El otro día, tarde-noche grande de Huelva, al pasar la imagen de la Virgen Chiquita, que así fue denominada popularmente, por el entorno de la Plaza de Toros, me acordé de Litri y de Chamaco por muchos años que hayan pasado cuando desde el barrio de san Sebastián y la tertulia que fue tan famosa como su ídolo, don Miguel, sentí aquellos cohetes que escribieron páginas históricas como aquellos triunfos del ídolo de la tauromaquia. Sí, emoción y al mismo tiempo tristeza de un lugar como la vieja plaza, hoy de La Merced, que llegó a tener incluso heredera allá pegada a la ría y que el destino hizo que esa réplica quedase un tanto para la historia y la de la Vega Larga resurgiese y hoy, al menos, sigue gozando de una remodelación que contrasta con el abandono de su entorno…
Sí, un enclave de lo más tradicional y diríamos que castizo de esta Huelva que en lugar de crecer e ir mejorando ha languidecido en las últimas décadas en muchos aspectos que, ahora, por fin, han salido de los cajones. La palabra galimatías significa lenguaje confuso, pero esa no es mi intención ante hechos y verdades como templos al que, por fin, eso sí, les ha llegado su hora. A los hechos me remito y empezaré por el Recinto Colombino actual, que se queda pequeño con el crecimiento previsto y hay reservada una superficie de 40.000 metros cuadrados para la ampliación, al lado mismo de las instalaciones del Tiro de Pichón, que ya veremos donde quedará ubicado a partir del momento en el que las Fiestas Colombinas de 2026 sean un ejemplo de ese afán de modernidad y crecimiento que preside una gestión de un equipo a la medida de una alcaldesa que solo piensa en la Huelva de su alma…
Sí, Huelva no se resigna a ser solo una esquina del mapa y para demostrarlo, bofetada por bofetada, cuando desde Madrid y algún ente más por medio se nos ningunea más de la cuenta en materia de comunicaciones, resulta que Huelva se ha puesto ahora de moda en eso del hidrógeno verde, como rememorando aquel Polo de Promoción Industrial de los años 60 y con un Puerto Exterior que sigue desperezándose para singularizarse en materia de cruceros y conservando elementos únicos de su pasado, cuando una parte central del muelle cargadero de minerales fue amputada para propiciar la construcción de una central térmica y que ahora, a partir del próximo año, veremos ese singular entramado en todo su esplendor y respetando su estructura original y, como ya insinué a su presidente, poner la guinda situando una locomotora de la época para que la recreación fuese lo más real posible.
La cosa no termina aquí, y a propósito de las nuevas perspectivas energéticas que se ciernen sobre Huelva, resulta que el Parque Huelva Empresarial sería lo que ya tenía que haber sido desde hace muchos años, de tal forma que “el Ayuntamiento ya trabaja en la segunda fase, que contempla la urbanización de 44 hectáreas en la parte posterior del Polígono Industrial Tartessos, sobre las que ha hay varias empresas interesadas”. Sí, el complemento del Polo que nunca debió arrancar en la Punta del Sebo y sí al calor del Puerto en Palos de la Frontera y el complemento para ahora que “sobre Huelva ponen sus ojos las grandes compañías para sus proyectos de energía verde por sus magníficos sol y viento, y recursos naturales que permiten tener una energía limpia y barata que impulsa la competitividad…”
Al pastel le faltaba la guinda y ahí aparece el talante y la eficacia de esa nueva Diputación Provincial que David Toscano ha rescatado para el progreso después de 40 años moviéndose en muchas incertidumbres y falta de eficacia, siempre sobre la base de que “Huelva es una provincia única que no está masificada y ofrece experiencias únicas que no ofrece nadie”. Sí, por lo que apuesta por potenciar el turismo, pero sin aglomeraciones. El asunto queda para una segunda entrega y, como botones de muestra, ¿qué me dice el lector de un edificio ruinoso y casi desmantelado, el Colegio de los Ferroviarios, y, al lado, la vieja estación Huelva-Término del ferrocarril, que estuvo a punto de desaparecer en un incendio? Hoy todo casi listo para convertirse en edificios punteros de esa nueva Huelva que sin exagerar justifican esos cohetes difícil olvidar de cuando Huelva era conocida por Litri y Chamaco. ¡Qué cosas! Otro día, más.