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Daños colaterales

El presidente Zapatero ha cuadrado el sudoku de la financiación autonómica sin pensar en los efectos políticos secundarios que aparejan el modelo de negociación elegido y la fórmula de cálculo establecida.

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El presidente Zapatero ha cuadrado el sudoku de la financiación autonómica sin pensar en los efectos políticos secundarios que aparejan el modelo de negociación elegido y la fórmula de cálculo establecida.


Ha dicho que su objetivo era que “Cataluña se sienta cómoda en España”. No ha mencionado –pero está en el ánimo de todos– que, de paso, ha querido asegurar el voto de ERC y el del PSC a los Presupuestos Generales del 2010. Está contento Zapatero y están contentos Montilla y Puigcercós (líder independentista catalán), con los 3.885 millones de euros de más que va a recibir Cataluña. Están contentos porque no han reparado en el enrarecido clima político que está creando este asunto. En Madrid se escuchan voces que al tiempo que cargan contra el presidente Zapatero claman contra “los catalanes” porque –según se escucha en algunas emisoras de radio– “han chantajeado” hasta conseguir un trato presupuestario privilegiado.

El asunto no pinta nada bien. Estimular el resentimiento entre los ciudadanos de diferentes comunidades sería algo peor que una torpeza, sería una gravísima irresponsabilidad. He oído por la radio a un enajenado que proponía boicotear los productos catalanes. Tengo para mí que habría que cortar de raíz semejante extravagancia. Cataluña forma parte de España y así debe seguir.

Lo desconcertante, lo peligroso –en clave política–, es que haya sido al presidente del Gobierno de España quien, forzado por la precariedad parlamentaria del PSOE y porque tiene en Cataluña y en Andalucía su principal granero de votos quien haya decidido apoyar una fórmula de financiación cuyo modelo beneficia a ojos vista a esas dos comunidades. Otro error ha sido no haber negociado con el PP, grupo que dispone de 154 diputados y haberlo hecho, en cambio, con ERC que sólo tiene tres. Desdeñar al PP de Rajoy en la negociación ha sido un error mayúsculo; un error que traerá consecuencias políticas.

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