La pandemia de COVID-19 ha modificado numerosos hábitos en todos los ámbitos, personales y profesionales, provocando además cambios en las tendencias del mercado, que ahora vive un “boom” del metacrilato para poder hacer frente a las medidas de protección previstos para bares, oficinas y todo tipo de locales públicos.
Así lo asegura en declaraciones a Efe el gerente de Plásticos y Claraboyas Matilla, Jorge Matilla, que durante 42 años ha suministrado materiales plásticos por todo el país y fabrica claraboyas que se distribuyen, en la actualidad, en Sudamérica, África y Europa. Un profesional de un sector que ahora vive un espectacular número de pedidos.
“Ahora, con el tema del COVID-19, han recurrido a nosotros, como grandes distribuidores que somos en España de metacrilato y otros productos plásticos para hacer mamparas y viseras”, entre otros, explica Matilla.
Mientras realiza estas declaraciones, el empresario muestra una gorra con una pantalla de PETG, un material que aparece por la copolimerización del PET que se usa, por ejemplo, en las botellas con las que se envasa el agua mineral que se vende en cualquier supermercado.
“Ahora hay más demanda de pantallas de protección o material” para que los clientes que trabajan con el mismo puedan elaborarla, insiste. Muchas mercantiles que confeccionan mamparas compran planchas lisas como las que Matilla muestra mientras realiza sus declaraciones.
Otras, ya elaboradas, son vendidas directamente por su empresa a otras del sector de la hostelería, peluquerías, oficinas. “Cualquiera que hoy día las necesite, aunque no sólo ahora, en un futuro las van a necesitar también”, advierte.
Por ejemplo, con la próxima reapertura de bares, restaurantes y hoteles, que no podrán abrir al máximo de su capacidad y deberán garantizar la separación adecuada entre consumidores, las mamparas divisorias “entre mesa y mesa para que haya una disminución de la peligrosidad” se hacen más necesarias que nunca.
Esto ha provocado que no sea tan fácil abastecerse. “El metacrilato lo compramos por toneladas, toneladas y toneladas, a fabricantes de Europa o de fuera de Europa. En las dos o tres últimas semanas ha habido un boom y nos estamos quedando sin metacrilato incoloro, por lo que estamos recurriendo al PVC o el PETG para las mascarillas”, revela Matilla.
Como muestra de la situación, basta con conocer que uno de sus clientes ha realizado un pedido de 50.000 pantallas PETG, que irán a parar a diferentes empresas de las islas Canarias para su colocación en gorras.
Mientras explica esto, a su espalda se almacenan numerosos palés con “toneladas” de metacrilato de colada que se destinará “a la división de oficinas”.
“Habitualmente vendemos en Andalucía, el Levante, Madrid y Barcelona, pero ahora están pidiendo que nos conocen desde hace tiempo y no nos pedían. Hay una escasez impresionante de metacrilato, soy de los pocos que, a pesar de haber vendido mucho, todavía tengo en stock”, afirma.
Y todavía tiene más material en sus naves, pero éste está guardado para la producción propia de claraboyas fijas y de apertura, que, recuerda orgulloso, se venden “en tres continentes”. “Eso no lo puedo vender”, sostiene.
Su propia empresa estuvo cerrada “unos días” durante la cuarentena, pero pudo abrir sus puertas por fabricar materiales de protección. “Cuando le dijimos a nuestros clientes que estábamos abiertos, se produjo un boom por correo electrónico y de pedidos. Ahora no damos a basto”, dice.
Y los cambios también llegan a la forma de trabajar en sus naves. En estos momentos la seguridad es “impecable” con medidas “muy buenas” para los trabajadores, que utilizan mascarillas, pantallas de PETG y guantes especiales. Las propias instalaciones, han sido desinfectadas con ozono.
Porque, sí, las rutinas han cambiado, y parece que el metacrilato y otros materiales similares han llegado para acompañar durante bastante tiempo a los españoles en el desarrollo de su vida cotidiana.