En muchas familias hay una batalla diaria para alejar a los niños de las pantallas y evitar sus “rabietas tecnológicas”, ese gran enfado que experimentan cuando sus padres intentan que utilicen los dispositivos electrónicos y permanezcan conectados durante un tiempo razonable en lugar de excesivo, señalan desde el proyecto australiano Young Children in Digital Society (YCDS).
La iniciativa YCDS (https://youngchildrendigitalsociety.com.au) o Niñ@s en la Sociedad Digital, sugiere prácticas para que los niños pequeños, sus familias y los educadores las utilicen para interactuar con las tecnologías digitales poniendo el foco en que sean saludables y positivas para las niñas y niños de corta edad.
“La transición de actividades con pantalla a actividades sin pantalla es una transición tecnológica y algo que muchos niños hacen más de una vez al día”, según un equipo de YCDS, compuesto por investigadores de las universidades de Curtin (Juliana Zabatiero y Leon Straker); Canberra (Kate Highfield) y Católica Australiana (Susan Edwards), en Australia.
Estos investigadores efectúan una investigación que analiza cómo los padres y cuidadores pueden ayudar a los niños con las llamadas ‘transiciones tecnológicas’, según explican en la publicación de divulgación académica The Conversation.
Señalan que “estos cambios pueden resultar complicados porque implican habilidades de autorregulación (psicológica y emocional) que los niños aprenden y desarrollan a medida que crecen”.
“A menudo, las transiciones tecnológicas pueden parecer más difíciles para los niños y sus cuidadores que otras transiciones porque los dispositivos pueden ser muy atractivos y los desarrolladores y diseñadores de medios trabajan activamente para mantener a los niños conectados”, explican.
Por eso muchos niños se enfadan, estallan y experimentan desbordes emocionales, en las llamadas “rabietas tecnológicas”, cuando los adultos intentan alejarlos un tiempo de la tecnología.
Dos estrategias ‘antirabietas’
Desde YCDS describen dos estrategias que los padres pueden aplicar para apoyar las transiciones tecnológicas de sus hijos, basadas en su investigación, la colaboración con la organización Playgroup WA (www.playgroupwa.com.au) y recursos de Raising Children Network (https://raisingchildren.net.au) y ABC Kids (www.abc.net.au/abckids).
1. Prepara a tus hijos
Los niños pueden sentirse muy molestos y frustrados cuando de repente les quitan su dispositivo, especialmente cuando están disfrutando de un juego o viendo contenido que les gusta, por lo que es necesario prepararlos y hacerles saber cuándo terminará su tiempo frente a una pantalla, explican.
Indicaciones como “puedes ver dos episodios de este programa”, “cuando termine este juego, pararemos”, “cuando hayas terminado ese juego será hora de comer” o “después de que hayas visto ese programa iremos al parque”, pueden ser estrategias muy útiles, según los investigadores.
2. Busca inspiración
Desde YCDS sugieren aprovechar las preferencias de los niños proponiéndoles que hagan algo inspirado en el mundo digital, como completar un rompecabezas de un personaje de una serie de animación, dibujarlo con papel y lápiz, imitar algunos de sus comportamiento divertidos o construir algunos ambientes o elementos de la serie con bloques de juego y otros materiales.
Los padres “también pueden reproducir la música o las canciones de un programa que les guste a los niños como una actividad divertida que los mantenga ocupados”, añaden.
Educación digital en la infancia
Para Emily Lawrenson, gerente de comunicación de la plataforma de control parental y bienestar digital Qustodio (www.qustodio.com), es fundamental que “los padres inculquen en sus hijos una relación saludable y segura con la tecnología digital desde que son pequeños”.
Así, “cuando crezcan, sus hijos habrán adquirido esta responsabilidad y sabrán que no tienen que invertir todo su tiempo libre en la vida ‘online’ “, puntualiza.
Lawrenson reconoce que los dispositivos electrónicos y los contenidos digitales ofrecen a los niños una fuente inagotable de diversión y distracción y que son un estímulo difícil de esquivar para los más pequeños, pero “los padres tenemos que hacer un esfuerzo para que desarrollen su imaginación y sepan manejar el aburrimiento”, enfatiza.
“No hay que tener miedo a dejar que nuestros hijos se aburran. De hecho, el aburrimiento alimenta la imaginación y la creatividad de los más pequeños, las cuales se han visto reducidas en las nuevas generaciones debido al aumento del uso de los dispositivos tecnológicos”, puntualiza.
Paciencia y acompañamiento
“Ante una ‘rabieta tecnológica’, los padres deben tener paciencia, acompañar a sus hijos y hacerles ver que están a su lado, pero es importante no ceder ni tratar de calmarlos dejándoles más tiempo delante de la pantalla”, señala Lawrenson.
“El punto de partida para lograr una armonía entre la vida en línea (online) y fuera de línea (offline) y manejar las rabietas tecnológicas, consiste en gestionar el uso de las pantallas y poner límites, fijando la hora de inicio y finalización y el tiempo máximo de uso, y estableciendo un lugar para usar las pantallas, priorizando los espacios comunes de la casa”, indica.
Otra solución es “ayudar a nuestros hijos a pasar el tiempo de una manera diferente, planteándoles actividades al aire libre y ofreciéndoles planes diferentes y llamativos para que disfruten también de su vida ‘offline’ y se diviertan” añade.
“Para poder encontrar actividades alternativas, que permitan disfrutar de momentos en familia sin pantallas de por medio, es importante conocer los intereses y gustos de nuestros hijos” según Lawrenson.
“La tecnología puede tener múltiples beneficios para los pequeños, pero es necesario saber integrarla en la vida infantil, de una manera razonable y estableciendo un orden”, señala.
“En este sentido, los padres tienen que servir de ejemplo haciendo ver a sus hijos que hay otras maneras de entretenerse más allá de las pantallas, y construyendo una relación saludable con la tecnología, para poder desactivar las temidas rabietas y huir de la dependencia tecnológica”, concluye Lawrenson.