Se termina un año cansino social, económica y políticamente hablando. Marcado por la tragedia de la “dana” valenciana, muerte y desolación, certeza de que “no hay nadie arriba”, porque están a lo suyo. Y las 12 campanadas, que anuncian el nacimiento del nuevo, ya viene barruntando gresca, discordia y sobre todo más cortinas de humos. Porque de eso van los fastos que pretende celebrar el gobierno en torno al cincuentenario del dictador Francisco Franco.
En cada casa, en familia, un espacio para sentir la realidad de lo que está cerca, de los afectos que nos rodean, se despedirá este 2024. Parece que fue ayer ese el 31 de diciembre de 2023 cuando acogíamos, “como está mandao”, con inmensa alegría este año que despediremos mañana. Muchas buenas intenciones, buenos deseos, magníficas expectativas y esperanzas, de que mejorarán las circunstancias que se estaban viviendo en ese momento. ¡El nuevo año será mejor sin duda! Y como cada año nuevo la liturgia se repite. Millones de personas siguen instaladas en mundos mágicos que los llevan a confiar en invocaciones a la buena fortuna, a los hados, a los astros, a los dioses, santos y santas de un inmenso devocionario. No deja de ser chocante que en una sociedad, de momento, mayoritariamente cristiana, quienes gobiernan y profesan esa fe, no acaben de ser coherentes con ella. El mandato “No darás falso testimonio contra tu prójimo (Ex 20, 16)” reformulado en el 8º mandamiento: “No dirás falsos testimonios, ni mentiras”; obliga a ser veraces a quienes manifiestan, ¡alardean! ¡se jactan!, de vivir la fe en Jesús de Nazaret. Para ser coherente la persona debe mostrarse verdadero en sus actos y en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía. No mentir, más allá de cumplir con un mandamiento, nace del respeto debido a la reputación y al honor de las personas. La mentira consiste en decir algo falso con intención de engañar al prójimo que tiene derecho a la verdad. No se puede mentir ni por lo bajito, ni descaradamente. No se puede pretender hacer creer a las demás personas, eso se llama engañar, que lo negro es blanco o simplemente un gris clarito. Y durante todo este año, y el anterior y el anterior… mucha mentira y mucho engaño se genera. No se puede seguir repitiendo al pueblo que lo malo siempre es de los otros, que no se suben los impuestos, que todo se hace bien…
Se acaba el 2024 y en los asuntos domésticos municipales, salvo mentiras palmarias, pocas novedades. Alguna inauguración más o menos celebrada, y criticada al mismo tiempo. Alguna noticia escandalosa promovida por quien, de fiesta constante, pretende anunciar el fin de la misma. Por cierto sin que se presente en tribunales ninguna demanda por las personas afectadas directamente, que aclare la veracidad o no del escándalo que se produjo. Las oposiciones de policía, pendiente de juicio. El tren, ¡el sempiterno tren Algeciras Bobadilla!, que persiste en empeorar la conectividad de esta ciudad con Madrid y el resto del mundo. Algunas noticias portuarias en la que vuelven a aparecer cifras millonarias de movimiento de contendores, de camiones o embajadas a oriente o Hispanoamérica, para reforzar vínculos comerciales. Cambio en una compañía naviera, menos rescate de pateras… En el Ayuntamiento, pleno tras pleno legalmente convocados se ofrece retrasmitido en directo un lamentable show de insultos descalificaciones. Dejando constancia del alarde de “poder” de la mayoría partidaria que posee el equipo de gobierno. El consistorio sigue la costumbre de no responder a los escritos que se le envían y eso que el Reglamento de Participación Ciudadana lo deja clarito. Y por ello el equipo de gobierno tiene bloqueado el citado reglamento, sin que después de casi dos años el Consejo Ciudad aún no se haya constituido. No sólo no hay interés, sino todo lo contrario. Escándalos, alguno que otro. Tema estrella: El parking de la Escalinata o Escalerilla que ha dejado de estar, a la espera en 2025 de la ejecución del nuevo proyecto. ¿Cuánto ha costado este “affaire” al pueblo de Algeciras? La vida sigue, sólo en el centro de la ciudad transitada constantemente por servicios de autobuses, limpieza, jardinería y seguridad, con su cansina monotonía repitiendo el calendario de “eventos”: Navidad, Semana Santa, Algeciras Romántica,… Y mientras tanto, y como siempre, esos servicios públicos esenciales no se prestan en las barriadas de la Ciudad, “porque sí y punto”. Los desperfectos en colegios aguardan a que haya liquidez en las arcas municipales, que mes a mes quedan vacías porque se prefiere gastar en otros asuntos. Sigue el Plan General de Ordenación Urbana pendiente de modificación. Siguen, las miles de usurpaciones, usurpando sin remedio. Amén de otros padecimientos que requieren acciones municipales exigiendo a la Junta de Andalucía se remedie el déficit endémico de viviendas sociales, la atención sanitaria sin citas y largas listas de espera… Exigir soluciones a la pertinaz sequía y planificar medidas en el ámbito de su competencia. Y también, como de costumbre, la deuda municipal persiste en incrementarse a pesar de las tres legislaturas tres, consecutivas del partido en el gobierno. -¡Oiga! Que la culpa siempre es de los anteriores. Y es normal que quien gobierna esgrima cansinamente el argumento, ya que cualquier asunto que se aborde lleva décadas para resolverse. ¡Ah, que no se olvide! Un fenómeno que comienza a despertar el interés de facultades de economía para estudiar como aumenta la deuda a pesar de subir los impuestos. Y es que siempre han subido, la novedad este año es que se suben considerablemente y de manera muy coordinada con Mancomunidad. Y aún con ello Mancomunidad sigue sin mejorar el reciclado de basuras. Parece evidente que la multa por no hacerlo la seguirá pagando el pueblo.
Esto y algunos asuntos más no dan sosiego para comprender el enorme daño que sufre esta ciudad por haber perdido todo su frete litoral, secuestrado por el gigantesco Puerto que nada restituye. Puertos del Estado le quitó a Algeciras su litoral y no está dispuesto a compensar tan monumental pérdida. Además de seguir provocando contaminaciones acústicas y ambiental sin medida. Porque deben hacerse y si se hacen no se publican.
Rueda en redes un video conteniendo imágenes de una Algeciras de antaño. Tratadas con la Inteligencia Artificial, añadiéndole un mensaje navideño. Parece magia que fotos acaben cobrando vida. ¿Quién puede poderle una pega? Quedan aún quienes tienen recuerdos de haber vivido una Algeciras, tan, tan distinta. Una Algeciras bañada por el oleaje en sus playas, ahora inexistentes y un rio de aguas limpias, que fue contaminado a fuerza de verter aguas residuales en su cauce y en vez de limpiarlo fue vergonzosamente tapado. La actual ciudad ni se le parece de lejos, ahogada en dificultades, atrasada en el tiempo, dejada de la mano de su ayuntamiento. ¿Qué les suena a exageraciones, tópicos vacíos y trasnochados?
Es bueno desear un 2025 más solidario, más saludable. No parece que sea el signo de los tiempos ya que antes de nacer lleva por nombre “Cincuentenario de la Muerte de Franco”. ¡Otra vez a distraer de lo importante! ¡Otra bronca está servida! Hemiciclo del espectáculo que a diario ofrecerán, al respetable, las nuevas gladiadoras y fieras. Los plenos municipales reflejaran más modestamente un espectáculo parecido a base de mentiras y más mentiras… Pero como hay genta “p‘ató”, ¡Pues eso! Las personas ajenas a tanto barullo político mediático irán a lo suyo que es lo importante la noche del 31 y siguientes. Para ellas desearán un Feliz 2025.
Fdo Rafael Fenoy
