—¿Por qué salió la idea de realizar el viaje a Etiopía?
—Un grupo de compañeros que ya habían estado en Etiopía, me ofrecieron ir con el grupo de Proyecto Visión. Era algo que quería hacer desde hace años y éste será mi tercer año.
—¿Qué le hizo tomar la decisión de acudir ?
—Yo creo que toda la gente que es médico siempre tiene la idea de la medicina como servicio y la verdad es que soy un privilegiado pudiendo ir a Etiopía, hay que tener en cuenta que el grupo con el que voy, Proyecto Visión, una de las cosas fundamentales que hace es operar de cataratas, que es la causa de ceguera más importante en el tercer mundo. Una manera de ayudar a la gente y sacarlo de la ceguera, por eso me llamó la atención.
—¿Fue algo que decidió de forma rápida?
—Sí. Ya llevaba años intentando ir con algún grupo, intentando ver cuándo lo podía hacer, y cuando me lo ofrecieron no lo dudé e inmediatamente tome la decisión de acudir para ayudar. La verdad es que fue una decisión muy rápida.
—¿Cómo era su trabajo diario?
—Allí vamos a una clínica que la llevan unas monjas llamadas las Hijas de la Caridad y tienen montado los dos quirófanos, la consulta y a parte hay una serie de habitaciones para quedarnos. El día en Etiopía empieza de manera frenética a las 6.00 de la mañana. Es sobre las 7.15 horas cuando empieza nuestro trabajo hasta que terminamos. Normalmente operamos unas 20 cataratas en dos quirófanos y revisamos a unos 60 ó70 pacientes todos los días. El año pasado hicimos 8 días de quirófano y hicimos 156 intervenciones.
—De forma breve, ¿qué labor podría decirnos que tiene el Proyecto Visión?
—El grupo con el que voy es una ONG cuya labor fundamental, como bien he afirmado, es intentar erradicar la ceguera en una zona concreta de Etiopía, es la zona Tigray. Un lugar donde hay cuatro millones y medio de habitantes y dos oftalmólogos para tratar todo aquello. Por lo que esta ONG funciona con alrededor de 9 grupos que están entre quince días y tres semanas. Este proyecto tiene tres frentes: erradicar el tracoma, operar las cataratas como causa de ceguera fundamental y otra es la formación.
—Al haber presenciado numerosas experiencias en este lugar, ¿sabría contarnos alguna de las más satisfactorias?
—Sobre todo el agradecimiento de la gente. Te llena de gran satisfacción el agradecimiento de los pacientes cuando les operas. Cuando les destapas el ojo y observan que pueden ver es algo increíble. Recuerdo una anédota que surgió el año pasado en relación a la operación que realicé de desprendimiento de retina a una niña de 9 años, miope de los dos ojos, nada más veía con un ojo, el del desprendimiento. Los dos grupos anteriores no lo habían podido operar porque no tenían el frío necesario. Gracias a la colaboración de unos amigos veterinarios me pude llevar unas bombonas de frío y con eso la operamos. Al final la niña quedó muy bien.
—Supongo que una experiencia así también tiene momentos negativos a lo largo del trayecto.
—El punto de vista negativo es cuando muchos pacientes vienen pensando que el problema es una catarata y que a lo mejor han recorrido cuatro días andando descalzos y llegan allí y le tienes que decir que no les puedes operar porque tienen otros problemas, es muy duro la verdad. Hay algo muy impactante del año pasado cuando estuve en una escuela de niños ciegos del gobierno etíope, unos momentos bastante duros.
—¿Cree que hay que estar preparado profesionalmente para acudir a estos lugares?
—Sí, yo creo que es vergonzoso que haya médicos que vayan a practicar en el Tercer Mundo porque la única oportunidad que tienen los pacientes es que el que vaya lo haga bien y además, el que va tiene que tener una experiencia quirúrgica muy importante porque son cataratas muy complicadas, no para alguien que está aprendiendo.
—¿Qué métodos utilizan allí?
—Nosotros allí usamos una técnica diferente, aunque hacemos facoemulsificación de la catarata igual que aquí, en el otro quirófano, como tenemos las córneas que están muy mal tenemos, muchas veces, que hacer extracapsulares pero con una técnica diferente que es sin puntos, una técnica ideada por un indio y que nos permite no dar puntos, algo muy importante teniendo en cuenta que luego no hay nadie que pueda continuar el postoperatorio.
—Ha dejado claro que la preparación profesional es muy importante pero, ¿qué opina de la psicológica?
—Cuando vuelves de ver todo aquello te das cuenta de la suerte que tienes. Psicológicamente la primera semana del primer año fue regular porque afecta mucho, pero creo que hay que ir con las ideas claras, intentar solucionar un problema concreto y hacerlo lo mejor posible. Ahora estamos haciendo un hospital de oftalmología e intentando erradicar con la creación de pozos de agua para el tema de las medidas higiénicas fundamental para intentar eliminar el tracoma, pero la solución del tercer mundo es muy complicada.
—Con lo que ha vivido, ¿recomendaría esta experiencia?
—Por supuesto, considero que además de ayudar a quien realmente lo necesita, nos estamos ayudando a nosotros mismos, ya que se puede llegar a aprender mucho de esta experiencia.