Mi plan para financiar las infraestructuras

Publicado: 21/03/2024
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

Al compás de Huelva

Plasma la historia reciente de Huelva y toma el pulso de la actualidad onubense, además de ser un altavoz de las necesidades de la capital y la provincia

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Esas infraestructuras prioritarias de la Huelva-Palos de la Frontera descubridora de un nuevo mundo hace más de 500 años se han convertido en el peor hándicap
El otro día me encontré con un asiduo lector de este periódico y no tardó mucho en algo así como pincharme un poco para que diga algo gordo en mi espacio sobre este más que manido asunto de las infraestructuras, que ya no solo del AVE, porque si de aves hablamos, por qué no comparamos el tema con el de los felinos que, como el lince de Doñana, es ahora mismo algo más que una prioridad de la política andaluza y, ¡ojo!, cuidado con lo que digo, porque como hace ya algunos años el escribir sobre este asunto me supuso ser repudiado, o vetado, o como quieran ustedes, en un diario del que, como dijo Don Quijote, no quisiera acordarme. El más que individuo en cuestión, refugiado en el cobarde pseudónimo, enarboló tantos piropos que, como un honor solo me quedé con el de analfabeto. Sí, algo que como le dije a mi amigo llevo como  insignia en la solapa y cada día me da ánimos suficientes para seguir clamando por tantas injusticias y mentiras como, sin ir más lejos, se me vienen a la cabeza, por aquello de decir las más de cuatro verdades sobre el lince de Doñana y los 3.000 millones que se necesitan para traer el AVE a Huelva, modernizar la línea Zafra-Huelva, el desdoble de la N-435 y, por aquello de que siempre habrá sequías, la presa de Alcolea …

Sí, ¡vaya panorama! Por no esgrimir aquello de putada en su máxima expresión, y que me perdonen los niños, aunque es bueno que, aparte geografía e historia de Huelva, aborden en sus clases todas las verdades de esa Huelva tan maltratada que han heredado y que, para sentirse viviendo al hilo de la modernidad, empezarán a saber de buena tinta que 3.000 millones de euros hay que poner sobre la mesa para alcanzar esa modernidad que nos niegan por todas partes y hace que nos sintamos algo más que como diferentes del resto de Andalucía y no digamos de esta España que nos están destrozando y, fíjense que, ahora mismo, un ministro de Transportes está perdiendo los papeles continuamente en las redes, bloqueando incluso a periodistas, y que debería venir a Huelva y comprobar ‘in situ’ por qué Huelva no puede ir a Cádiz salvo pasando por Sevilla y por qué faltan poco más de medio centenar de nuevas vías para ir directamente a Madrid.

Sí, me duele que Huelva haya despertado, por fin, de su secular letargo con una naturaleza sobresaliente pero incipiente a la hora de sacarle partido y ahora mismo ser la segunda provincia en visitantes y estancias en alojamientos rurales, y con un Puerto Exterior que arrancó a pocos metros de La Placeta hace 150 años y ahora mismo está en el punto de mira de los inversionistas para convertirlo  en el centro de la operativa mundial del hidrogeno verde y -ojo al dato- con tanta influencia desde hace ese siglo y  medio que permitió a Huelva, la humilde Huelva de los cabezos y las inundaciones,  convertirse en la capital de la provincia y una Diputación rejuvenecida cuyo presidente se mueve más que un niño cuando empieza a caminar a los dos años. Algo que me recuerda cuando leo en un libro muy interesante que Huelva estuvo a punto de pasar a depender, sí, a unirse a Extremadura, vía Badajoz, y ello lo demuestra al hacerlo hoy vía ferrocarril y carretera vecinal a una provincia que, a su vez, sigue aspirando a tener en Huelva una salida natural al mar.

Sí, y a todo esto, ¿resignarnos a que llegue, para quien pueda vivirlo, a 2050? Para contemplar y vivir con algo que tenemos más que merecido, con una minería cada vez más vigente, un sector agrícola que tratan de torpedear aprovechando su penetración en Europa, y muchas cosas más como esos –repito- 120 kilómetros de litoral no lo suficientemente aprovechados por  causas fáciles de adivinar ante otras posibles prioridades y, perdón, por referirme a esa maldita naturaleza en que están convirtiendo a ese espacio que impide esa tan defenestrada unión con la hermana y vecina Cádiz, y que casi todo el mundo conoce por el lince de nuestros males, algo que miman cual bebé recién nacido, algo que manejan desde Sevilla y, que, como antaño, tienen su espacio a modo de ‘Ecos de sociedad’, para anunciarnos -bueno, ¿y qué?- no hace muchos días que han nacido tres nuevas crías de lince.

Las cuentas no van a salir porque aparte de desconocer qué supone el mantenimiento de ese poco atractivo lugar para el turismo, ¿por qué no empezar ya esa colecta encabezada por los ciudadanos de Huelva y así avisar a Moncloa y San Telmo de que esas infraestructuras prioritarias de la Huelva-Palos de la Frontera descubridora de un nuevo mundo hace más de 500 años se han convertido en el peor hándicap de una puesta al día que compense la hipoteca de la capital por la mierda de unas factorías que me gustaría saber cuánto nos aportan.

 

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