Ya está empezando a ser un clamor generalizado, un run-run que no cesa. Más árboles por favor. Esta reivindicación ya ha desbordado el ámbito de organizaciones que realizan su actividad en favor del medio ambiente como la asociación de voluntariado GEA, y es la bandera que enarbolan colectivos como muchas asociaciones de vecinos, plataformas como la de “Jaén Merece Más” o incluso numerosas personas, a título individual, como el amigo Emilio elaborando en Facebook el catálogo de alcorques vacíos a la espera de contenido arbóreo.
Aunque el almanaque nos dice que aún estamos en verano, el final de agosto precipita un vertiginoso cambio psicológico hacia el otoño. Nuestra percepción, nuestras sensaciones y nuestra vida cotidiana desemboca casi abruptamente en la estación de la caída de las hojas. Y aparte de la poesía y el encanto que encierra esta época del año, que evocaré en otra ocasión, el otoño, antes de los fríos invernales, es la época en que se trajina con los árboles, aprovechando que se detiene el desarrollo vegetativo.
Y ahora, con nuestra recién estrenada perspectiva otoñal, aún cuando seguimos en verano, quiero aprovechar para volver a pedir: más árboles por favor.
Los vecinos y vecinas de Jaén queremos más árboles, necesitamos más árboles para dulcificar el clima (¡qué inhóspitas son muchas calles de Jaén sin sombras!), purificar el aire que respiramos, alegrar la vista, generar entornos amables que acaricien el alma tras las ásperas experiencias que estamos abocados a vivir.
Necesitamos muchos, muchos árboles en las aceras, en las zonas ajardinadas, en los alrededores de la ciudad. Árboles de las especies adecuadas según la ubicación.
Necesitamos que se potencie la cultura del árbol, de tal manera que se estirpe la tendencia generalizada por la cual, ante cualquier circunstancia inoportuna, la opción más inmediata es quitar el árbol. Eliminar un árbol de treinta o cincuenta años de la especie que sea, es un derroche de valor incalculable, y si se tiene que llegar a ello debe de ser por imperiosa necesidad y como último recurso.
Necesitamos que el Ayuntamiento lidere la arborización de la ciudad e involucre al resto de la sociedad y tejido empresarial, la primera para asumir como propia la imprescindible vegetación, el segundo para colaborar con recursos que permitan mitigar la huella de carbono.
Necesitamos que los árboles se cuiden de la manera más apropiada. Basta de podas salvajes sin más razón que el ahorrar jornales de limpieza o contentar a mentes simples que prefieren la vista del cemento a la de una rama frondosa o un suelo limpio de hojas a la fragancia y frescor del follaje.
Se puede decir más alto, pero no más claro: ¡Más árboles por favor!