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Escrito en el metro

El día de la loseta

Tuve la percepción del más reciente Día de la Loseta el pasado 14 de Febrero, para más inri Día de los Enamorados y Miércoles de Ceniza

Publicado: 05/03/2018 ·
17:51
· Actualizado: 05/03/2018 · 17:52
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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En Norteamérica existe la tradición de celebrar el día en el quela marmota deja de hibernar. Así el 2 de febrero se dedica desde hace unas décadas a tan singular roedor. Un curioso indicador de que acaba la época más fría del año. Por extensión el Día de la Marmota se ha globalizado, entendiéndose por tal a toda situación irritante que se repite cíclicamente sin que podamos evitarlo. Aquí cada cuatro años disponemos también de una señal de que algo irritante va a suceder. No es un cambio de estación, ni tan siquiera un cambio en nuestra forma de vida. Es el Día de la Loseta. Se trata de ese día en el que los martillos percutores comienzan a levantar sin justificación los acerados de calles y plazas. Es la señal de que comienza una larga y cada vez más tediosa campaña electoral. Así la manzana donde vivo dispone en menos de quinientos metrosde un mosaico de hasta ocho tipos de solerías distintas, desde plataformas de hormigón hasta resbaladizas losas de cerámicas de una prestigiosa marca. Es la huella histórica de los últimos ocho comicios electorales.

Tuve la percepción del más reciente Día de la Loseta el pasado 14 de Febrero, para más inri Día de los Enamorados y Miércoles de Ceniza. Estaba claro que se trataba de una conjunción astral. Al igual que en el dedicado a la marmota, la irritación venció a la templanza. Impartir una clase durante una hora a más de cien alumnos hacinados en un aula teniendo como ruido de fondo un picapica levantando la solería del Boulevard del Campus, colmaba la paciencia del mismísimo Job. Miguel Ríos describió bien la receta a seguir cuando percibía este ruido de fondo: estoy cansado de la misma canción, mi cabeza da vueltas y necesito encontrar algo que me saque de la depresión. Era difícil encontrar ese algo porque cuando al salir se observaba además del desolador paisaje de un pavimento levantado, que las fuentes del Jardín eran destrozadas por un martillo picador. Algún día alguien estudiará la correlación entre las citas electorales y los pavimentos en España. Un trabajo arqueológico que concluirá sin duda que los españoles de hoy teníamos en nuestro folclore un día dedicado a cambiar el suelo que pisabamos para ahuyentar  la realidad de cuanto nos sucedía. Irritante, sin duda.

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