Parecía que nunca iba a llegar, pero las vacaciones más largas y también más raras de la historia llegan a su fin para los escolares seis meses después de que la pandemia del coronavirus nos encerrara en casa. Las clases para Infantil y Primaria arrancan el jueves en medio de una gran controversia ante la intranquilidad de las familias por la seguridad de sus hijos. Para blindarse contra el virus, o tenerlo lo más lejos posible, los equipos directivos de los colegios llevan desde mediados de agosto reclutados, al igual que muchos profesores, con reuniones on line hasta estos últimos días que están sometiéndose a los test rápidos y ya empiezan a sentarse -aunque con aforos limitados- concretando un protocolo antiCovid casi in extremis después de que las instrucciones de la Consejería de Educación llegasen hace poco más de una semana. La mayoría de los centros -algunos llevan desde junio trabajando en él- lo tienen muy avanzados, a la espera de llevarlos al Consejo Escolar y al Claustro de Profesores, el problema es que siguen llegando circulares de la Junta exigiendo nuevas medidas.
“Es una locura. Nos lanzan la pelota a los centros y a los equipos directivos, y aquí ninguno somos sanitario. Se nos está dando una responsabilidad que no nos corresponde”. Son declaraciones de un miembro de un equipo directivo de un colegio, que prefiere reservar su identidad, y en el que ya tienen ajustado hasta el último minuto (en el sentido literal), cómo serán las entradas y salidas escalonadas de los niños y las bajadas a un patio delimitado con parcelas y por turnos y rotaciones para que los alumnos no se mezclen entre sí más allá de los que formen parte de su grupo de convivencia (que pueden ser hasta de 20 en función de las unidades del centro). En cualquier caso, como resalta, una cosa es la teoría y otra la práctica. El reto viene ahora.
“Está todo ajustado pero con niños todo es muy complicado. No somos robots”, señala a las puertas de un curso en el que de lo último que se está hablando es de las materias curriculares y para el que también tienen todo preparado vía on line por si volvieran a confinarnos. “Los niños se van a encontrar con otro cole, con un centro en el que ha aumentado mucho el control; todo va a ser muy riguroso y muy limitado por su salud”, añade.
Hasta nueva orden, recuerda, no podrán ir a la biblioteca, al gimnasio u otras estancias que impliquen el traslado de los alumnos, más allá que del recreo, que también estará más controlado que nunca. Que se olviden también de las salidas extraescolares. Como en el resto de centros, hay una comisión Covid formada por la dirección, el coordinador Covid, que esta semana ha tenido que hacer un curso on line de 10 horas en el que se plantean cuestiones a modo de test sobre cómo tienen que actuar en la prevención y ante un caso sospechoso, el coordinador de autoprotección y representantes de la familias.
También tienen preparada ya una sala Covid delimitada con mamparas separadas, aisladas y ventiladas, a la que tendrían que llevar a un alumno si tuviera síntomas compatibles con el Covid. El problema es que tener dolor de cabeza o fiebre suele estar en la boca de los alumnos todo el año. “Imagínate lo que va a ser esto”, señala, tras advertir que aún no conocen a su enfermero de enlace del centro de salud de su zona.