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Urquijo mantiene a directivos que son 'memoria histórica' de Abengoa

El nuevo presidente mantiene a veteranos como Jiménez-Velasco Mazarío y Jiménez Lora, otrora fieles de Benjumea

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Gonzalo Urquijo ya está formalmente a los mandos de Abengoa, aunque bajo cuerda lleva meses dando órdenes por mandato de Santander. Banco ante quien responde ya que el primer acreedor de la empresa es quien lo impone como presidente ejecutivo.

Dicho esto, es importante analizar qué ha hecho con la estructura directiva que aún se mantiene en la empresa -heredada y fiel lacaya del plenipotenciario expresidente Felipe Benjumea-. Primero, al que se las prometía más felices y alardeó de ello dentro de la propia empresa y ante los medios de comunicación, al inicialmente consejero delegado Joaquín Fernández de Piérola, le ha rebajado la categoría a director general. Urquijo es ejecutivo y el escalafón hay que dejarlo claro. Piérola, felipista hasta la médula, será en cualquier caso el segundo hombre fuerte de Abengoa por ahora. Quizá mientras la empresa no sea capaz de atraer a alguien con más empaque; o no necesite a corto plazo alguien que conozca todos los trapos sucios y sepa moverse entre ellos.

Precisamente para rodearse de las personas que conocen los entresijos de una empresa moldeada los últimos 25 años a voluntad de Benjumea, Urquijo mantiene en el organigrama a tres personas que llevan más de dos décadas en Abengoa y que son clave para ir tratando de arreglar el brutal desaguisado dejado por el expresidente.

Se trata de Miguel Ángel Jiménez-Velasco Mazarío, exsecretario del consejo más de una década y hoy dedicado a controlar el cumplimiento legal de la tarea de los directivos y la empresa (compliance). De Juan Carlos Jiménez Lora, valido de Benjumea, y sus ojos dentro de la empresa desde que se fue del todo en febrero pasado. Seguirá en Fundación Focus y otras tareas en Abengoa, pero ya no será quien prepare la información para el consejo de administración. También se encargará de vender la sede de Palmas Altas y buscar otra oficina.

Y de Jesús García-Quílez, ya no como director financiero, sino en otro cargo por definir. Otra figura clave en la caída de Abengoa que Urquijo quiere a su lado por ahora. Hace bien.