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Jerez

Nuevos aires en Plaza Belén

Los recuerdos del cuartel de la Policía Armada, del Economato, de los tabancos, del Colegio, de la calle Rompechapines, del bullicio de la gente

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  • El parque infantil de la Plaza Belén -

Sábado por la mañana. Día de primavera de las antes. Ni frío ni calor. Ni playa ni campo. Ciudad. Momento para pasear, para ver, observar, sentir, palpar a pie de calle lo que se está haciendo en ese casco antiguo de Jerez, ese casco por donde correteé muchos años al calor de la casa de los abuelos. Caminata ni corta ni larga. Justa hasta llegar por calle Salas y alcanzar Santa María de Gracia. Monjas en la puerta barriendo y baldeando la acera del convento. Monjas que abrazaron el catolicismo en sus tierras africanas y que ahora moran en el convento al que siempre conoceremos por el de Santa Rita. Plaza Ponce de León y recuerdos de ese número dos que se ha hecho discoteca. Luis de Ysasi y la plaza Belén, que era el objetivo. En mi moviola mental los recuerdos de aquella niñez de cuartel de Policía Armada, de Economato, de Colegio que había sustituido a la antigua cárcel, que yo no alcancé a conocer, bullicio por arriba y por abajo, tabancos abiertos a la verita misma de la iglesia de San Lucas, el palacio de Montegil cerrado como ahora, la calle Rompechapines viendo el deambular de unos y de otros, viendo el tránsito hacia dentro de las casas, el bar del Mosca, los trabajadores que llegaban a sus casas desde las bodegas. Una plaza Belén con mucha vida, con bolsos llenos de comidas provenientes del economato, una plaza que después perdió el Colegio para convertirse en un mamarracho, que vio irse el cuartel, que vio cerrar el economato, que vio como la droga destrozaba aquel barrio chino de Rompechapines y como las casas se deshabitaban y los tabancos cerraban y la vida se apagaba como se apagó aquel macroproyecto de Ciudad del Flamenco. La plaza Belén, el epicentro junto al Mercado y San Mateo del Jerez eterno, del Jerez de siempre. Una plaza que se remodela y que me gustó. Aires nuevos que se deben tener complementado con el Museo del Flamenco, con esos proyectados hoteles o con los apartamentos turísticos en Montegil y, sobre todo, con una estructura nueva que dinamice ese sector que, de cara a un inmediato futuro, debe ser decisivo para la oferta de turismo ciudadano, por la economía de la ciudad.

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