El 29 de junio de 2008 la selección española se proclamaba, con gol de Fernando Torres, campeona de la Eurocopa de Austria y Suiza, en un título que iniciaba la etapa de dorada del fútbol español, con cuatro años de dominio de Europa y el mundo.
Un pase de Xavi Hernández, uno de los padrinos del estilo del éxito que nacía en esa Eurocopa, a la velocidad de Fernando Torres que ganaba en su carrera poderosa a Lahm y picaba con calidad el balón ante la salida de Lehmann, daban forma al tanto que tumbaba a la poderosa Alemania y fulminaban 44 años de frustraciones.
España volvía a conquistar una Eurocopa, su segunda, y transformaba la Furia que le caracterizaba del pasado en el toque como seña de identidad de un grupo de jugadores unidos en torno a la figura de Luis Aragonés. Llegaron a la fase final con sufrimiento y una crítica que los unió aún más, para desatar un fútbol que maravilló y que encumbró a la 'generación de oro' del fútbol español.
Para la historia quedaban como héroes de Viena un inexpugnable Iker Casillas, encumbrado desde los penaltis que derrumbaban el muro de cuartos de final ante Italia. Una defensa con Sergio Ramos de lateral, cerrando con una gran final una irregular Eurocopa, Carles Puyol inconmensurable, ejemplo de la raza española y clave para que la Roja no encajase un solo gol en cuartos, semifinal ni final junto a Carlos Marchena como pareja y Joan Capdevila de lateral izquierdo.
Marcos Senna firmando una competición perfecta como medio centro defensivo, aportando equilibrio y hasta acariciando un gol en la final, que de haber marcado le pudo encumbrar como mejor jugador del torneo. Xavi Hernández como el dueño del balón impartiendo una clase en cada partido. Andrés Iniesta dando salida a su magia. David Silva indiscutible por primera vez gracias a Luis Aragonés.
Cesc Fábregas jugando con la mentalidad de un veterano a sus 21 años, autor del último penalti de la tanda de cuartos que ahuyentaban los fantasmas y Fernando Torres quedando para la posteridad como el autor del tanto de la final. Soñó en voz alta en la víspera en una entrevista con EFE con marcar "el gol de Marcelino" y cumplió para unir a todo un país en torno a la gloria.
La gran ausencia de la final era David Villa, clave del éxito con sus cuatro tantos en el torneo. En la segunda parte de la cita con la historia en el Ernst Happel de Viena, sumaban sus nombres Xabi Alonso, Santi Cazorla y Dani Güiza como los tres cambios. El grupo unido lo completaban Andrés Palop, Álvaro Arbeloa, Raúl Albiol, Juanito, Fernando Navarro, Rubén de la Red y Sergio García.
"Si no estoy en la final con este equipo soy un mierda. Sólo pido que jueguen y se diviertan jugando", les dijo al que todos los futbolistas consideraban un genio, Luis Aragonés, antes de partir al estadio en una charla inolvidable. Era su último partido como seleccionador. Antes de la Eurocopa, cansado de tanta crítica, había decidido volver a los clubes e iniciar una aventura en el fútbol turco en el Fenerbahçe.
"Nos ha llegado el momento tras dos años de lucha. Nos han metido hostias de todos los colores. Vamos a demostrarlo en el campo". Y España lo demostró para iniciar una etapa en la que ninguna selección supo poner freno a sus virtudes. El Mundial 2010 y la Eurocopa 2012 llegaron gracias a todo lo que nació en la concentración idílica entre montañas de Neustift.
"Hoy hace 10 años un grupo demostramos al mundo que la historia se puede cambiar", recuerda Fernando Torres en sus redes sociales junto a la imagen del gol, en el momento que picó el balón y como toda España celebraba un momento de gloria que lo cambió todo.