"Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra. Vivir con el alma aferrada, a un dulce recuerdo que lloro otra vez”, cantaba Gardel aunque hoy diferimos en eso de que veinte años no es nada. Veinte años da para mucho, por ejemplo, para que un bar se convierta en leyenda viva del Paseo Marítimo de Barbate. Por ejemplo, para que un bar sea el perfecto ejemplo de su dueño, hecho así mismo, con piel curtida a base de trabajo y con un presente ganado a pulso por el esfuerzo realizado en el pasado.
Este viernes ocurrirán muchas cosas en el mundo. Algunas personas encontrarán el amor, otras fracasarán en su intento de suicidio, e incluso habrá quien invente un nuevo cachivache que el lunes nos venderán en anuncios injertados en pantallas de plasma. Está claro que este viernes habrá nacimientos y defunciones, políticos que dimiten y profesoras que se embadurnarán el alma con una mezcla de Prozac y Lexapro. Pero seamos serios, el evento del día, y si me apuran del mes y del año, se vivirá esta misma noche, con aires ochenteros y de blanco inmaculado: porque hoy el Bar Europa celebra sus primeros veinte años entre nosotros. Y lo dicho, veinte años dan para mucho, por más que Gardel se empecine en su frente marchita.
Música en directo en noches de verano, hombres rana frente al mar, zambombas para recibir la Navidad, dulce y salado en primavera, Tito Alcedo siendo profeta en su tierra, Nono, carrusel deportivo con un suegro sentado en una esquina, y siempre siendo la mejor banda sonora de esta esquina del litoral nacional.
Grandes tardes e inolvidables noches. Primero en su terraza, pero pronto, cual Ulises atraído por el cántico de las sirenas, acabas apoyado en su barra para aislarte de las conversaciones y centrarte en su gusto por la buena música. Ecléctico, variado, con lo mejor de cada década sin menospreciar lo nuevo. Si es bueno, es bueno. Y no hay nada mejor que irse a dormir tras disfrutar de un par de cervezas o un par de copas maridadas con un variado de lo mejor de Bob Marley, Michael Jackson, Queen, Pink Floyd, Madonna, Jimi Hendrix, The Doors, U2, Tina Turner, Carlos Santana, David Bowie, Janis Joplin, Eagles, R.E.M., Bruno Mars, Amy Winehouse, The Beatles..., sin dejar de lado lo mejor de nuestra música, desde El Último de la Fila, pasando por Radio Futura, Antonio Vega, Héroes del Silencio, Rosendo, Miguel Ríos y un largo etcétera.
Lo digo como lo siento. El Bar Europa me atrajo desde el principio por su pasión por la música. Y también porque está perfumado con ese aroma que desprende el esfuerzo. Y aquí aparece Juan Verdugo, su gerente.
No quiero ponerme sentimental, pero comparto esa infancia en la que el dinero no era lo más frecuente en nuestras casas. Cuando el Día de Reyes el balón era para cuatro. Cuando la ropa se heredaba. Cuando comenzar a trabajar a temprana edad era la única opción para tener algo en el bolsillo los sábados y domingos, algo para poder salir con los amigos.
Juan es uno entre diez hermanos. De familia humilde, desde niño se buscó la vida tocando todos los palos, desde vender rosquetes en Semana Santa a Lotería en el muelle antes de que zarparan los barcos. Así hasta que llegó un día en que se puso a trabajar detrás de una barra, en el bar Joseleque en el Puerto.
Una huella imborrable de los 80
Luego, con la adolescencia ya mascada y la juventud aflorando en las sienes, se lanzó, primero con socios como Manuel Gallardo, a dejar su huella en la movida de los ochenta en Barbate. ¡Y vaya si dejó su sello personal en los sueños juveniles de los que hoy ya rozan, o sobrepasan, el medio siglo! El Cocoa, el Makoki o El Patio forman parte no solo de su pasado, sino que está arraigado en los recuerdos de toda una generación. Casi siempre cerca o bien del océano, nadie olvida esa enorme ola que inundó uno de sus locales, o cerca de la desembocadura del rio, que no es lo mismo, pero es igual.
Tras esas experiencias que marcaron su juventud, con la cabeza siempre bien amueblada, alejada de interferencias, sabiendo lo que cuesta cada moneda y con la noche trabajada con pasión pero sin perdición, decidió en 1.998 abrir, en solitario, el Bar Europa. Con su barra y su terraza y su cliente fiel, casi fija, lo cual, bien lo saben los hosteleros, es lo más difícil de conseguir. Al cabo de más de una década, la historia así lo refleja, cambió de local sin salirse de su Paseo Marítimo, ni de la idiosincrasia de su bar. Así, en 2013 se trasladó hasta el sitio donde en la noche de este viernes, con un homenaje musical a los ochenta con acento español, el Bar Europa se complace a celebrar, con sus clientes habituales y muchos más, sus veinte años de vida, veinte años que han dado para mucho y que darán para mucho más. Felicidades Juan y felicidades a todo el equipo: Emi, Juan hijo, Pamela, Mariam, Antonio y Ana.
PD: No me creerás, pero cuando estaba en Tánger, ya sabes ahí enfrente, soñaba con sentarme en este Paseo Marítimo y mirar mis recuerdos y mi pasado, con esta misma y compartida luz, a través del mar mientras suena, entre brisa y brisa, With Or Without You. Un abrazo y Feliz Aniversario.