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Ronda

Genalguacil expone una exposición de la vida y obra de Carlos Re

La exposición “Ritual y Soledad” permanecerá abierta al público hasta el próximo 1 de agosto.

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  • EXPOSICIÓN -

     El Museo de Arte Contemporáneo Fernando Centeno de Genalguacil acoge desde el pasado sábado la exposición “Ritual y Soledad”, una muestra que hace un recorrido por los últimos 30 años de la dilatada trayectoria del artista Carlos Re. En el acto de presentación, al que acudió un numeroso público, participaron Miguel Ángel Herrera, alcalde de Genalguacil, María José Rodríguez, teniente de alcalde del municipio, la diputada provincial María del Pilar Fernández-Figares y el propio artista. La exposición “Ritual y Soledad” permanecerá abierta al público hasta el próximo 1 de agosto, cuando se iniciará la XIV edición de los Encuentros de Arte de Genalguacil.

     Según ha redactado Antonella Montinaro,  “la vida de Carlos Re empieza en Buenos Aires un 7 de enero de 1946, el día después de la celebración de la epifanía. Epifanía es una palabra que proviene del griego ἐπιφάνεια y significa aparición,  refiriéndose a una manifestación o revelación divina.  Lejos de cualquiera conexión religiosa, una epifanía, desde un punto de vista laico se define como una sensación profunda de realización, en el sentido de comprender la esencia de las cosas.  Alguna que otra experiencia epifánica  ha experimentado Carlos Re, al igual que a muchos filósofos, místicos, artístas o científicos que han confirmado a través de los relatos históricos haber pasado por algunas, y seguramente una de ellas fue su viaje en Nueva York. 

     El encuentro con  esta gran ciudad decepcionó al artista; le produjo una fuerte impresión de vértigo, de sofoco, unas sensaciones parecidas a las que experimentó el poeta Federico García Lorca durante su estancia en la Universidad de Columbia, entre 1929 y 1930, justo durante la quiebra de Wall Street.  Es posible notar muchas similitudes entre el artista y el poeta. A ambos les impactó profundamente la sociedad norteamericana, y sintieron desde el inicio de su estancia una profunda aversión hacia la industrialización de la sociedad moderna. A los dos  les pareció que la naturaleza había sido arrollada por la técnica y que el ser humano se había masificado y alienado.

     Muchas de las obras que podemos ver en la exposición proceden de una serie realizada en los años ’90 en Amsterdam, a la vuelta de un viaje en Nueva York. Eran años locos, los del arte colectivo y él se juntaba en esa época con influyentes artistas alemanes coetáneos de la corriente de la neofiguración abstracta, del neoexpresionismo alemán y de la transvanguardia italiana como Markus Lüpertz,  Mimmo Paladino o Gerhard Richter. A mediados de la década de 1970 surgieron el Neoexpresionísmo alemán y la Transvanguardia italiana. En ambos movimientos aparecen las características propias de la ideología de la posmodernidad, pero para Re es todo nuevo, él no posee la memoria histórica de sus amigos alemanes.

     Entre las obras de esta serie dedicada a la ciudad de Nueva York, destaca una entre todas. Se trata de un torso masculino desnudo, que recuerda al Discóforo de Polícleto, y que es inspirado en la Oda a Walt Whitman. Este poema es un homenaje de Federico García Lorca al poeta de la multitud, del amor universal. Frente a la ciudad deshumanizada, en este caso Nueva York, el poeta granadino anhela una sociedad solidaria cuyo modelo más cercano es el autor de Leaves of grass, igualmente el cuadro es un homenaje a este poeta, cuya sexualidad también ha sido tan discutida como su obra.

     Tras transcurrir la juventud en Argentina, su país, Carlos Re se mudó a Amsterdam donde vivió durante 25 años, y lleva otros 20 en la Valle del Genal. La fuerza energética inmensa de sus obras parece hacer referencia a las tres edades de la vida, con un renacimiento espiritual y vital en cada sitio, que también influye en sus pinturas y en la paleta de colores utilizada según el lugar de trabajo.

     “Re”, el apellido de orígenes italianas de este artista, es casualmente una abreviación de rebirthing, su otra pasión vital, además de la pintura, y que me atrevo a identificar como su propio código con el mundo exterior.  El rebirthing es un proceso de transformación personal y crecimiento interior profundo y poderoso, basado en la consciencia del pensamiento creativo.

     Otra parte del corpus de obras que pertenecen a esta exposición ha sido producida en Genalguacil, un lugar que se ha convertido en las últimas décadas en un punto de encuentro y creación para artistas. Re descubrió Genlaguacil por casualidad hace casi 20 años, cuando harto de la mentalidad y de la oscuridad del norte de Europa decidió mudarse al sur, y a día de hoy desempeña su labor en un estudio ubicado en el centro del pueblo.

     Muchas de las obras de esta etapa siguen teniendo colores oscuros y siguen siendo muy abstractas, aunque en este caso la abstracción se canaliza en una búsqueda interior, en la necesidad de encontrarle poesía a la realidad. Retratos, autorretratos, el artista busca el reflejo de su interior en su entorno.

     Strange dialog John, obra dedicada a un amigo, que eligió otro camino, es una de las obras principales de la exposición, de gran formato ha sido realizada en unos tejidos ensamblados por el mismo artista, en esta pieza podemos resumir los últimos años de trabajo de Re, que define el arte como un acto chamánico, un viaje interior en el que se deja fluir. Su pintura es el ritual de la luz, el ritual de la soledad y todo parece indicar un constante deseo de encontrar la luz, desde la sombra y no acaso uno de sus artistas favoritos es Mario Merz es fascinado por la luz, siendo esta un elemento central en su obra, después de su etapa figurativa.  La utilización de la luz de neón, en los contextos más dispares, permite a Merz de vehicular la atención del espectador del objeto en sí mismo a la  energía que éste emana. Porque Merz, al igual que Re, no era un simple artista, era, de menos a más, un artesano, un alquimista y un místico”.

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