Túnicas negras y moradas anuncian ya el ecuador de una nueva Semana Santa
Servitas y Vera-Cruz dejan el resto de la noche del Miércoles Santo a Gran Poder en su largo camino hasta la barriada Bazán.
El Miércoles Santo se vive con el sol como testigo y con la aparición de las primeras túnicas negras y moradas, que serán la tónica para el resto de la Semana Santa, con excepción del Domingo de Resurrección y Tres Caídas, mañana jueves. El Gran Poder salió por la nueva puerta de la Sagrada Familia dispuesto a recorrer todo el itinerario, a sabiendas de la mejoría de la climatología, y es que la cofradía, bien valora días como el de este año, por cuanto conoce de fuertes vientos y lluvia en la jornada, y sobre todo por la inestabilidad reinante estos días.
El palio de la Virgen del Amor, bellamente exornado con rosas blancas, y con la banda Maestro Agripino Lozano tras ella, caminaba con paso firme, al igual que el paso del Señor del Gran Poder, portados por unas cuadrillas de hermanos. Cuando el Gran Poder aún se encontraba por Carlos III, acompañado por los sones de la agrupación musical Isla de León, la Vera-Cruz hacía su salida, con gran expectación, por la nueva cuadrilla de Pepe ‘El Mellao’, que no obstante, ya mostró sus andares el pasado Lunes Santo con Afligidos. Ante el paso, era el captaz, Dominico Guillén, quien daba los toques de llamador, y no el mayordomo, como era habitual. El nuevo sistema de subida de la cruz arbórea, funcionó a la salida, templando este momento característico de la hermandad cada vez que sale a la calle o encuentra un cable en el itinerario.
La seriedad de los hermanos se hizo notar, destacando los cirios verdes, propio de la hermandad, en contraposición con los fajines de esparto amarillo. Una de las novedades de la salida fue la cola recogida de los hermanos. La Vera-Cruz era de las pocas hermandades que llevaban la cola arrastrando, algo que han ido quitando las hermandades con el fin de evitar la suciedad que acumulaban, reducir la longitud de los cortejos y caminar más rápido. La Banda Sinfónica Municipal acompañó el paso de misterio, sonando de forma majestuosa la marcha Santa Vera-Cruz, curiosamente en el 20 aniversario de la composición que realizara José Manuel Belizón Pérez, actualmente músico de la Municipal.
Por su parte, la Orden Servitas procesiona en uno de los momentos más difíciles de su historia reciente, debido a la crisis económica que padece y que incluso le han llevado a pactar con el tallista Manuel Guzmán una forma de pago de las esquinas del paso que suponían la gran novedad de la salida.
El hermano mayor de la Vera-Cruz, Rafael Valverde, dio la primera levantá al paso de templete, en un gesto que la orden ha querido tener para con la cofradía del barrio del Santo Cristo, al sufragar parte de las flores y donar incienso para que la salida no le costara dinero a la orden Servitas y así contribuir a que nunca falte esta compañera de la tarde del Miércoles Santo. El capataz agradeció en nombre de toda la orden el gesto de la hermandad de la Vera-Cruz y el esfuerzo por sacar a la bella dolorosa a la calle.
Una vez que la orden salió de la iglesia Mayor, la Vera-Cruz entró para realizar su anual estación de penitencia y donde la esperaban hermanos del Nazareno, hermanada con la Vera-Cruz, para recibirla.
Bello resultó el discurrir de la Orden con la luz de la tarde reflejada en el rostro de la bella y antigua dolorosa de los Servitas, que caminaba con el acompañamiento de una capilla de música, creada por Miguel Garrido Aldomar, que de esta forma ha querido colaborar de forma desinteresada con la orden, en otro gesto que demuestra la solidaridad isleña en los momentos difíciles. El Cristo de la Buena Muerte, escoltado por viales y a hombros de los hermanos, abriendo el cortejo y precedido por cuatro cirios de respeto. En las filas, se pudieron ver más hermanos que en la salida del año pasado, donde sorprendieron los escasos que hicieron la estación de penitencia.
Muchísimo público, en la calle, dispuesto a vivir la auténtica antesala de la noche más grande de la Semana Santa.
El palio de la Virgen del Amor, bellamente exornado con rosas blancas, y con la banda Maestro Agripino Lozano tras ella, caminaba con paso firme, al igual que el paso del Señor del Gran Poder, portados por unas cuadrillas de hermanos. Cuando el Gran Poder aún se encontraba por Carlos III, acompañado por los sones de la agrupación musical Isla de León, la Vera-Cruz hacía su salida, con gran expectación, por la nueva cuadrilla de Pepe ‘El Mellao’, que no obstante, ya mostró sus andares el pasado Lunes Santo con Afligidos. Ante el paso, era el captaz, Dominico Guillén, quien daba los toques de llamador, y no el mayordomo, como era habitual. El nuevo sistema de subida de la cruz arbórea, funcionó a la salida, templando este momento característico de la hermandad cada vez que sale a la calle o encuentra un cable en el itinerario.
La seriedad de los hermanos se hizo notar, destacando los cirios verdes, propio de la hermandad, en contraposición con los fajines de esparto amarillo. Una de las novedades de la salida fue la cola recogida de los hermanos. La Vera-Cruz era de las pocas hermandades que llevaban la cola arrastrando, algo que han ido quitando las hermandades con el fin de evitar la suciedad que acumulaban, reducir la longitud de los cortejos y caminar más rápido. La Banda Sinfónica Municipal acompañó el paso de misterio, sonando de forma majestuosa la marcha Santa Vera-Cruz, curiosamente en el 20 aniversario de la composición que realizara José Manuel Belizón Pérez, actualmente músico de la Municipal.
Por su parte, la Orden Servitas procesiona en uno de los momentos más difíciles de su historia reciente, debido a la crisis económica que padece y que incluso le han llevado a pactar con el tallista Manuel Guzmán una forma de pago de las esquinas del paso que suponían la gran novedad de la salida.
El hermano mayor de la Vera-Cruz, Rafael Valverde, dio la primera levantá al paso de templete, en un gesto que la orden ha querido tener para con la cofradía del barrio del Santo Cristo, al sufragar parte de las flores y donar incienso para que la salida no le costara dinero a la orden Servitas y así contribuir a que nunca falte esta compañera de la tarde del Miércoles Santo. El capataz agradeció en nombre de toda la orden el gesto de la hermandad de la Vera-Cruz y el esfuerzo por sacar a la bella dolorosa a la calle.
Una vez que la orden salió de la iglesia Mayor, la Vera-Cruz entró para realizar su anual estación de penitencia y donde la esperaban hermanos del Nazareno, hermanada con la Vera-Cruz, para recibirla.
Bello resultó el discurrir de la Orden con la luz de la tarde reflejada en el rostro de la bella y antigua dolorosa de los Servitas, que caminaba con el acompañamiento de una capilla de música, creada por Miguel Garrido Aldomar, que de esta forma ha querido colaborar de forma desinteresada con la orden, en otro gesto que demuestra la solidaridad isleña en los momentos difíciles. El Cristo de la Buena Muerte, escoltado por viales y a hombros de los hermanos, abriendo el cortejo y precedido por cuatro cirios de respeto. En las filas, se pudieron ver más hermanos que en la salida del año pasado, donde sorprendieron los escasos que hicieron la estación de penitencia.
Muchísimo público, en la calle, dispuesto a vivir la auténtica antesala de la noche más grande de la Semana Santa.
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