Inconsciencia, más corazón que cabeza. Con esta expresión define el ubetense Manuel Berlanga (1966) su motivación para encarar uno de los proyectos culturales más emblemáticos de la provincia, el que desarrolla desde 2013 la Fundación Huerta de san Antonio de Úbeda, una entidad sin ánimo de lucro que creó junto a sus hermanos Antonio y Nicolás, y de la que es el responsable de la gestión y producción de eventos. “Me movió la frescura de las ideas y convicciones, que se pueden hacer cosas y no quedarse en decirlas o la queja permanente”, reconoce.
Con estudios de Filosofía y más de treinta años de profesión periodística, se ha involucrado en cuerpo y alma en una Fundación cuyo principal objetivo es la restauración y rehabilitación de la iglesia de San Lorenzo como centro de dinamización social y cultural. “Ahora, San Lorenzo es un fascinante edificio, mezcla de muchos estilos, a medio construir o reconstruir. Con sus heridas abiertas, pero consolidado, todavía una mezcla entre un garaje punk de Nueva York y una iglesia renacentista italiana. Hemos conseguido recuperar un espacio perdido, llenarlo de vida y ayudar a la recuperación del barrio de San Lorenzo”, apunta.
De su trabajo a favor de la cultura, le llena “ir más allá de los estrechos límites locales y provinciales”. Explica: “Siempre hemos huido de hacer cosas exclusivamente en Úbeda, con gente de Úbeda o para el público de Úbeda. Lo que no quiere decir que no nos guste trabajar por el barrio y poner nuestro granito de arena para conseguir que Úbeda sea una ciudad más próspera y abierta, con su patrimonio como motor de desarrollo económico y social”.
El reto de la Fundación es “seguir abiertos, buscar la sostenibilidad económica para hacer cultura a través de la restauración del patrimonio, ya que éste, bien gestionado, es una de las fuentes más seguras de trabajo y riqueza, inagotable a poco que se cuide”.
Siempre están ‘abierto por obras’, con conciertos, exposiciones, charlas, presentaciones de libros, teatro, recitales de poesía, talleres y gastronomía, intentando atraer “a quien quiere hacer las cosas de otra manera desde la sociedad civil, sin esperar a que lo hagan las administraciones públicas”.
Se esfuerza en la recuperación de la memoria oral con la colección editorial ‘Juancaballos’ (narrativa y poesía). “Nuestra seña es hacer las cosas con honestidad, no defraudar a las personas que confían en nosotros y cuidar los detalles”, dice al hablar de una editorial pequeña, que tarda un año en editar una novela, que trabaja “por encargo”, por “cuestión de amistad”. Explica: “Todo es lento, por decantación, como mejor salen las cosas”, dice.
Y así ha sido con ‘Corazón sin sueño’, el primer libro de poemas de Salvador Compán. Dice: “Salvador conoció lo que hacíamos. Decidió ayudarnos con lo que mejor sabe hacer, escribir. Recopilar sus poemas vino después”.
La editorial surgió en 2015, a partir de la publicación de ‘La puerta de la infamia. Crónicas del caso Marey’, de Antonio Muñoz Molina, que cedió los derechos de autor.
Ha publicado a figuras de las letras como García Montero, y de la música, como Joaquín Sabina. “Que el libro se conozca, tenga la oportunidad de ser leído y disfrutado es una labor titánica”.
Partidario del “acceso universal a la cultura, pero no de la cultura de lo gratis”, trabaja en una campaña de micromecenazgo, estableciendo el donativo de un euro en cada actividad. “La necesidad es económica y la pedagogía es hacer ver que la cultura y el patrimonio es cosa de todos y que entre todos tenemos que cuidarlos”, dice.
Y así será cuando retomen la actividad cultural. Con la crisis sanitaria por el coronavirus Covid-19, “todo está aplazado y San Lorenzo, cerrado”.