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Córdoba

Un investigador diseña el índice que evaluará la contaminación lumínica en Andalucía

Desarrolla la parte de contaminación lumínica de la Ley de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental

  • Ángela Ranea Palma, David Galadí Enríquez y Estefanía Cañavate García. -

El astrofísico e investigador de la Universidad de Córdoba (UCO) David Galadí Enríquez ha desarrollado el nuevo índice que medirá la contaminación lumínica en Andalucía y lo ha hecho con el apoyo de la ingeniera en la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía Estefanía Cañavate García, y de Ángela Ranea Palma, actualmente en el Joint Research Centre de la Unión Europea en Sevilla.

Según ha informado la UCO en una nota, frente a la luz blanca y con elevado componente azul, que ha proliferado en los últimos años y que es más perjudicial para la salud, la biodiversidad y las observaciones astronómicas, este índice, llamado índice espectral G, permitirá preservar la oscuridad natural de la noche fomentando el uso de la luz cálida y así "iluminar solo donde y cuando sea necesario, con la dirección, los niveles y el color de luz adecuados al uso de la zona".

Este nuevo índice forma parte del reglamento de protección frente a la contaminación lumínica en Andalucía aprobado por la Junta de Andalucía, que desarrolla la parte de contaminación lumínica de la Ley de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental (ley GICA) y que busca adoptar el alumbrado exterior a criterios de eficiencia y conservación del medio ambiente y preservar el cielo andaluz como patrimonio natural.


Como la intención es reducir y limitar la cantidad de luz azul, en el reglamento se establecen los valores mínimos de G que deben cumplir las fuentes de luz en función de la zona en la que se instalen y siguiendo unas pautas similares a las restricciones de otras comunidades.

Tal y como ha explicado David Galadí, que es profesor del Departamento de Física de la UCO y coordinador nacional de Divulgación en España de la Oficina de Divulgación de la Astronomía (OAO) de la Unión Astronómica Internacional, "la luz artificial de noche es un agente contaminante que afecta a los ecosistemas, a la salud humana y a la visión del cielo, desde el punto de vista paisajístico y científico. Por eso es evidente que hay que regular la intensidad y el horario de la luz artificial nocturna".

Dentro de todos los tonos que puede tener la luz, los que tienden hacia el azul y el violeta son más perjudiciales que el resto. "El sistema circadiano de los seres humanos es sensible sobre todo a la luz azul, que le 'dice' al cerebro que es de día e inhibe la producción de melatonina, con lo que no se desencadenan las respuestas hormonales y fisiológicas relacionadas con el descanso nocturno.

Además, la mayoría de especies nocturnas son más sensibles a la luz azul (y ultravioleta) que a otras. El ejemplo más claro es el de los insectos, a los cuales atraemos con luces violetas y ultravioletas para exterminarlos", según ha añadido Galadí. Debido a ello es necesario incorporar restricciones al uso de la luz azul y ahí es donde entra el índice desarrollado por Galadí.

Se trata de una métrica objetiva que cuantifica la "rojez" de una fuente de luz: cuanto más alto sea el índice G, más roja y cálida será la luz y, por tanto, tendrá menos cantidad de luz azul, que es la que se quiere evitar en horas nocturnas.

El índice se basa en los procedimientos que se aplican en astrofísica para medir el color de las estrellas y se encuentra explicado en esta guía: 'https://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/portal/landing...'.

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