Huelva toma la calle en un día de sol e incienso
Fervorosa acogida a las cuatro cofradías del Domingo de Ramos: La Borriquita, Santa Cena, Redención y Mutilados
Mejor inicio de la Semana Santa, imposible. El sol, radiante, brilló en la primera jornada de la Semana grande de Huelva, permitiendo a las cuatro cofradías que cumplieron con su estación de penitencia anual lucir su mejor imagen.
Domingo de Palmas el que se vivió en San Pedro, donde la Hermandad de la Borriquita realizó una salida entrañable y familiar para el deleite de las numerosas personas allí concentradas.
El paso del misterio evoca la entrada de Jesús en Jerusalén, un Señor nacido de las manos del gran imaginero Antonio León Ortega. Especialmente emotivo fue su paso por el Paseo de Santa Fe, donde la palmera del paso del misterio se confundía con las del paseo.
Por su parte, el paso del palio, presidido por Ntra. Sra. de los Ángeles, provocó el aplauso de los presentes nada más asomar por el pórtico de San Pedro. Actualmente está en pleno proceso de renovación, tanto en bordados como en la orfebrería, siendo la última adquisición los candelabros de cola y varales.
Los Mutilados
La Borriquita inició su recorrido a las 16.15 horas. Una hora y media más tarde, a las 17.45, hacía lo mismo la Hermandad de Los Mutilados, arrapada por un gran número de personas agolpados en torno a la Parroquia de San Sebastián. Especialmente emotiva fue la salida de esta hermandad, la primera que estrena la nueva rampa de la parroquia, una obra que permite un mayor lucimiento de las cofradías.
El Cristo de la Victoria, también obra de León Ortega, estuvo acompañado por la Banda de cornetas y tambores Nuestro Padre Jesús Nazareno de Huelva, que se esmeró especialmente en la salida del templo.
Por su parte, la Virgen de la Paz, de blanco y oro, apareció radiante frente a sus fieles devotos. Su palio también está en plena renovación tanto en bordados como en orfebrería, destacando el diseño de las bambalinas, obra del bordador onubense Rafael Infante. Con respecto a la orfebrería, es del taller de los Hermanos Delgado y de Hijo de Juan Fernández, al que debe sus últimas adquisiciones.
La Santa Cena
Pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde cuando las puertas de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús se abrían, el murmullo del gentío que abarrotaba El Polvorín se tornó atención, y salió a la calle La Santa Cena.
Sonaban los acordes de la Agrupación Musical ‘Cristo del Amor’ y el paso de la sagrada cena, presidido por la majestuosa imagen del Cristo del Amor empezaba su paciente giro a compás de música y devoción. La ovación generalizada impulsó el paseo procesional. El Cristo del Amor ya lucía por las calles de Huelva.
Tras él , la madre resignada, ensimismada y dolorosa. La Virgen del Rosario ya vivía su Domingo de Ramos, acompasada por los acordes musicales de la Banda de Nuestra Señora de las Angustias de la localidad sevillana de Sanlúcar La Mayor. Pasadas las doce y media de la noche, tras más de ocho horas de procesión por la ciudad, el Cristo del Amor y María Santísima del Rosario, obras de Antonio León Ortega, ya descansaban en el templo, con la emoción cofrade de todos sus hermanos y devotos, de haber lucido en el Domingo de Ramos onubense.
La Redención
Silencio, respeto, misterio, sobriedad y arte. Seis de la tarde. La puerta de la Parroquia de La Concepción se abre y los nazarenos del cortejo comienzan a desfilar. Música de capilla y coral. La gente atiende. El Cristo de la Redención sale a la calle. Avanza pausado, con sonidos de esfuerzo, de procesión... Es de destacar que esta imagen, obra del tallista Caballero Farfán, es el único misterio alegórico de la Semana Santa onubense, y representa la imagen de Jesucristo en el lagar místico. La representación logra recrear una metáfora según la cual, con la redención de Cristo es la redención del género humano, por medio de su sangre, derramada en el sacrificio de su pasión.
Por un céntrico itinerario, cortejado en todo su recorrido tanto por sus fieles, la hermandad cuenta con 370 hermanos, como por los ciudadanos que disfrutaron de la plácida tarde noche de ayer, el Cristo de la Redención y la Virgen del Dulce Nombre pusieron fin a su itinerario pasadas las once y media de la noche, con una sobria entrada en el templo, llenando el centro de la capital onubense de misterio, sosiego, promesas, devoción y fe.
Domingo de Palmas el que se vivió en San Pedro, donde la Hermandad de la Borriquita realizó una salida entrañable y familiar para el deleite de las numerosas personas allí concentradas.
El paso del misterio evoca la entrada de Jesús en Jerusalén, un Señor nacido de las manos del gran imaginero Antonio León Ortega. Especialmente emotivo fue su paso por el Paseo de Santa Fe, donde la palmera del paso del misterio se confundía con las del paseo.
Por su parte, el paso del palio, presidido por Ntra. Sra. de los Ángeles, provocó el aplauso de los presentes nada más asomar por el pórtico de San Pedro. Actualmente está en pleno proceso de renovación, tanto en bordados como en la orfebrería, siendo la última adquisición los candelabros de cola y varales.
Los Mutilados
La Borriquita inició su recorrido a las 16.15 horas. Una hora y media más tarde, a las 17.45, hacía lo mismo la Hermandad de Los Mutilados, arrapada por un gran número de personas agolpados en torno a la Parroquia de San Sebastián. Especialmente emotiva fue la salida de esta hermandad, la primera que estrena la nueva rampa de la parroquia, una obra que permite un mayor lucimiento de las cofradías.
El Cristo de la Victoria, también obra de León Ortega, estuvo acompañado por la Banda de cornetas y tambores Nuestro Padre Jesús Nazareno de Huelva, que se esmeró especialmente en la salida del templo.
Por su parte, la Virgen de la Paz, de blanco y oro, apareció radiante frente a sus fieles devotos. Su palio también está en plena renovación tanto en bordados como en orfebrería, destacando el diseño de las bambalinas, obra del bordador onubense Rafael Infante. Con respecto a la orfebrería, es del taller de los Hermanos Delgado y de Hijo de Juan Fernández, al que debe sus últimas adquisiciones.
La Santa Cena
Pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde cuando las puertas de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús se abrían, el murmullo del gentío que abarrotaba El Polvorín se tornó atención, y salió a la calle La Santa Cena.
Sonaban los acordes de la Agrupación Musical ‘Cristo del Amor’ y el paso de la sagrada cena, presidido por la majestuosa imagen del Cristo del Amor empezaba su paciente giro a compás de música y devoción. La ovación generalizada impulsó el paseo procesional. El Cristo del Amor ya lucía por las calles de Huelva.
Tras él , la madre resignada, ensimismada y dolorosa. La Virgen del Rosario ya vivía su Domingo de Ramos, acompasada por los acordes musicales de la Banda de Nuestra Señora de las Angustias de la localidad sevillana de Sanlúcar La Mayor. Pasadas las doce y media de la noche, tras más de ocho horas de procesión por la ciudad, el Cristo del Amor y María Santísima del Rosario, obras de Antonio León Ortega, ya descansaban en el templo, con la emoción cofrade de todos sus hermanos y devotos, de haber lucido en el Domingo de Ramos onubense.
La Redención
Silencio, respeto, misterio, sobriedad y arte. Seis de la tarde. La puerta de la Parroquia de La Concepción se abre y los nazarenos del cortejo comienzan a desfilar. Música de capilla y coral. La gente atiende. El Cristo de la Redención sale a la calle. Avanza pausado, con sonidos de esfuerzo, de procesión... Es de destacar que esta imagen, obra del tallista Caballero Farfán, es el único misterio alegórico de la Semana Santa onubense, y representa la imagen de Jesucristo en el lagar místico. La representación logra recrear una metáfora según la cual, con la redención de Cristo es la redención del género humano, por medio de su sangre, derramada en el sacrificio de su pasión.
Por un céntrico itinerario, cortejado en todo su recorrido tanto por sus fieles, la hermandad cuenta con 370 hermanos, como por los ciudadanos que disfrutaron de la plácida tarde noche de ayer, el Cristo de la Redención y la Virgen del Dulce Nombre pusieron fin a su itinerario pasadas las once y media de la noche, con una sobria entrada en el templo, llenando el centro de la capital onubense de misterio, sosiego, promesas, devoción y fe.
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