Si de resultados vive el fútbol, Julio Velázquez tiene las horas contadas como técnico del Betis. Una decisión que no obstante, que pende sobre un consejo de administración que también, debe tener las horas contadas en la próxima Junta de Accionistas. Los goles de Juli y Raúl García podrían condenar al salmantino. El tanto de Rubén Castro, que igualó a Poli Rincón, no sirvió para sacar nada.
N’Diaye de central y el canterano Varela ocupando el lateral izquierdo. La propuesta de Velázquez ante las ausencias de Jordi Figueras y Álex Martínez, a quien se le homenajeó con camisetas de apoyo, al igual que se guardó un minuto de silencio especial.
Y el partido, una vez más en el Villamarín, volvió a ser dominado por el equipo visitante, ante la falta de sistema de juego de los verdiblancos.
El Alavés, mucho mejor colocado sobre el terreno de juego y superior tácticamente al cuadro bético, no tardó en obtener su recompensa en el minuto 15 de encuentro, cuando una internada por la derecha de Toti y posterior centro, era rematado con la testa de manera magistral por Juli.
Pero si el primer gol dejó un mal sabor de boca en la grada de Heliópolis, la traca definitiva no se hizo esperar. Nuevamente, la nefasta puesta en escena del Betis en el césped, motivó que Raúl García, sólo desde la frontal del área, clavaba el esférico en la escuadra de la meta defendida por Adán en el 26’, desatando la ira de los aficionados asistentes, cuyas protestas contra la directiva, el entrenador y los jugadores, salieron a relucir.
Despropósito absoluto que pudo ser peor si los vitorianos hubiesen estado más acertados de cara a portería. Al descanso, el 0-2 en contra, lo decía todo.
Una única sustitución en la segunda mitad para desarreglar el desastre de la los 45 minutos iniciales; mientras que fuera del estadio, los Supporters elevaban sus quejas bajo la lluvia en una noche realmente desastrosa.
En medio de la vorágine de una grada agotada, se encendía una luz cuando Migue tocaba la pelota con la mano y el colegiado señalaba la pena máxima que Rubén Castro se encargaba de transformar, reduciendo la ventaja y haciendo su tanto número 93 con la elástica verdiblanca en el minuto 53.
Pero sólo se trató de un espejismo. La remontada no llegó y el Betis recibió un castigo ejemplar en su propio feudo.