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Productos catalanes

"En uno de mis artículos sobre Cataluña pedía yo que en la medida de nuestras posibilidades no contribuyésemos a expandir el odio"

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Sigo insistiendo: espero y deseo que España siga siendo España. Y al decir que siga siendo España quiero decir con Cataluña dentro, formando parte de nuestro territorio y de nuestra Constitución.
Pero espero y deseo algo más, y es que nos llevemos bien, que no nos dediquemos a lanzarnos puyas unas regiones contra otras, unas nacionalidades contra otras. Estar juntos es hermoso y se funda en nuestra común historia, pero de qué nos sirve si no nos hablamos, si andamos todo el día poniéndonos como los trapos desde parlamentos regionales o desde entrevistas radiofónicas. Lo último, no sé si lo han visto, ha sido el ex Presidente de la Junta Rodríguez de la Borbolla, que ha llamado cerdos a los independentistas. Ya verán ustedes como no sale nadie del PSOE diciéndole que es un irresponsable y un mal educado.

Y luego los whatsapp. ¿Cuántos whatsapp reciben ustedes al día conminándoles a no consumir productor catalanes o ridiculizando a Oriol Junqueras por el “delito” de tener una deficiencia física en uno de sus ojos? ¿Creen ustedes, de verdad, que así se contribuye a construir un país bien avenido, un país donde todos empujemos en la misma dirección?

Es verdad que desde allá arriba hay muchos que actúan igual, pero eso no debe darnos pie a nosotros para embarrarnos en esa espiral de odio entre regiones que no nos traerá nada bueno. Y si no al tiempo.

Lo del boicot a los productos catalanes es de traca. Por un lado decimos que aquello es España –y lo es obviamente-, pero por otro nos negamos a beber su cava para hundirlos en la miseria. ¿En qué quedamos? Ya puestos a ser pulcros en nuestras compras, podríamos suspender toda relación comercial con Marruecos, que es un país que oprime a sus ciudadanos y los mantiene en la más aparatosa miseria mientras su Monarquía nada en la abundancia. O podríamos dejar de comprar ropa deportiva de diferentes marcas que utilizan a niños asiáticos en jornadas de doce y catorce horas a cambio de la comida y poco más.

En uno de mis artículos sobre Catalunya –lo escribo ahora en idioma catalán porque esa denominación también es constitucional-, en uno de mis artículos sobre Cataluña pedía yo que en la medida de nuestras posibilidades no contribuyésemos a expandir el odio. Hoy, ya en este nuevo periódico, pido lo mismo. Y desde luego, y lo digo sin bravuconería, sino consciente de que hago lo correcto, esta Navidad voy a brindar con cava catalán. Por la paz, por la concordia, por el amor y la amistad. Es decir, por todos ustedes.

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