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Los integradores sociales empiezan a ser reconocidos

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  • Columela y Cornelio Balbo son los dos únicos IES que imparten este ciclo en la provincia
  • La mayoría de los alumnos suelen encontrar trabajo cuando terminan
Los integradores sociales empiezan a sentirse reconocidos por las administraciones y por la sociedad. Se ha tenido que andar un largo camino para conseguirlo, y todavía queda mucho por recorrer, pero las casi 300 plazas que la Junta de Andalucía se ha comprometido a sacar a oferta pública para este colectivo es una buena noticia.
Los dos únicos centros de la provincia que imparten el ciclo formativo de Integración Social están en Cádiz. Uno de ellos es el IES Columela, que está ya en su cuarta promoción y el otro el IES Cornelio Balbo. Es un módulo superior de dos años de duración (el primero teórico y el segundo práctico).

Los integradores sociales se encargan de la inserción real de las personas y grupos de población que viven procesos de exclusión. “Todos estamos expuestos a un proceso de exclusión, su trabajo es combatirlo, tienen que contribuir a resolver la situación de esas personas”, asegura Rocío Illana, jefa del departamento de Servicios Socioculturales y a la Comunidad del IES Columela.

La ventaja de estos cursos formativos es que los estudiantes salen con más formación práctica que los alumnos de otras titulaciones superiores más teóricas. Esto se convierte en una oportunidad de trabajo muy importante. Además, gracias a estos ciclos, “la gente abre sus perspectivas y conoce mejor a qué se quiere dedicar. Nosotros les enseñamos a prepararse, a trabajar con uno mismo, a que se conozcan y sean conscientes de cuáles son sus cualidades”, señala la profesora Illana. De lo contrario cabe el riesgo que los propios profesionales se autoexcluyan.

A la hora de desempeñar su trabajo, el integrador social tiene que trabajar conjuntamente con otros compañeros del ámbito social:  abogados, sociólogos, trabajadores sociales, psicólogos, pedagógos... Realizan un trabajo en equipo y todos son eslabones fundamentales de una cadena que apuesta por insertar y reinsertar a los demás, porque como la profesora apuntaba en clase “hay gente que nunca ha estado insertada luego no puede hablarse de reinserción en esos casos”.

La clase del pasado viernes estuvo relacionada con la observación, una característica fundamental de un buen integrador social. La observación como paso previo a la formulación de un diagnóstico previo a la realidad.

Alumnas
Magdalena Gómez es una de las alumnas que asiste a este ciclo formativo. No acabó bachillerato por lo que ha visto en este módulo una manera de acceder a Pedagogía, la titulación que realmente quiere cursar. Gómez asegura que quisiera trabajar con las mujeres maltratadas. Confía en que la Ley de la Dependencia generará más puestos de trabajo para este oficio, porque “los integradores hacen falta y, sin embargo, se nos reconoce poco”.

María Bravo es otra de las estudiantes. Dice que se decantó por esta ciclo, porque es el que más le llamaba la atención: “Quiero hacer las prácticas en Puerto III, porque me encantaría trabajar con gente que está en la cárcel o ayudar a los que han salido de ella”. María coincide con su compañera Magdalena en que es un módulo con mucha salida.

Victoria Burgos también está cursando este ciclo. Dice que le gusta todo lo que tenga que ver con ayudar a los demás, especialmente a los menores: “Creo que valgo y que he nacido para esto, es lo que me pide el cuerpo”.

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