La obesidad no es una problemática exclusiva de la estética si no también un problema médico que aumenta el riesgo para muchas otras enfermedades y problemas de salud. Estos pueden incluir enfermedades cardíacas, diabetes, presión arterial alta, colesterol alto, enfermedades hepáticas, apnea del sueño y determinados tipos de cáncer. Para considerarse sobrepeso, nuestro IMC o índice de masa corporal debe estar entre 25.0 y 29.9, y si es de 30.0 o superior, se encuentra dentro del rango de obesidad. Los órganos que sufren daños a consecuencia de esto son:
- Corazón: las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte actualmente y una vida sedentaria aumenta el riesgo de sufrir un infarto debido a que las paredes de las arterias coronarias acumulan una capa compuesta de colesterol que impide el paso de sangre.
- Cerebro: un accidente cerebrovascular es otra de las principales consecuencias, en muchos casos no provoca la muerte pero pueden quedar secuelas como la parálisis y problemas de coordinación motora.
- Páncreas: se ve afectado por la resistencia a la insulina que provoca el sedentarismo, lo que puede desarrollar diabetes.
- Hígado: acumula grasa provocando una hinchazón y lo que se conoce como hígado graso, que afectar a su funcionamiento.
- Órganos reproductores: como consecuencia del exceso de peso, no se producen hormonas con regularidad, provocando afecciones como síndrome de ovario poliquístico, disfunción eréctil o esterilidad.
A nivel psicológico, las personas con obesidad se ven expuestas al juicio de una sociedad actual esclava de la estética y la imagen. Este estigma hace que se vean expuestas en la educación, el empleo, entre otras áreas, viéndose discriminadas a la hora de su contratación y más aún para ocupaciones más exigentes físicamente. Todo esto puede derivar en trastornos como la ansiedad, la depresión, el consumo de alcohol y los trastornos de alimentación.
Es hora de plantearse si tenemos sobrepeso u obesidad: visitar al endocrino y en casa comenzar con algo tan simple como evitar el consumo de refrescos, zumos o cualquier bebida azucarada. En lugar de esto toma agua, entre 6 y 8 vasos diarios, cada vaso que sea de 250 ml, y por supuesto realiza actividad física.
Es poca broma, no juguemos con nuestra salud. ¡Muévete!