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Pruebas para detectar sordera a unos 7.000 niños

Cerca de 7.000 bebés onubenses nacidos en el Hospital Infanta Elena se han beneficiado en los últimos años del Programa de Detección Precoz de la Hipoacusia Infantil, que lleva funcionando en el centro desde el 2007

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  • Un facultativo realiza la prueba a un recién nacido -
Cerca de 7.000 bebés onubenses nacidos en el Hospital Infanta Elena se han beneficiado en los últimos años del Programa de Detección Precoz de la Hipoacusia Infantil, que lleva funcionando en el centro desde el 2007 con el objetivo de detectar, de forma precoz, los posibles problemas de audición en las primeras semanas de vida del bebé e iniciar así la estimulación auditiva temprana aumentando las posibilidades de desarrollo intelectual y psicológico en el niño.

Este programa preventivo, que se aplica de manera sistemática a todos los bebés nacidos en el centro, permite diagnosticar la sordera congénita en los primeros meses de vida, facilitando así una adecuada intervención terapéutica y un seguimiento constante del niño y su evolución durante los dos primeros años.

El objetivo prioritario es ayudar a la maduración de la vía auditiva evitando el deterioro de ésta ante la falta de estímulos acústicos y favoreciendo el buen desarrollo lingüístico, cognitivo, social y emocional del menor.
Con esta intención a todos los recién nacidos se les realiza una sencilla e indolora prueba de audición, que consiste en la emisión de un sonido determinado (otoemisiones acústicas) a través de un auricular colocado en el oído del bebé.

En caso de no producirse efecto alguno en el menor tratado, el niño es derivado a la consulta de Otorrinolaringología del centro hospitalario para la realización de nuevas pruebas (potenciales evocados auditivos) que permitan descartar completamente cualquier problema de audición.

Si finalmente se comprueba la existencia de algún problema de hipoacusia, se procede a la aplicación del tratamiento más adecuado para la resolución del déficit auditivo, que pasa en un 95% de los casos por la colocación de audífonos en los oídos del niño, la implantación de prótesis cocleares o la terapia de rehabilitación específica.

La importancia de este proyecto de detección precoz radica en la especial dificultad existente para diagnosticar la sordera por la ausencia de síntomas en el niño hasta los dos o tres años, momento en el que comienzan a apreciarse perturbaciones en el desarrollo del habla. Sólo una detección temprana del problema permite aumentar las posibilidades de rehabilitación del niño y su adquisición del “lenguaje interior” o “lenguaje sentido”, que se produce entre los dos y los tres años de vida.

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