El pasado sábado 14 de marzo iba a ser un día muy importante para Jesús Sotomayor y Juan Manuel Roa. Su película documental Oro rojo se presentaba en la sección oficial del certamen Cinema Cocina, dentro del Festival de Málaga, pospuesto a causa de la crisis del coronavirus. De momento, tendrán que esperar hasta junio, fecha a la que ha sido aplazado el evento, aunque lo harán con una agenda repleta de trabajo, ya que tienen otros proyectos en marcha a través de la productora que han creado juntos, Trafalgar Cinema.
La película forma parte de una trilogía, Oro rojo -como el título de la segunda entrega-; una serie documental en torno al mundo del atún, que arrancó en 2015 con el estreno de El sentimiento de los vientos, en la que relataba la relación de las orcas con los atunes y cómo las primeras, en su empeño por darles presa, empujan a los segundos hasta la costa de Barbate facilitando su pesca a los almadraberos, que han mantenido vigente hasta nuestros días esta tradicional fórmula de pesca milenaria.
Esta segunda parte arranca de nuevo en una de las almadrabas de Barbate, y en torno a la figura de uno de sus almadraberos, Rafael Márquez, para conocer cómo es su profesión -la palabra “almadraba” significa “lugar donde se lucha”-, que es casi como decir cómo es su vida -“esta profesión lleva escrita la palabra alma en su nombre”-, pero va un poco más allá, ya que el espectador podrá acompañarlo hasta Japón, donde descubrirá el impacto gastronómico de los ejemplares que él mismo ha pescado esa temporada.
La tercera entrega, que ya está en preproducción y con los diferentes rodajes planificados, tiene previsto su estreno para finales de 2021, y hablará ya del impacto del atún en el mundo de la gastronomía a nivel mundial, para descubrir cómo se distribuye, cómo se consume y cómo llega a las grandes masas.
Antes de dedicarse al mundo del cine, Jesús Sotomayor estuvo trabajando como cámara para TVE en la provincia durante 25 años. Posterior-mente terminó instalándose en Zahara de los Atunes, y fruto de los trabajos documentales e informativos en los que trabajó relacionados con la pesca tradicional del atún, así como de su nuevo día a día en la pedanía barbateña, fue profundizando e investigando en torno a la vin-culación de este rincón del sur con el arte de la almadraba. “Había salido a grabar en muchas ocasiones a los almadraberos, y conocía la influencia que tenían las orcas en la pesca del atún, pero descubrí que nadie había unido todos los elementos para contar la historia al completo y que acaba con el atún servido en nuestra mesa”, apunta el propio Sotomayor. “Desde que vivo en Zahara he visto cada año cómo empezaba la actividad en la almadraba, con el inicio de la temporada de la llegada del atún. Es algo muy esperado y que afecta a todos los vecinos de primera mano. Conocía la técnica de pesca que emplean y hasta dónde se remontaba su historia, por lo que me puse con el guion del primer documental, ya que entendí que todo eso había que ponerlo en valor”.
Aquel fue un proyecto personal para el que contó con la participación de Imanol Arias, Eva Hache y Alex de la Iglesia, entre otros, pero en el que asumió casi todas las funciones de una producción cinematográfica. Ahora no, tras asociarse con Juan Manuel Roa y crear su propia productora, han contado con una labor de equipo y logística más completa que les ha permitido viajar hasta Japón y contar con la participación del futbolista Andrés Iniesta y del chef Kyoshi Kimura, conocido en su país como “el rey del atún”.
“Kimura es conocido porque cada año compra el primer atún que llega a la almadraba. Ha llegado a pagar casi dos millones de euros. Es dueño de una cadena de restaurantes en su país y es el que tiene el mejor atún, el de calidad máxima. Allí es muy famoso, casi como una estrella de cine, y la gente le tiene mucho cariño”, explica Sotomayor, quien pasó un día entero acompañándole en su trabajo para conocer cómo es su actividad y la de sus restaurantes. Iniesta, por su parte, aparece para aportar la visión de un español residente en Japón, y conocer cómo ha sido acogido, su experiencia con la cultura nipona y la imagen que tiene del atún que se consume allí: “Es el producto más preciado del país, y es nuestro”, relata en el filme.
Oro rojo, en cualquier caso, es mucho más que una película documental sobre la pesca del atún y su repercusión en la sociedad y economía barbateña, así como sobre la trascendencia gastronómica adquirida por el propio producto, sino que es una declaración de amor a la provincia de Cádiz, a nuestra cultura, a una de nuestras tradiciones milenarias, incluso “a nuestra forma de ser”, subraya Sotomayor, quien considera que ese “homenaje a la tierra estaba ya muy presente en El sentimiento de los vientos, donde podíamos comprobar que todo esto sucede aquí por el enclave, por las playas, por la gente. Los almadraberos son andaluces, de Cádiz, personas muy especiales, y eso se transmite en ambas películas y es una buena promoción de lo que somos nosotros”.