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Sevilla

La prueba clave de una aprendiz de forense

El 24 de febrero fue encontrada en un parque de Sevilla una mujer muerta aparentemente por suicidio y se ordenó recoger la basura del entorno, pero una limpiadora con vocación de forense sospechó de un homicidio y recogió con minuciosidad la prueba que permitió detener al presunto asesino

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  • La aprendiz de forense -

El 24 de febrero fue encontrada en un parque de Sevilla una mujer muerta aparentemente por suicidio y se ordenó recoger la basura del entorno, pero una limpiadora con vocación de forense sospechó de un homicidio y recogió con minuciosidad la prueba que permitió detener al presunto asesino.

"Carmen la del pincho", como quiere que le llamen porque desde hace 28 años usa un palo con un pincho para recoger la basura del Parque de María Luisa, se puso una bolsa de plástico a modo de guante para recoger ocho pañuelos de papel y los "salva slip" con sangre que había detrás del banco en el que se encontró a la mujer, de 31 años.

Los restos que recogió los depositó en una bolsa de plástico independiente "para no contaminar las pruebas", y esa bolsa "con un nudo" la metió en otra mayor que es la que emplea habitualmente en su trabajo, según ha relatado a Efe.

La gran bolsa la dejó en la zona de Los Lotos del parque junto a la basura de otros trabajadores, desde donde se llevaron a un contenedor de basura amarillo.

Cuando la autopsia determinó que la mujer no murió por los fármacos que ingirió con intención de suicidarse, lo que no habría logrado porque la dosis no era mortal, sino por una violación brutal, la Policía Científica pidió recuperar todos los restos hallados junto al cadáver para analizarlos.

Entonces recibió una llamada de su capataz y ella le dijo, sin ningún género de duda, dónde estaban los restos que retiró junto al cadáver, en cuyo bolso la Policía encontró una nota de suicidio y por lo que en principio se pensó en esa posibilidad como causa de la muerte.

"Como soy muy aficionada al CSI, puse los restos en una bolsa aparte para no contaminar las pruebas, y me llamó la atención que la Policía no las recogiera antes, porque también había restos de sangre por el banco", según ha explicado la mujer en referencia a la serie de televisión que se emite desde el año 2000 sobre un grupo de científicos forenses.

Su actuación, finalmente, ha sido clave para poder detener, trece días después de localizar al cadáver, a F.M.S., un hombre de 46 años acusado por la Policía de homicidio y abusos sexuales.

Fuentes judiciales han destacado su minuciosidad porque en esos pañuelos con sangre se encontraron las únicas pruebas que vinculan al detenido con el homicidio, lo que le ha valido incluso la felicitación de la fiscal encargada del caso.

Si los hubiera puesto junto al resto de la basura, habría sido muy difícil establecer esa conexión, primero por la dificultad para encontrarlos y después por la posible contaminación.

En los pañuelos, tras los análisis científicos, se encontraron restos de la piel del acusado, que pudo ser localizado porque su ADN coincidió con las muestras que la Policía había obtenido cuando fue denunciado por malos tratos por su actual pareja, denuncia que luego retiró.

"Estoy orgullosa de lo que hice", enfatiza la mujer en el lugar en el que se encontró a la víctima, la glorieta Juanita Reina, donde días después de la muerte de la joven se le hizo un homenaje y donde el marido de la limpiadora, que considera "muy bonito" su trabajo, plantó en su honor tres "Justicia", una planta con flores blancas.

La víctima tenía 31 años y se llamaba Sara, el mismo nombre y casi la misma edad que una hija de la limpiadora, que está acostumbrada a ver numerosas relaciones homosexuales y de prostitución en el parque, hasta el punto de que algunos de los habituales de la zona le dijeron que el detenido es "un mirón de tarde", distintos a los que pululan durante su jornada laboral matinal.

El último susto que tuvo Carmen ocurrió durante la semana pasada, cuando se celebró la Feria de Abril. Una mañana, un hombre le avisó de que había una persona que no se movía y ella pensó: "igual que la pobre muchacha".

Cuando se acercó al hombre, le dio levemente con el palo en el pie, tras lo cual reaccionó y le dijo que estaba durmiendo. "Menos mal", dijo, y siguió recogiendo basura con su pincho, en muchas ocasiones condones junto a un parque infantil en la que se citan los homosexuales, en la zona conocida como Los Rosales porque hace años hubo allí numerosas rosas.

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