A lo mejor Emvisesa paga salarios holandeses -y no estamos pensando en el de su gerente- o suizos y consecuentemente pueden permitirse ciertas aventuras que en estos países serán plenamente normales pero aquí son excepcionales. Por eso, aunque así fuera, no deberían trasladar mentalmente esos emolumentos al resto de los mortales, porque si lo hacen así es que se les ha ido la mente.

Así que el Ayuntamiento a través de la empresa municipal de la vivienda continúa su labor ciertamente a cuentagotas, de intercambio de vivienda a personas o familias imposibilitadas, para quienes vivir en un tercero o cuarto sin ascensor, el piso se convierte en prisión. Digno de elogio el cambio, no debería confundirse con el negocio. Es decir: el cambio no debería ser un negocio a costa de la persona o personas impedidas. Resulta que la última permuta de vivienda, con la que parece merecer una medalla, se ha saldado con una carga de alquiler “asequible” de 478 euros mes, más gastos. (eso dice el comunicado de Emvisesa).

Resulta “enternecedor”, por no decir otra cosa, que para la empresa municipal -cuyo compromiso debería ser facilitar vivienda a todas las familias necesitadas, aunque sólo fuera por evitar que Sevilla se siga despoblando- más de quinientos euros por un piso de tres dormitorios de aproximadamente setenta metros, en la periferia de la periferia, sea un “alquiler asequible”. Que más de la mitad de una pensión de viudedad, que las tres cuartas partes de una pensión de jubilación sean consideradas “alquiler asequible”. Más bien da la impresión que le han puesto una cuota para que la familia se vea obligada a desembolsar la cantidad que le hayan dado por la compra del piso-prisión. Que esa cantidad no la indican en el comunicado.

Y eso que, tenemos entendido, las empresas públicas no pueden tener beneficio. O no deberían, ya no podemos estar seguros y si pudiera tenerlo, no sería para el lucro, sino para resolver el problema. n