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Escrito en el metro

Carta a un joven emigrante

La patria verdadera es la que te arropa cuando tienes frío en los días más duros o te alimenta cuando hay hambre y sed de justicia

La sensación de aquella madrugada trajo recuerdos de hace medio siglo cuando despedíamos en la estación al tío Alberto camino de Dusseldorf, en un expreso atestado de maletas de tela. Vuelas hacia Bristol ligero de equipaje, pero con una mochila cargada de experiencias, de títulos, de años de becario mal pagado o de forma altruista por la voluntad de aprender y formarte. A duras penas hemos invertido en darte la mejor cualificación. A nadie puede sorprender que no reconozcáis a este Estado como vuestra patria, porque la patria debe ser algo más que un trozo de tierra delimitada por puntos y rayas o un retazo de tela llamado bandera. La patria verdadera es la que te arropa cuando tienes frío en los días más duros o te alimenta cuando hay hambre y sed de justicia, debe ser la que provea de seguridad y de un techo en que guarecer tu intimidad. Goya lo vio, este país es la reencarnación de Saturno y, como el dios griego, devora a sus hijos por el pacto entre unos pocos con el Ibex 35 para poder gobernar. España deja de ser vuestra patria, solo es un Estado que os reconoce como simples móviles exteriores, partículas errantes, como en un acto de necedad os definiera una iluminada ministra. Para ella y los de su calaña esa es la diferencia con los hijos del Ibex 35. Ellos no emigran solo viajan al exterior para consolidar la posición internacional de la familia en centros de negocio o en paraísos fiscales.

Por fortuna para vosotros, los hijos de la clase media y obrera, aprenderéis de otras culturas, como Ulises en su dura travesía, que el empresariado moderno puede ser comprensivo, que los mejores jefes o CEOsson los que apoyan a sus trabajadores, los respaldan, les corrigen en sus errores y los aplauden en sus éxitos. Ellos si son patriotas, y no el modelo feudal del tradicional empresariado español cuyo único objetivo es el enriquecimiento personal movidos por el prestigio, la ambición y la codicia.

Más allá de la excelente formación que ahora tenéis, la gran diferencia con los tíos Alberto, es que mientras ellos fueron para ahorrar un dinerillo con el que comprarse un piso, un seiscientos y montar un bar con el nombre de El Emigrante, vosotros haréis de aquellas tierras vuestra tierra, no teniendo por más patria que vuestras manos y por más bandera vuestro corazón.

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