Sigue la vida. Porque no puede no seguir. Porque agujeros más grandes lleva la pena y pesa arrobas de hambre. Ponte un vino, que tengo un pellizco que duele.
Las mesas bien dispuestas. En un descampado tan grande como toda Castilla. Madrid, zona de Moncloa. Ahora puede que sea una estación de metro con mareas desbordadas de gente con prisa. En 1941 Théresè Bonney atrapó un lugar sin prisa. Porque ya para qué prisas. Mejor sonreír contándonos la vida. Ya terminó la muerte que no acaba nunca.
Dentro de la taberna tuvieron tiempo para tapar los agujeros. En la cocina por fin huele a gloria. La barra sigue cosechando muescas de vasos de pesetero.
Las personas siguen mirando el muro como arte conceptual difícil de asimilar. ¿Por qué? ¿para qué? Ponte otro lingotazo de esperanza. Para seguir.