El Portavoz de la Conferencia Episcopal, Monseñor Martínez Camino es obispo auxiliar, pero también es jesuita (que vendría a ser como el ala progresista de la Iglesia). Y entre las reglas de esta Orden (Compañía de Jesús) está la de que ninguno de sus miembros puede ostentar cargos eclesiásticos e, incluso, su superior lleva el título de director general y es elegido democráticamente; se le conoce como el Papa Negro y vendría a ser supuestamente el jefe de la oposición al Papa dentro de la Iglesia .
Muchos de los miembros de esta orden pertenecen al movimiento de la Teología de la Liberación (cuyo principal mensaje es una opción por la pobreza) plenamente identificados con el campesinado de centroamérica y sudamérica y no bien vistos por la cúpula del Vaticano.
He hecho esta introducción para situar al personaje en cuestión Martínez Camino: Jesuita (no puede ser obispo), y es obispo y portavoz de la Conferencia Episcopal. Ha pasado de progresista a conservador con Rouco Varela. Esto es lo que en política se le llama un tránsfuga.
Bien, ya está el personaje ubicado en su sitio. A partir de ahí sus declaraciones de “a los que aprueben el aborto no se les dará la comunión. Es un pecado público y necesitará un arrepentimiento público”.
No sé si se refiere a este nueva Ley del Aborto o a la anterior, porque hasta ahora no había hablado de pecadores, pero la ley, con otras condiciones, existe ya desde hace muchos años y hasta ahora no se habían dado represalias inquisidoras.
Yo soy católico practicante y muchas veces me cuesta trabajo defender mis convicciones religiosas por posturas tan reaccionarias como la que el portavoz de la Conferencia Episcopal acaba de realizar.
El aborto no es que sea un derecho, es que supone un drama para la persona que tiene que tomar esa decisión y, por tanto, es un tema de conciencia y decisión personal. Y en ese ámbito se debe quedar porque, como digo, bastante sufrimiento le conlleva ya a la persona que tiene que realizarlo.
Hablar de pecado público y de que el arrepentimiento habría de ser público, me parece una barbaridad, además de un desconocimiento de las Escrituras y del mensaje de Jesucristo.
¿Qué pretenden hacer Martínez y Rouco con el arrepentimiento público, llevar a lapidar públicamente a los que apoyen la ley, quemarlos en la hoguera, es esta la Nueva Inquisición? Jesucristo nos dice que “el que esté libre de culpa que tire la primera piedra” o “no mires nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia”.
Bajo el paraguas genérico de Iglesia, existe un ala reaccionaria y rancia que no avanza con los tiempos, que no da respuestas a los jóvenes y que está haciendo que la gente huya de las iglesias.
No se puede asociar católico con el pensamiento de derechas. Yo soy de izquierdas y católico y soy tan Iglesia como lo pueda ser Rouco Varela. En mi nombre no hablan ni Rouco ni Martínez Campo.
Mi Iglesia es la que abanderaba monseñor Romero, mi Iglesia es la que acoge a la gente y no las echa, mi Iglesia es la que está con los desfavorecidos y no en la opulencia, es la que perdona, es la que comparte. Pero mi Iglesia no es la de la hipocresía.
¿Cómo puede decir Martínez Campo que les negará la comunión a quienes apoyen esta ley?. ¿Qué sabe Martínez de la Eucaristía? ¿Se ha preocupado alguna vez se su significado?.
La misa, la eucaristía, es el acto central de la Iglesia, es la rememoración de la Última Cena de Jesucristo, y cuando se va a una cena es para cenar, por lo que yo no entiendo ni comprendo la misa sin comunión. Es como ir a una cena y quedarse en la puerta (dichosos los llamados a esta cena) ó (tomad y comed todos de Él).
Tanto Martínez como Rouco Varela no son nadie para prohibir la comunión a alguien. Este es un acto con Dios, no con ellos. Yo seguiré yendo a misa a comulgar porque voy a la cena a la que me invita Jesucristo, no Rouco e invito a todo el que vaya a misa a que comulgue porque si no lo hace, esa misa no tiene significado.
Hay que abrir las puertas de la Iglesia y no cerrarlas a la gente. Y como les comentaba antes, soy tan Iglesia como lo puedan ser ellos, porque el Señor es mi Pastor y nada me falta.
La novena provincia
Conferencia episcopal: la nueva inquisición
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