Los servicios de Inteligencia interior de Reino Unido acumularon cientos de registros sobre las vidas privadas de los historiadores marxistas Eric Hobsbawm y Christopher Hill --dos de los más prominentes historiadores del siglo XX-- por sus relaciones con el Partido Comunista, según documentos secretos recogidos por los medios nacionales.
Preocupados por la posibilidad de que tanto Hobsbawm como Hill pudieran ser empleados por la Unión Soviética como punta de lanza para adentrarse en las instituciones de Oxford y Cambdridge, donde impartían clases, los agentes del MI5 iniciaron una investigación que, lejos de hallar pruebas de traición, revelaron profundas discrepancias doctrinales entre ambos y el Partido Comunista.
A diferencia de históricos agentes dobles de Moscú como los Cinco de Cambridge, con Kim Philby a la cabeza, tanto Hobsbawm como Hill jamás albergaron intención de entregar a los soviéticos cualquier tipo información confidencial procedente de las prestigiosas instituciones académicas de Reino Unido.
No obstante, la paranoia originada por la existencia de estos agentes impulsó a los servicios de Inteligencia británicos a investigar a ambos historiadores. Más allá de sus declaradas lealtades ideológicas, los dos mantenían estrechas relaciones con el comunismo europeo: Hobsbawm invitó en 1942 a un comunista alemán para aleccionar a las tropas y Hill se había pasado diez meses en Rusia en 1936.
DISCREPANCIAS CON EL PARTIDO
Pero nada más lejos de la realidad. Los documentos --obtenidos a través de la grabación de conversaciones privadas-- muestran en su lugar animadversión que el mercurial temperamento de ambos despertó en algunos sectores del Partido Comunista. Uno de los responsables del partido calificó a Hobsbawm como "un individuo peligroso" y otro le describió como "un cliente bastante escurridizo".
Es más, con el paso del tiempo, tanto Hill como Hobsbawm terminaron expresando su descontento con la evolución del comunismo. Una "autobiografía" de Hobsbawm recogida por el MI5 revela la frustración del investigador con la sección británica del Partido Comunista. "Creo que no he hecho lo suficiente por el partido. Lo mejor que he podido aportar ha sido mi trabajo profesional pero me habría encantado trabajar más junto a la clase obrera", lamentó.
Tanto Hobsbawm como Hill terminaron apartándose de la causa comunista a partir de la brutal represión ordenada por Moscú contra el levantamiento en Hungría de 1956. Un año después, Hill abandonó las filas de la formación y Hobsbawm se declaró "anti-soviético".
OTROS ESPIADOS
Hobsbawm y Hill no fueron los únicos en el punto de mira del MI5. También fueron espiados historiadores como AJP Taylor, la escritora Iris Murdoch y la filósofa Mary Warnock, que firmó junto a Hill una carta de apoyo a las protestas contra la bomba nuclear en 1959.
Hobsbawm falleció en 2012 y jamás pudo ver estos documentos secretos, a pesar de que en 2009, año en el que murió Hill, tuvo conocimiento de los mismos y solicitó su acceso, que le fue denegado.
Warnock, que tiene 90 años de edad, se declaró completamente consternada tras conocer la existencia de estos informes. "Me encantaría ver mi archivo, o el de cualquiera que haya sido espiado, para ver qué era exactamente lo que consideraban sospechoso. Estoy completamente asombrada... pero, por otro lado, ligeramente halagada", declaró a 'The Guardian'.