La templanza desde la barriada Bazán, recogimiento en Vera-Cruz y Servitas
La cruz del Gan Poder se rompió al impactar con un cable en la calle San Rafael, a la altura del número 70.
El Gran Poder se reencuentra con las Capuchinas en una tarde fría y soleada
La Vera-Cruz sale por segundo año del Santo Cristo y ofrece su sobria estampa
Una nube de capirotes negros precedió a la Virgen de los Dolores de Servitas
La salida del Gran Poder reunió a todo un barrio que sabía que no era hora de la siesta. Que era un día grande escrito con letras de oro en el calendario que la barriada Bazán conoce muy bien, por eso los vecinos se postraron ante las puertas de la iglesia de la Sagrada Familia para ver la salida de las cofradía a las 16.45 horas, con un sol radiante pero con temperaturas más frías que en los días anteriores, lo que no fue óbice para que la cofradía se viera arropada de público en su itinerario.
El dorado del paso relucía más que nunca. El trabajo realizado por el dorador sevillano Manuel Verdugo en el respiradero frontal, aportó una visión nueva del titular en su paso, exornado con un monte y pequeñas jarras de claveles morados. La cuadrilla de hermanos fue avanzando con paso firme en busca de la Carrera Oficial, con los sones de la agrupación musical Sagrada Resurrección, la misma que hoy acompañará a la hermandad de las Tres Caídas en su primera salida procesional. Era una salida especial, porque la cuadrilla cumplía su 15 aniversario, de ahí que dos cargadores de la misma fueran los encargados de dar la primera levantá.
Cientos de hermanos acompañaron a los titulares en una tarde donde ya se notaba el incremento de público provocado por el largo puente de la Semana Santa. El palio de la Virgen del Amor ponía el final a la procesión. La bella dolorosa restaurada el pasado año por Antonio Dubé de Luque, su autor, procesionó en un paso exornado con rosas blancas, calas, alhelíes y flor de cera, Como novedad, llevaba entre las dos piñas de las candelería, un relicario con la reliquia del beato Diego José de Cádiz que procesionaba en el paso del Gran Poder, y que la crestería dorada impide colocar en la actualidad.
La banda de la Asociación Maestro Agripino Lozano, antigua Cruz Roja, acompañó el paso de palio de la hermandad, con marchas donde no faltaron las cornetas y en lo que era su tercera actuación en la Semana Santa isleña.
La cruz del Gan Poder se rompió al impactar con un cable en la calle San Rafael, a la altura del número 70. Esto obligó a amarrar con bridas la parte que precisamente se quita para que el paso pueda entrar y salir de la iglesia. Tras ello, la marcha continuó con normalidad su itinerario.
Vera-Cruz
La cofradía de la Vera-Cruz salio por segundo año consecutivo de la iglesia del Santo Cristo, por el cierre de su capilla, en fase de rehabilitación. La salida volvió a contar con muchísimo público, expectante por ver un momento que probablemente cesará en poco tiempo. Las dimensiones de la puerta del Santo Cristo, hacen la salida más fácil, hasta el punto de que el paso caminaba mientras el titular era izado hasta alcanzar la altura adecuada. El Cristo de la Vera-Cruz lucía un antiguo paño de pureza, con el que quería recuperar una vieja estampa, con motivo del 225 aniversario fundacional de la hermandad.
Las puertas de la parroquia se abrieron a las 20.00 horas, y los primeros hermanos fueron apareciendo sin los guantes negros de años anteriores y portando los cirios de color verde, propios y característicos de las hermandades de la Vera-Cruz. Comenzaba un cortejo que todos los años ofrece una seria estampa de comportamiento en la calle, habida cuenta también de la edad de sus hermanos y de la conciencia de cada uno de ellos.
En dos años, la hermandad ha cambiado los guantes y cirios tienieblas por la mano desnuda y los cirios verdes, siguiendo los cánones de las cofradías de cola y de negro y la tradición de las cofradías de la Vera-Cruz y es que sólo las cofradías de la Vera-Cruz tienen el privilegio de la cera de color verde, vinculada al árbol de la Cruz.
Vera-Cruz inició su itinerario hasta la iglesia Mayor parroquial, para hacer su estación de penitencia. Tras ello pasó por Carrera Oficial e inició el regreso a su templo. Era un itinerario de cuatro horas para la cruz de guía en la calle, lo justo y necesario.
En el cortejo figuraba, escoltado por cuatro faroles, el Lignum Crucis, que durante el año preside el altar mayor de la parroquia del Santo Cristo a los pies de los titulares. No faltó tampoco el libro de difuntos de la hermandad, que cada año va sumando nuevas letras y nombres de personas comprometidas con la cofradía y con la Iglesia.
La Banda Municipal de San Fernando fue la encargada de acompañar el paso de misterio, exornado con un friso de Siempre vivas y una rosa roja a los pies del Cristo de la Vera-Cruz, como símbolo de recoger la sangre derramada por la crucifixión.
Los cargadores de la hermandad del Nazareno, bajo las órdenes de José Llerena Baizán, iniciaron una salida procesional marcada por la efeméride de la cofradía y por ser la segunda fuera de la capilla de la hermandad.
Por segundo año consecutivo y fruto del hermanamiento existente, en la presidencia del cortejo figuraban tres hermanos del Nazareno, miembros de la junta de gobierno, que acompañaban así a su cofradía hermana, al igual que tres hermanos de la Vera-Cruz lo harán esta próxima madrugada con el Nazareno.
La iglesia del Santo Cristo abrió por fin sus puertas esta Semana Santa, después de no poderlo hacer el lunes con la hermandad de los Afligidos, que suspendió su salida por la amenaza de lluvia que al final sorprendió a las otras dos cofradías que procesionaban. La sobria estampa de la Vera-Cruz procesionó un año más.
Servitas
El Cristo de la Muerte, a hombros de las hermanas y escoltado por viales, abrió un año más el cortejo de la Orden Servitas, que salió a las 21,00 horas de la iglesia Mayor parroquial. Al igual que sucedió con las demás hermandades del primer templo parroquial, las campanas de la iglesia Mayor permanecieron mudas, rompiendo los tradicionales volteos de cada Miércoles Santo en la salida y cuando entra la cofradía de la Vera-Cruz para su estación de penitencia.
Los hábitos negros de los hermanos contaban con la novedad de un nuevo cinturón, más ancho, y antifaz tipo babero con cartón, perdiéndose el estilo a gato, que propició hace algunos años el fuerte temporal de viento de levante y que se mantuvo hasta el pasado año.
El nuevo paso de la Virgen de los Dolores, obra de Manuel Guzmán Fernández, no contó con novedad alguna en cuanto a talla y salió igual que el pasado año. La altura del paso, un gran problema con los cables que existen en las calles isleñas, hizo que los hermanos cargadores tuvieran que realizar una difícil maniobra poniéndose incluso de rodillas para salvar el cancel y el andamiaje sobre la puerta del templo.
El paso de templete, lucía un recortado exorno floral sólo en jarras, con claveles blancos, y a los pies de la Virgen, a base de calas blancas, dispuesto por José María Domínguez. El luto se hacía presente en el mismo, en recuerdo de dos hermanas allegadas como Encarna y Maruja.
No faltó sobre el canasto frontal un bello relicario de plata con las reliquias de los 7 santos fundadores de la orden, realizado por Jesús Domínguez. Un cuerpo de acólitos precedió a la Virgen, que este año procesionó sin música alguna, al contrario de años anteriores en los que una capilla musical iba delante del templete.
El único sonido era el de los pasos de la cuadrilla de cargadores de la orden, con la dirección de José María Vidal Muñoz. El antiguo callejón de Ánimas sigue inseparable del discurrir de la procesión, donde el público la esperaba con tiempo de antelación.
El dorado del paso relucía más que nunca. El trabajo realizado por el dorador sevillano Manuel Verdugo en el respiradero frontal, aportó una visión nueva del titular en su paso, exornado con un monte y pequeñas jarras de claveles morados. La cuadrilla de hermanos fue avanzando con paso firme en busca de la Carrera Oficial, con los sones de la agrupación musical Sagrada Resurrección, la misma que hoy acompañará a la hermandad de las Tres Caídas en su primera salida procesional. Era una salida especial, porque la cuadrilla cumplía su 15 aniversario, de ahí que dos cargadores de la misma fueran los encargados de dar la primera levantá.
Cientos de hermanos acompañaron a los titulares en una tarde donde ya se notaba el incremento de público provocado por el largo puente de la Semana Santa. El palio de la Virgen del Amor ponía el final a la procesión. La bella dolorosa restaurada el pasado año por Antonio Dubé de Luque, su autor, procesionó en un paso exornado con rosas blancas, calas, alhelíes y flor de cera, Como novedad, llevaba entre las dos piñas de las candelería, un relicario con la reliquia del beato Diego José de Cádiz que procesionaba en el paso del Gran Poder, y que la crestería dorada impide colocar en la actualidad.
La banda de la Asociación Maestro Agripino Lozano, antigua Cruz Roja, acompañó el paso de palio de la hermandad, con marchas donde no faltaron las cornetas y en lo que era su tercera actuación en la Semana Santa isleña.
La cruz del Gan Poder se rompió al impactar con un cable en la calle San Rafael, a la altura del número 70. Esto obligó a amarrar con bridas la parte que precisamente se quita para que el paso pueda entrar y salir de la iglesia. Tras ello, la marcha continuó con normalidad su itinerario.
Vera-Cruz
La cofradía de la Vera-Cruz salio por segundo año consecutivo de la iglesia del Santo Cristo, por el cierre de su capilla, en fase de rehabilitación. La salida volvió a contar con muchísimo público, expectante por ver un momento que probablemente cesará en poco tiempo. Las dimensiones de la puerta del Santo Cristo, hacen la salida más fácil, hasta el punto de que el paso caminaba mientras el titular era izado hasta alcanzar la altura adecuada. El Cristo de la Vera-Cruz lucía un antiguo paño de pureza, con el que quería recuperar una vieja estampa, con motivo del 225 aniversario fundacional de la hermandad.
Las puertas de la parroquia se abrieron a las 20.00 horas, y los primeros hermanos fueron apareciendo sin los guantes negros de años anteriores y portando los cirios de color verde, propios y característicos de las hermandades de la Vera-Cruz. Comenzaba un cortejo que todos los años ofrece una seria estampa de comportamiento en la calle, habida cuenta también de la edad de sus hermanos y de la conciencia de cada uno de ellos.
En dos años, la hermandad ha cambiado los guantes y cirios tienieblas por la mano desnuda y los cirios verdes, siguiendo los cánones de las cofradías de cola y de negro y la tradición de las cofradías de la Vera-Cruz y es que sólo las cofradías de la Vera-Cruz tienen el privilegio de la cera de color verde, vinculada al árbol de la Cruz.
Vera-Cruz inició su itinerario hasta la iglesia Mayor parroquial, para hacer su estación de penitencia. Tras ello pasó por Carrera Oficial e inició el regreso a su templo. Era un itinerario de cuatro horas para la cruz de guía en la calle, lo justo y necesario.
En el cortejo figuraba, escoltado por cuatro faroles, el Lignum Crucis, que durante el año preside el altar mayor de la parroquia del Santo Cristo a los pies de los titulares. No faltó tampoco el libro de difuntos de la hermandad, que cada año va sumando nuevas letras y nombres de personas comprometidas con la cofradía y con la Iglesia.
La Banda Municipal de San Fernando fue la encargada de acompañar el paso de misterio, exornado con un friso de Siempre vivas y una rosa roja a los pies del Cristo de la Vera-Cruz, como símbolo de recoger la sangre derramada por la crucifixión.
Los cargadores de la hermandad del Nazareno, bajo las órdenes de José Llerena Baizán, iniciaron una salida procesional marcada por la efeméride de la cofradía y por ser la segunda fuera de la capilla de la hermandad.
Por segundo año consecutivo y fruto del hermanamiento existente, en la presidencia del cortejo figuraban tres hermanos del Nazareno, miembros de la junta de gobierno, que acompañaban así a su cofradía hermana, al igual que tres hermanos de la Vera-Cruz lo harán esta próxima madrugada con el Nazareno.
La iglesia del Santo Cristo abrió por fin sus puertas esta Semana Santa, después de no poderlo hacer el lunes con la hermandad de los Afligidos, que suspendió su salida por la amenaza de lluvia que al final sorprendió a las otras dos cofradías que procesionaban. La sobria estampa de la Vera-Cruz procesionó un año más.
Servitas
El Cristo de la Muerte, a hombros de las hermanas y escoltado por viales, abrió un año más el cortejo de la Orden Servitas, que salió a las 21,00 horas de la iglesia Mayor parroquial. Al igual que sucedió con las demás hermandades del primer templo parroquial, las campanas de la iglesia Mayor permanecieron mudas, rompiendo los tradicionales volteos de cada Miércoles Santo en la salida y cuando entra la cofradía de la Vera-Cruz para su estación de penitencia.
Los hábitos negros de los hermanos contaban con la novedad de un nuevo cinturón, más ancho, y antifaz tipo babero con cartón, perdiéndose el estilo a gato, que propició hace algunos años el fuerte temporal de viento de levante y que se mantuvo hasta el pasado año.
El nuevo paso de la Virgen de los Dolores, obra de Manuel Guzmán Fernández, no contó con novedad alguna en cuanto a talla y salió igual que el pasado año. La altura del paso, un gran problema con los cables que existen en las calles isleñas, hizo que los hermanos cargadores tuvieran que realizar una difícil maniobra poniéndose incluso de rodillas para salvar el cancel y el andamiaje sobre la puerta del templo.
El paso de templete, lucía un recortado exorno floral sólo en jarras, con claveles blancos, y a los pies de la Virgen, a base de calas blancas, dispuesto por José María Domínguez. El luto se hacía presente en el mismo, en recuerdo de dos hermanas allegadas como Encarna y Maruja.
No faltó sobre el canasto frontal un bello relicario de plata con las reliquias de los 7 santos fundadores de la orden, realizado por Jesús Domínguez. Un cuerpo de acólitos precedió a la Virgen, que este año procesionó sin música alguna, al contrario de años anteriores en los que una capilla musical iba delante del templete.
El único sonido era el de los pasos de la cuadrilla de cargadores de la orden, con la dirección de José María Vidal Muñoz. El antiguo callejón de Ánimas sigue inseparable del discurrir de la procesión, donde el público la esperaba con tiempo de antelación.
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