Obispado se concluyó que este sujeto no había recibido el sacramento del orden ni pertenecía a ninguna congregación religiosa. Además, tampoco tenía encargo pastoral en ninguna diócesis o instituto religioso.
Esta circunstancia provocó “engaño y confusión entre los fieles”, de ahí que desde la Diócesis de Asidonia-Jerez se pidiera entonces evitar “dar cobertura o ministerio litúrgico alguno” a esa persona mientras persistieran esos “comportamientos engañosos y ambiguos”.
El vicario general aprovechó entonces la ocasión para recordar la necesidad de solicitar las correspondientes licencias ministeriales “a todo sacerdote extradiocesano” que no fuera lo suficientemente conocido, “tanto para presidir celebraciones sacramentales como para concelebrar o llevar a cabo actos de culto público tales como procesiones, Vía Crucis, rosarios u otros”.
En caso de duda, se instó entonces a consultar a la Vicaría General “para cerciorarse de la identidad del clérigo y de que este posee las correspondientes licencias para actuar como tal”.
El Obispado informó de esa circunstancia a las hermandades de la Diócesis, a quienes se recordó la obligatoriedad de “pedir autorización a la hora de invitar a otros sacerdotes a presidir sus actos de culto”. De hecho, desde entonces es necesario “presentar copia de las licencias ministeriales del sacerdote invitado si es de fuera de la Diócesis”.