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Jaén

Miguel Hernández y Josefina Manresa, 72 días en Jaén

Poco se conoce del día a día de Miguel Hernández y su esposa durante su estancia en la capital, la mayor parte de ello, gracias a las cartas de su esposa

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  • Miguel Hernández y Josefina Manresa -

Miguel Hernández residió en la capital jienense durante 72 días, diez más que su esposa Josefina Manresa. Llegó el 2 de marzo de 1937 y abandonó Jaén del 12 de mayo. Poco hay documentado del día a día del poeta en Jaén, más allá de su labor como responsable del periódico Altavoz del Frente Sur y la poesía escrita, la mayor parte recogida en ‘Viento del pueblo’. De este modo, “Ruiseñor de fusiles y desdichas: Jaén en la vida y obra de Miguel Hernández”, publicado en 2010, de Manuel Urbano Pérez Ortega, se convierte en la principal fuente para conocer la cotidianidad del poeta en la ciudad de Jaén, para conocer con quien compartió sus días y sus noches, sus reflexiones, qué lugares frecuentaba, siempre junto a su amada esposa, Josefina Manresa, natural de Quesada.


“No escasean los estudiosos de la vida y obra de Miguel Hernández que mantienen la presencia del poeta en Andalucía e, incluso, en la provincia de Jaén, en fechas anteriores a las de marzo de 1937. Conjeturas que, si bien pueden ser ciertas, no vienen avaladas por documentos y testimonios que, a mi entender, las confirmen sin fisuras”, recoge Manuel Urbano en su obra.
No obstante, recuerda que, a mediados de febrero de 1937, el poeta alicantino causa baja en el quinto Regimiento y en su 1ª Brigada Móvil de Choque, donde fuera jefe del departamento de Cultura del batallón bajo las órdenes directas del cubano Pablo de la Torriente, ambos dependientes del militar comunista Valentín González González, ‘El Campesino’, “siendo destinado al Altavoz del Frente Sur, en Jaén, ciudad donde se encontraba el cuartel general del sector sur del Ejército de Andalucía, el que, en aquellas fechas, estaba siendo reorganizado tras la toma de Málaga por las tropas hispanoitalianas”. En esos días la guerra se libraba principalmente en Madrid y su provincia. Es escasa la actividad bélica en la línea Córdoba-Jaén, donde se suceden poco más que algunas escaramuzas y golpes de mano, salvo la batalla de Lopera. Sin embargo, por esas fechas, el general Queipo de Llano inicia la ofensiva nacional sobre Pozoblanco. Los atacantes se hallaban detenidos en el cruce de carreteras de Peñarroya a Villanueva del Duque. El avance detenido dio al traste con el intento de Queipo de liberar el Santuario de la Virgen de la Cabeza, lo que elevó la moral del ejército de la República, según recuerda Urbano.
En una carta remitida a ‘El Campesino’, Miguel Hernández lamenta no haberse despedido tras su nuevo destino a Jaén: “…no he podido estrechar tu mano antes de salir para Andalucía […] yo seré el poeta dispuesto a empuñar el fusil y a empuñar el romance cuando lo creas conveniente, dispuesto a morir a tu lado: dispuesto a que mi voz sea la que nuestro pueblo mueve sobre nuestra garganta”.


Finalmente, el día 2 de marzo está ya en Jaén, establecido en el edificio del Comisariado, situado en el número 9 de la calle Llana (hoy Francisco Coello, 11), en el palacio de los marqueses de Blanco Hermoso, “una alhajada casa de Teresa Fernández de Villalta, I Marquesa del Rincón de San Ildefonso, viuda de José del Prado y Palacio, ministro de la monarquía de Alfonso XIII, alcalde de Madrid y senador vitalicio, entre otros cargos”.


El primer acto público del Frente Sur en la capital, al que Miguel Hernández no asiste, pero programa, porque se desplaza a Alicante a casarse, tiene lugar el día 8 de marzo con motivo de la celebración de la Jornada Internacional de la Mujer, con la proyección de la película soviética ‘Las tres amigas’, que se proyectó en un equipo móvil que disponía el Frente Sur en Jaén que se desplazaba no solo a la zona del frente, sino por distintas plazas de la capital. “Mi querida Josefina. Espérame. Voy dentro de cuatro días. Prepárate para nuestro casamiento. Vas a venir a Jaén conmigo. tengo una alegría muy grande, nena. No se te hará antiguo el vestido” le dice el poeta a su novia al día siguiente de llegar a la capital jienense.


“Y el nueve de marzo, a la una de la tarde, contraen matrimonio civil en el juzgado de Orihuela, al que no acude la madre de la novia a causa de la grave enfermedad que padece. El novio va de soldado, con el uniforme de caqui verdoso –anchos y largos pantalones y cazadora corta– que procede de su época del Quinto Regimiento; la novia viste un sencillo traje de fiesta; pero su atuendo normal será de modesto corte, negro, de riguroso luto –así aparece en todas las fotografías giennenses que conocemos–, pues su padre, Manuel Manresa Pamies, guardia civil de segunda clase, había sido asesinado, junto a tres guardias más y un cabo, en un tiroteo realizado por milicianos incontrolados, el anterior trece de agosto, en Elda, donde cuatro meses antes había sido destinado”, recoge Manuel Urbano en su obra.


Hernández y Manresa pasarán la noche de bodas en Cox pernoctado en Alicante al día siguiente. Llegaron a Jaén el 12 de marzo de 1937 tomando posesión de una modesta habitación –‘los ladrillos del pavimento, rústicos, encarnados’– en el domicilio de la calle Llana.
En él, por igual, describe Urbano, se aloja alguna otra joven pareja, “caso de la compuesta por el poeta arriacense José Herrera Petere y su esposa, Carmen Soler, con la que se había casado pocos días antes; circunstancia que hará intimar a ambas parejas y que, años después, recordará la viuda de Petere en declaraciones a Narciso Alba”: “Conversábamos lo que se podía hablar en esa época terrible de guerra […] también hablábamos de nuestras respectivas bodas, que eran bastante ‘informales’, como dirían hoy día”.


Sobre la casa donde se alojan, Josefina Manresa escribió: “Aquella residencia en Jaén donde estaba instalado el Altavoz del Frente había sido casa de una marquesa. A una señora llamada Lucía, le decían la responsable de allí, y a mí me obsequió con dos servilleteros de plata con las iniciales de la marquesa, y unas cortinas de encaje de color beige. A mi me enfadó mucho el regalo. No era cosa que yo ambicionaba, y menos todavía de esa manera, y así se lo hice constar a Miguel. Él me dijo que, cuando nos fuéramos, lo dejaría allí. y allí se quedó cuando me vine”.

Calle Llana
Aquella vivienda también sería, al margen de su función política, lugar de encuentros y múltiples vivencias. “En él coinciden con su alegría en ocasiones propicias, desde militares, caso de Pedro Martínez Cartón, quien dirigiera el asedio al santuario, hasta pintores y dibujantes, como lo fuera el humorista Andrés Martínez de León, ‘Oselito’, o poetas de primera línea, caso de Pedro Garfias, quien durante años fuera recaudador de impuestos municipales de La Carolina, donde dirigió la revista literaria ‘Nosotros’, explica Manuel Urbano, quien señala también que, entre los compañeros amigos, al fotógrafo Tréllez, así como a Brafia y Andrés Pérez Balmés. Lo recordará en sus memorias Josefina Manresa: “Allí conocí a Martínez de León, ‘Oselito’; a Pedro Garfías, un hombre con atropello para hablar; a José Petere, el de la ‘verde oliva, más que verde plateada’; a Martínez Cartón, que cantaba figurando con voz de tiple, en aquellos ratos de reunión, y a otros. Allí me decían Fátima”.


Existe una fotografía (sobre estas líneas), en la que, junto a otras personas, aparece Miguel Hernández apoyado en una pared y cantando, a la vez que Herrera Petere toca un pequeño acordeón. “Cuando dispone de algún tiempo, el matrimonio suele pasear o caminar hasta Jabalcuz, cuyo balneario –“los Baños”– y finca de recreo también son propiedad de la marquesa del Rincón de San Ildefonso. En una carta que Josefina Manresa escribiera a Diego Vadillos Lechuga, para un homenaje jaenés al poeta, lo rememora saliendo de la casa de la calle Llana y encaminarse a la próxima senda de los Huertos, donde, en una alberca, Miguel “se bañaba on su hermosa salud”.


Pocas amistades y vida social se conocen más del matrimonio en Jaén, si bien, el recuerdo de su estancia lo llevarán ambos hasta el final de sus días, lamentando, además, que no pudieran visitar la localidad natal de Josefina Manresa, Quesada.

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