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Jerez

El cineasta jerezano Juan Miguel del Castillo da el salto al largometraje con Techo y Comida

“Para hacer una película con poco presupuesto tienes que trabajar muchas más horas y, a veces, ocuparte de tareas que no te pertenecen”

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  • Juan del Castillo -

Techo y Comida es el título del que será el primer largometraje de Juan Miguel del Castillo, director y guionista jerezano con una larga trayectoria realizando cortos. Ahora va a cumplir su sueño de rodar una película y, además, en su ciudad natal. El barrio de La Granja es el elegido para las escenas de esta historia que retrata a una madre joven que está a punto de ser desahuciada y teme perder a su hijo. Una trama dura y sin final feliz por la que ha apostado Diversa Audiovisual, una productora catalana, y que tiene previsto su estreno para el Festial de Málaga 2015, que será en abril. Los pocos recursos con los que cuenta, asegura el director, no se verán reflejados en este largometraje profesional que espera que se estrene en las salas de toda España. Un cine diferente, reivindicativo, social y andaluz, como le gusta definirlo a este guionista jerezano.

¿Cuál es la esencia de ‘Techo y Comida’?
—Es el drama social que está viviendo ahora todo el mundo, la crisis económica. Cuenta la historia de una chica joven que se llama Rocío, de 25 años, y su día a día para salir adelante. No tienen ni para comer y le llega la orden de un desahucio. Es la que está cayendo ahora. Todo parte de que a una vecina mía que tenía niños pequeños le pasó eso. Pero yo me enteré por la televisión. Ella desapareció y a los tres años vi un reportaje que los habían desahuciado. Así que empecé a investigar y me di cuenta de que los desahuciados viven la situación en silencio. Es muy vergonzoso, no se lo cuentan a nadie, y lo viven en soledad. Entonces vi que ahí había una historia y además es un tema que a mí me molesta mucho. Es muy injusto y pensé que había que contarlo. Hay un compromiso social detrás de la película y estoy del lado de los más desfavorecidos. Es un cine social reivindicativo.

Entonces, ¿la intención es concienciar?
—Claro, hacer pensar a la gente. Sobre todo a la gente que mira para otro lado, y darle voz a llas personas que no son escuchadas. Esa es la intención de la película.

Hicisteis una campaña de mecenazgo para financiar la película y tuvo más éxito incluso del esperado.
—Sí, funcionó bien y además antes del tiempo previsto. La campaña duró 40 días en Verkami, una plataforma, en la que pusimos de objetivo 18.000 euros porque si no llegas a esa cifra, no coges nada, entonces fuimos a por lo seguro. Al final llegamos a los 25.000. Y conseguimos el dinero en 30 días, así que muy contento. También la productora, que es Diversa Audiovisual, de Barcelona, ha hecho una campaña fuerte. Ha estado ahí detrás todos los días y estoy encantado de haberlo conseguido.

¿Por qué cree que la gente se ha involucrado tanto?
—Es por muchas cosas. Mi sueño siempre ha sido hacer una película. He rodado muchos cortos y siempre he estado en el mundo audiovisual, entonces los que me conocen me han apoyado ahora. Pero lo más importante yo creo que es la historia, la temática, porque al ver el guión incluso a los de la productora los convencí rápido. A los actores también, que los hay de peso en la película, y lo que les hizo tomar la decisión es el guión. Incluso alguno de ellos me ha dicho que se lo leyó  y se hartó de llorar. Hay un compromiso del equipo, tanto de los actores como de todo el equipo técnico, porque creen en el proyecto, en lo que se va a contar.

Los gastos de rodaje de una película ascienden a bastante más de lo que obtuvisteis con esa campaña. ¿Cómo conseguisteis el resto del dinero?
—Una película profesional se lleva muchísimo dinero. Nosotros estamos intentando tener ese nivel y que no se note que hay poco s medios. Este verano salieron los datos y en España la media es un millón y medio de euros para un largometraje. Nosotros vamos a rodar con 60.000, que es lo que tenemos ahora y con lo que vamos a tirar, porque ya queda un mes para que empecemos. ¿Cómo lo vamos a hacer? Pues con el compromiso de todo el equipo, los actores y todo el mundo porque de los que estamos ahí nadie vamos a cobrar, y estamos expuestos a que si luego funciona y hay beneficios pues ya cada uno cogerá su parte. Esa apuesta de todo el mundo es también lo que hace que podamos tirar. Estoy convencido de que cuando la gente vea la película no va a notar la diferencia. Pero esto es una vez en la vida, así no podemos estar siempre. Porque al fin y al cabo hay que trabajar y hay que vivir.

¿Cómo es enfrentarse a un rodaje de esta manera?
—Pues es mucho más trabajo, dedicarle más horas, y a lo mejor te tienes que ocupar de tareas que no deberías. El productor ejecutivo, que es la última persona al cargo, está en Barcelona. Estamos trabajando a 1.200 kilómetros de distancia. Es la persona que tiene que tomar todas las decisiones y nos hemos visto dos veces este año. Aunque ya viene dentro de un mes y se queda aquí instalado en Jerez. Trabajar así supone echarle muchas más horas. Por ejemplo, desde que yo empecé a trabajar el guión ya han pasado más de dos años. Se hace encerrado en un cuarto y trabajando mucho. Eso sin saber si el proyecto iba a llegar a hacerse. Yo creo que la clave está en confiar en el proyecto, en lo que estás haciendo y apostar por ello. Además a mí es que me apasiona, me encanta, y a toda la gente que está, también. Se han volcado, si no, esto no se podría hacer..

Una de las definiciones de la película dice lo siguiente: ‘Techo y Comida’ es una reivindicación al lado de los más desfavorecidos pero que, a diferencia de otro cine social, lo hace despojado de toda demagogia. ¿Qué quiere decir con esto?
—Se refiere a que aquí no vamos a engañar a nadie y vamos a contar la verdad. Es una película muy dura y hay gente que me pregunta si hay un final esperanzador y la verdad es que no lo tiene. Cuando digo que no hay demagogia es que voy a contar la realidad pura y dura. Lo que nadie quiere ver, lo que nadie quiere escuchar y el cine normalmente no es así. Sobre todo el cine que viene de fuera, de Estados Unidos. Este es un cine austero, incómodo y que no está hecho para agradar a nadie. Pero bueno, yo creo que el cine es un arte y mi deber como guionista y director es contar la verdad. Por eso digo que no hay demagogia. Es la realidad 100% y de hecho muchas de las partes de la película salen de casos reales, porque me he tenido que documentar y muchas de las escenas las he vivido con gente y las he reproducido tal cual.

El barrio elegido para el rodaje es la Granja. ¿Por qué ese y no otro?
—Porque yo quería un barrio humilde, obrero, normal y corriente. Esto se puede trasladar a muchas zonas de Jerez, incluso a un barrio alto porque esto le está pasando a mucha gente. Lo que pasa es que me gusta estéticamente cómo es el barrio, allí las plazoletas son a la antigua, los niños juegan allí, no hay carreteras. Entonces, es un barrio humilde y estéticamente funciona. No quería irme a otros barrios más desfavorecidos porque parece que vamos a contar la historia de ese barrio. La Granja Encaja perfectamente para lo que quiero contar.

Después de una trayectoria de cortos ahora se ha pasado al largometraje. ¿Por qué ese salto?
—Todo ha sido un camino para llegar hasta aquí. Ha sido una continua lucha. No lo he hecho antes porque no he encontrado la manera, porque esto cuesta mucho. Este era mi objetivo de siempre. ¿Por qué ahora? Pues porque me ha llegado el momento y hay una persona que ha apostado por mí. Yo he dado mucho la lata a las productoras pero es muy complicado. Leí una vez que hay 2.000 aspirantes, todos quieren vender sus productos y los productores están recelosos porque es mucha inversión y eres un desconocido.

¿Y por qué cree que esta vez la productora sí ha confiado en usted?
—Porque ellos me conocen de antes.Son varios socios y uno de ellos me conoce de cuando estudié en la escuela de cine de Barcelona. Allí colaboré con ellos. También cuando les envié el proyecto lo valoraron y les gustó. Es un poco de todo. La gente me conoce más por otro tipo de cosas como ‘El curso d’Andalú’, pero a mí me llenan más otras cosas como el cine social y reivindicativo. Es cine andaluz, jerezano, como digo yo. Va a ser una cosa novedosa, que aquí se hace bastante poco. Que se cumpla mi sueño y por las noches poder ir a mi casa a dormir, estoy encantado con eso.

¿Deberían las grandes productoras apostar por este tipo de cine o perdería parte de ese tinte social reivindicativo?
—Yo creo que deberían aportar, por supuesto, no te puedo decir otra cosa. Lo que pasa es que una productora es una empresa y las empresas se miran en números y no por el valor cultural o artístico que tenga. Pero creo que si hay gente que apuesta por esto se puede abrir una vía. Así que no pienso igual que los productores pero yo estoy en la parte fácil de decirlo, porque yo no tengo que poner el dinero para hacer la película. Entonces bueno, por un lado los entiendo y por otro creo que deberían apostar más por ese tipo de cine, más artístico.

Personalmente, ¿qué es lo que le inspira para crear?
—La vida misma. De ahí me nutro yo, de la realidad. Eso me inspira mucho, y también viendo mucho cine, muchas películas, leyendo.También cuando vuelves de un festival, por ejemplo, estás deseando sentarte a escribir algo.

¿Piensa seguir por esta línea de cine social en proyectos futuros?
—Yo sí lo tengo claro, porque es lo que me gusta. Aunque una cosa es lo que me gusta para ver y otra para hacer. Por ejemplo, si un día estoy cansado, no me quiero comer mucho la cabeza y puedo ver la película más comercial del mundo. No soy radical ni mucho menos. Pero a la hora de hacerlas es distinto. Siempre voy a tirar por ahí, sobre todo si es mi proyecto con el que empiezo desde cero.

¿Pensáis llevarla a las salas de cine?
—Sí, la película es para el cine, es la idea. Pero no es lo mismo tener 30 copias que 500. Entonces depende de la productora y cómo funcione el proyecto tendremos más copias o menos. De todos modos aquí en Jerez se va a estrenar, en Barcelona, y yo estoy convencido de que en toda España, eso como mínimo. Para lo que hay, no creo que nosotros nos quedemos fuera.

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