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Sectarismo

El alcalde de Getafe Pedro Castro, según es público y notorio, en el curso de una reunión vecinal, se ha preguntado textualmente: "¿por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?"...

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El alcalde de Getafe Pedro Castro, según es público y notorio, en el curso de una reunión vecinal, se ha preguntado textualmente: "¿por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?". Supongo que esta variedad de necio estará incluida entre los 200 tipos que logró reunir el recordado escritor y periodista Jaime Campmany. En todo caso, se trata de un insulto a diez millones de españoles que apoyaron tal opción política en las pasadas elecciones generales. Al percatarse de la gran polvareda que ha levantado su gran metedura de pata, el alcalde ha pedido disculpas a los que se hayan sentido ofendidos "por esa expresión coloquial". Con ello, cree que se ha zanjado la cuestión. Pero su exabrupto tiene mayor calado si se considera que Castro es en la actualidad Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, (FEMP), cargo al que él mismo ha dado relevancia al definirlo como "el alcalde de los alcaldes",  y en el que debería mostrar más talante conciliador y menos sectarismo. Porque de eso se trata, de desprecio a los que no piensan como él.

El sectarismo es un celo o dogmatismo por el que se margina y ataca a quienes difieren en ideario o conducta. Prevalece el espíritu de grupo, clan o tribu en detrimento de los demás; no se juzgan las opiniones o valores por razones intrínsecas, sino en dependencia de quienes las mantienen o defienden. Hay muy diversos tipos de sectarismo: religioso, filosófico, de raza, deportivo…y, por supuesto político. A ésta última modalidad quiero referirme. Vivimos inmersos en una ola de sectarismo político: los partidos, aunque teóricamente admitan la pluralidad de ideas, en la práctica se comportan con un absolutismo radical, convirtiendo al adversario en enemigo encarnizado. La conocida alocución latina, atribuida al senador Catón el Viejo, "Cartago delenda est" (Cartago debe ser destruida), es el entandarte y eslogan de los partidos en cuanto a sus intenciones para con los demás. Las decisiones adoptadas por su cúpula directiva se aplauden y vitorean siempre, aunque en el fondo más de un miembro del partido esté en desacuerdo. ¿Acaso muchos militantes del PP no juzgaron equivocada la postura política de Aznar durante la guerra de Irak? ¿Y no sucedió otro tanto respecto a la negociación de Zapatero con la banda terrorista ETA? En uno y otro caso, los discrepantes no se erigieron en voces discordantes del criterio oficialista.

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