El peligro de incendio continúa aparcado en Julio Rico de Sanz
El pasado jueves se cumplieron dos años del aparatoso fuego que tuvo lugar en esta calle.
Dos jóvenes hicieron arder varios vehículos que se encontraban estacionados
Los coches vuelven a estacionar en la vía, a pesar de que hay dos discos que lo prohíben
El pasado jueves se cumplieron dos años del trágico incendio que tuvo lugar en la calle Julio Rico de Sanz y que se saldó con la quema de 20 ciclomotores, 8 coches, y con la evacuación de 45 familias que vivieron uno de los episodios más escalofriantes de sus vidas. En esa madrugada dos jóvenes prendieron fuego a dos de los ciclomotores que se encontraban aparcados en ese momento en la calle con el único objetivo de entretener a la policía mientras ellos perpetraban un robo en una tienda de informática ubicada en la calle Ancha del casco antiguo.
Pero la chiquillada se les fue de las manos. De forma progresiva y sin que apenas hubiera tiempo de reacción empezaron a arder todos los vehículos que estaban en esta calle sin salida. El fuego alcanzó unas cotas de altura propias de las mejores películas de acción. Como este edificio no tiene salida de emergencia, los vecinos tuvieron que subir a la azotea buscando el pico más alto del edificio donde guarecerse de las llamas.
Una pesadilla para olvidar, aunque es difícil si se tiene en cuenta que cada vez que estos vecinos se asoman a las ventanas ven amenazada su seguridad con los coches y motos aparcados en esta calle sin salida, a pesar de que ésta es particular y a la entrada hay dos discos que prohiben expresamente la parada y el estacionamiento en la misma.
Lo ocurrido conmocionó a toda la ciudad, y durante unos meses la tranquilidad dominó la calle, pero al parecer fue todo un espejismo que duró sólo unos meses.
Este periódico ha podido saber por fuentes vecinales que están “cansados” de llamar a la Policía Local para que pongan las multas correspondientes a los conductores que incumplan esta norma, aunque hasta ahora no han conseguido su objetivo, que no es otro que despejar la calle de vehículos.
El presidente de la Asociación de Vecinos de Segunda Aguada, José Pichardo, afirma que, aunque no le ha llegado ninguna queja oficial de estos vecinos, sí que lo han parado por la calle para hacerles llegar su malestar y su miedo.
Un problema de seguridad que se extiende a otras calles del barrio cómo Muñoz Quero.
Según Pichardo, existen dos posibles soluciones, que a su vez van de la mano. En primer lugar “que la gente se mentalice del problema que puede ocasionar estacionar o parar ahí” y, en segundo lugar, “que el Ayuntamiento aumente el número de efectivos de policía de barrio para que haya más control”.
Mientras tanto, los vecinos duermen con el miedo en el cuerpo.
Los culpables fueron condenados a ocho años de prisión
La sentencia se dio a conocer el 14 de abril de 2008. Fue una vista oral rápida, gracias al acuerdo alcanzado por las partes en el preludio del juicio. Los dos jóvenes acusados de incendiar una treintena de vehículos en la calle Julio Rico de Sanz fueron condenados a ocho años de prisión. Los chicos no sólo reconocieron la autoría del fuego sino también cuál era su verdadero objetivo. Con esta confesión, el Ministerio Fiscal rebajó sensiblemente su petición inicial de pena, que consistía en 17 años de prisión para cada uno, fijando una nueva de 8 años, que fue aceptada por las defensas.
Daniel González de Palacios, de 19 años, reconoció al fiscal que fue quien manipuló el motor de un ciclomotor estacionado en la zona de Lacave para que cayera al suelo el combustible y prenderlo con un mechero. Su compañero, José Lunar, de 20 años, corroboró todo lo relatado por el otro acusado.
—la pena—
Los ocho años impuestos a cada uno de ellos es el resultado de la suma de dos penas (12 meses por el robo perpetrado en la tienda informática y siete años por el incendio). Además, tendrán que realizar trabajos en beneficio de la comunidad durante 31 días por el hurto de la moto que emplearon para trasladarse de un punto de la ciudad a otro en la misma noche de marzo del año pasado. También tendrán que responder los dos procesados a las indemnizaciones que reclaman la mayoría de los afectados (más de 30) y varias casas de seguros que tuvieron que hacer frente a los gastos, y que oscilan entre los 26.000 y los 300 euros.
Pero la chiquillada se les fue de las manos. De forma progresiva y sin que apenas hubiera tiempo de reacción empezaron a arder todos los vehículos que estaban en esta calle sin salida. El fuego alcanzó unas cotas de altura propias de las mejores películas de acción. Como este edificio no tiene salida de emergencia, los vecinos tuvieron que subir a la azotea buscando el pico más alto del edificio donde guarecerse de las llamas.
Una pesadilla para olvidar, aunque es difícil si se tiene en cuenta que cada vez que estos vecinos se asoman a las ventanas ven amenazada su seguridad con los coches y motos aparcados en esta calle sin salida, a pesar de que ésta es particular y a la entrada hay dos discos que prohiben expresamente la parada y el estacionamiento en la misma.
Lo ocurrido conmocionó a toda la ciudad, y durante unos meses la tranquilidad dominó la calle, pero al parecer fue todo un espejismo que duró sólo unos meses.
Este periódico ha podido saber por fuentes vecinales que están “cansados” de llamar a la Policía Local para que pongan las multas correspondientes a los conductores que incumplan esta norma, aunque hasta ahora no han conseguido su objetivo, que no es otro que despejar la calle de vehículos.
El presidente de la Asociación de Vecinos de Segunda Aguada, José Pichardo, afirma que, aunque no le ha llegado ninguna queja oficial de estos vecinos, sí que lo han parado por la calle para hacerles llegar su malestar y su miedo.
Un problema de seguridad que se extiende a otras calles del barrio cómo Muñoz Quero.
Según Pichardo, existen dos posibles soluciones, que a su vez van de la mano. En primer lugar “que la gente se mentalice del problema que puede ocasionar estacionar o parar ahí” y, en segundo lugar, “que el Ayuntamiento aumente el número de efectivos de policía de barrio para que haya más control”.
Mientras tanto, los vecinos duermen con el miedo en el cuerpo.
Los culpables fueron condenados a ocho años de prisión
La sentencia se dio a conocer el 14 de abril de 2008. Fue una vista oral rápida, gracias al acuerdo alcanzado por las partes en el preludio del juicio. Los dos jóvenes acusados de incendiar una treintena de vehículos en la calle Julio Rico de Sanz fueron condenados a ocho años de prisión. Los chicos no sólo reconocieron la autoría del fuego sino también cuál era su verdadero objetivo. Con esta confesión, el Ministerio Fiscal rebajó sensiblemente su petición inicial de pena, que consistía en 17 años de prisión para cada uno, fijando una nueva de 8 años, que fue aceptada por las defensas.
Daniel González de Palacios, de 19 años, reconoció al fiscal que fue quien manipuló el motor de un ciclomotor estacionado en la zona de Lacave para que cayera al suelo el combustible y prenderlo con un mechero. Su compañero, José Lunar, de 20 años, corroboró todo lo relatado por el otro acusado.
—la pena—
Los ocho años impuestos a cada uno de ellos es el resultado de la suma de dos penas (12 meses por el robo perpetrado en la tienda informática y siete años por el incendio). Además, tendrán que realizar trabajos en beneficio de la comunidad durante 31 días por el hurto de la moto que emplearon para trasladarse de un punto de la ciudad a otro en la misma noche de marzo del año pasado. También tendrán que responder los dos procesados a las indemnizaciones que reclaman la mayoría de los afectados (más de 30) y varias casas de seguros que tuvieron que hacer frente a los gastos, y que oscilan entre los 26.000 y los 300 euros.
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