Ha probado ya las mieles de las grandes productoras de televisión pero no reniega de todo lo que ha aprendido por el camino. Y tiene una cosa clara. Álvaro Pérez Pérez intentará ser actor por todos los medios, incluidos sus estudios de Arte Dramático. De la misma forma que tiene claro que si no logra vivir toda su vida de la profesión que le gusta, cuando llegue a los cincuenta años no se lamentará de no haberlo intentado. Las sorpresas y buenas noticias llegarán este otoño que viene.
—Empezamos a conocerte por ‘300 pavos’ y esas series son buenas para coger experiencia porque la experiencia y poca vergüenza van unidas a la profesión. Además de que cualquier rodaje es un aprendizaje, máximo cuando estudias Arte Dramático.
—Yo estudié Arte Dramático y es verdad que la experiencia va directamente ligada lo que técnicamente se llama desinhibición. Lo que aquí conocemos como poca vergüenza. La verdad es que eso se va notando. 300 pavos me ha servido mucho para aprender a interpretar, coger soltura y estar en rodajes de batalla. Rodajes que cuando vas a producciones más grandes te das cuenta de que lo dan todo hecho y parece mucho más fácil.
—Un rodaje de ‘300 pavos’ es una aventura. Si te metes en un rodaje de ‘300 pavos’, consigues hacerlo y además con un buen producto como hacéis… Si eres capaz de rodar ‘300 pavos’ eres capaz de rodar cualquier cosa.
—Sí. Pero luego en los otros rodajes hay que adaptarse a un protocolo al que no estás acostumbrado, pero más vale ir en el orden que yo he seguido, de 300 pavos a rodajes más grandes que no al revés.
—Ya has trabado en series como ‘Aída’.
—En Aída y en B&B.
—En ‘Aída’ hacías de novio de Fidel y en ‘B&B’…
—De un hacker de informática que ayuda a Mario y a Juan, que son Fran Perea y Dani Rovira.
—Has llegado a las grandes series aunque sea con un papel pequeño, lo que hay detrás del extra. Pero llegar ahí cuesta un mundo.
—Cuesta un mundo. Y sobre todo cuando no te mueves en Madrid, no estás metido en el círculo, no tienes familiares directos que se dedican a la interpretación. Eres un chaval de La Isla, tu familia no pertenece al mundo artístico y empiezas por esa vía. Empiezas poco a poco, de una manera inteligente para que todos los esfuerzos den fruto. Hay esfuerzos que no sirven para nada, hacer cortos muy malos con chavales que no tienen ni idea… Eso no lleva a nada e incluso puede ser antiproductivo, aunque es normal comenzar con cosas de esas, pero tienes que ir viendo qué puedes hacer y qué no. Y aplicar tu criterio, en lo que tú confías y apostar por eso. Así hasta que vas llegando poco a poco, un día te suena la campana, te llama Globomedia y te dice que quieren verte. Haces una prueba, les gustas, te dicen que quieren ver cómo trabajas en B&B. De B&B te dicen que quieren hacer una nueva serie pero los productores son los mismos que los de Aída y te quieren conocer trabajando en Aída. Trabajas en Aída y les gusta. Y así poco a poco pero ya hay proyectos serios con Globomedia para el otoño de este año.
—Son grandes productoras que hacen muchas series, que tienen su círculo de actores. Pero cuando llegas allí desde La Isla entras en terreno enemigo. Todos los que están, ya están posicionados –quitando a los que tienen apellidos de actores que tienen más ventajas y es comprensible porque es la herencia que les dejan sus padres- y cuando llegas te encuentras una muralla y tienes que levantar la cabeza para ver algo. Y para que te vean.
—Claro. La suerte que tenemos es que se ha estado contando durante mucho tiempo con las mismas caras en televisión, era un círculo muy cerrado en el que no había movimiento. Entraba uno nuevo, dos nuevos, pero todo lo demás era lo mismo. Pero creo que poco a poco las cadenas están optando porque sean dos o tres caras conocidas en las series y todos los demás gente nueva. Por lo menos es lo que yo he visto.
—Quizá la oportunidad está en que las series necesitan una renovación de caras.
—Yo he visto que sí. Hay un departamento de casting que esta constantemente haciendo pruebas para series, al menos lo que yo he visto en Globomedia, que opta por caras nuevas y contando con todo, desde tu capacidad como actor al perfil, a la capacidad que tienes para llegar a más gente, tu carisma… Y eso me está viniendo bien a mí.
—Empiezas a trabajar en una serie detrás de otra hasta que llega el productor que se fija en ti. Es el milagro que espera todo el mundo. ¿Cuántas personas pueden estar esperando eso?
—Muchas. Muchísimas. Pero ahora te digo, son muchísimas personas pero hay muchísimas más que dicen que lo están esperando pero no se han esforzado lo suficiente para poder estar ahí. Hay mucha gente que se lo merece pero muchísimas más que creen que se lo merecen y no se lo merecen. Porque esto es como una oposición, los que más se esfuerzan es lógico que tarde o temprano les suene la campana. También hay mucha gente que cuando me preguntan qué es lo que hago y les digo que soy actor me dicen que ellos querían ser actor desde chicos. Y no, no querían serlo. Si hubieran querido lo serían. Yo lo he querido y lo soy. Y es que la gente desvirtúa la palabra querer. Llevan un nivel muy bajo y querer es querer de verdad, poner toda la carne en el asador e ir a muerte. Y eso no lo hace mucha gente.
—También está el factor suerte, como en un examen. Te aprendes diez temas y te preguntan por cinco de los que te has aprendido. La formación académica es fundamental para que un actor se consolide, que no lo veamos sólo en series haciendo papelitos cortos.
—Para mí la formación es fundamental. Puedes tener un sentido innato de la interpretación, pero la formación académica te ayuda a encauzarlo de la forma más productiva, más óptima para sacarle el cien por cien a ese sentido innato. Eso sólo se consigue con formación académica, con especialistas que te enseñen, buenos profesores, cursos, y con la experiencia en rodajes. Ahora con las cámaras réflex todo el mundo graba sus cortos, hace sus fotos… Conozco a mucha gente que es guapo o guapa, se hacen sus fotos y se ponen como modelos, actor, actriz… Pero bueno, ¿tú te has formado? No se puede ser actor porque te has hecho tres fotos. Si no, cualquiera puede ser actor y vaya nivel ínfimo que tendría la interpretación en España. Hay que encaminar esa energía que tiene cada uno y darle forma para conseguir una interpretación de calidad.
—Pero eso es como los toros. El toro pone a cada uno en su sitio. Por lo que yo veo desde fuera, tenemos un panorama en España en el que están las grandes productoras y las pequeñas productoras que hacen webseries. ¿Hay algo en medio, más experimental, que den otras oportunidades que no dan las grandes series?
—Sí. Yo hago 300 pavos y creo que es de batalla y muy diferente a las grandes productoras. Pero si yo estoy donde estoy es gracias a la productora Diffferent, la productora de la webserie Malviviendo, que es la que arrasa en toda España. Tiene más visitas que todas las serie españolas juntas. Siempre he pensado en la suerte que he tenido de llegar a Globomedia, pero yo hice un casting con Diffferent para la serie Flamang de Canal Sur y me cogieron para un personaje y salí en Canal Sur. Y yo, ignorante de mí, creía que por salir en una serie de Canal Sur ya tenía la vida resulta, y estaba muy equivocado. Entonces me llamó David Sainz, que es el director de Flamang y director de Malviviendo y me dijo que estaba escribiendo la tercera temporada de Malviviendo, “tengo un personaje que me gustaría que lo hicieras tú y si no lo quieres hacer tú, directamente no lo escribo en el guión”. Me dijo que no hay dinero y le dije que me interesaba. Hice el personaje y al tiempo me llaman de la misma productora que iba a hacer un proyecto para Calle 13 que había que grabar en tres días, sin diálogos, ensayando unas improvisaciones unos días antes. Hicimos esa película que ha sido de lo más duro que he hecho, tres o cuatro días desde las siete y media de la mañana hasta las doce y media de la noche sin descansar, además improvisando. Pero se terminó, fueron trece películas que presentó Calle 13 cada una con un equipo distinto y director distinto. Y fuimos la única película de las trece que la cogió una distribuidora de cine, la proyectó en muchos cines de España y la sacó en DVD. Y una representante que lleva a compañeros míos de esa película se la ofreció a varias productoras, entre ellas a Globomedia. Globomedia vio la película y le dijo a la representante que les interesaba Álvaro Pérez Pérez. Suerte en algunas cosas, pero todo lo que he ido haciendo parece que ha estado correcto.
—Todo lo que se hace es bueno. Pero estamos hablando de televisión. Hay otro lugar donde la gente ve al actor, en el teatro.
—El teatro es difícil. La experiencia más profesional que tengo es de este mes de abril que me llamó mi representante, Olga Antúnez, para hacer microteatro en Madrid todas los fines de semana junto a una actriz, Paula Sanabria. El microteatro en Madrid está a la orden del día, pero desde aquí, desde San Fernando, no habia escuchado eso en mi vida. Es una obra pequeña, con pocos actores que dura entre quince y veinte minutos, en salas muy pequeñas. Estuvimos haciendo tres funciones al día viernes, sábados y domingos durante un mes y fue una gran experiencia. Muy repetitivo al final, siempre la misma función pero una buena experiencia y sobre todo difícil porque es teatro, tienes a la gente a un metro.
—¿Se siente de forma distinta a estar delante de una cámara?
—Muy distinta. Ahí no se puede repetir. Delante de una cámara estoy tranquilo, no pasa nada, repito y listo. Pero el microteatro es coger aire, empezar y en veinte minutos no se corta.
—Los rodajes en el cine están más organizados pero en la televisión, aunque tengas un papel pequeñito tiene que ser agotador, porque se puede estar rodando todo el día al estar todo muy controlado.
—En las series B&B y Aída, como es todo en plató, es un trabajo desde las siete y media de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Allí puedes hacer de día o de noche a tu antojo, salvo que haya que grabar un exterior. Pero es como un trabajo, no como otras cosas que he hecho, como una figuración, que te dan 30 euros y te citan a las siete de la mañana y terminas a las dos de la madrugada. Por que la figuración está muy mal pagada y muy mal vista. Si vas a una película como la de Cameron Díaz que se hizo aquí, pues es un espectáculo verlo, pero son muchas horas, muy poco dinero, mucha gente… Me tiene que hacer mucha falta el dinero para hacerla. Pero sí es verdad que en las series es un trabajo bastante rollo, como una jornada laboral.
—Una jornada laboral en un oficio en el que hay que tener y mantener un estado de ánimo durante todo el tiempo.
—Te toca grabar una escena y estás dormido, cansado… Tienes que interpretar porque esa cara la va a ver la gente y quiere ver algo de calidad. No puedes darle a gente un trabajo mediocre porque son las ocho de la mañana y estás reventado. Y te puede pasar que grabes de ocho a nueve y ya no grabes más hasta las doce de la mañana. Aburrido, sin saber qué hacer. Y a las doce de la mañana tienes que estar en el mismo estado que estabas a las ocho de la mañana. Pero peor es el teatro, tener un mal día y salir delante del público y estar a tope de energía, eso sí que es duro.
—Por eso digo que el teatro es el culmen de un actor. El que es capaz de estar ahí ya puede estar encualquier sitio. Yo veo actores que están en series y que luego por la noche tienen espectáculos en Madrid. ¿Es porque son unos fiebres que quieren ganar mucho dinero o porque hay que trabajar mucho como actor para comer medianamente bien?
—Creo que es porque hay muchos actores de la televisión que lo que les gusta es el teatro, pero hasta que no consigues una estabilidad económica y ser una cara conocida no tienes oportunidad de ir a un montaje por derecho. Entonces se trata de buscarte un sitio en la televisión, ganas un dinero porque es una tranquilidad y cuando sea una cara conocida voy a investigar el mundo del teatro que es lo que me gusta. Si eres una cara conocida te contratan porque vas a llenar el teatro.
—La televisión te proyecta al público.
—Que seas conocido lo da la televisión. Y creo que el dinero también lo da la televisión.
—¿Y la sobreexposición no es mala?
—Eso es algo que no sé hasta qué punto es malo o no. Yo creo que en exceso todo es malo. Hay actores que llevan diez años haciendo el mismo papel y qué difícil te va ser cuando lo veas en otro sitio. Por eso muchos actores se van voluntariamente de las series cuando llevan muchos años
—Por qué hay gente que se mete en un mundo tan inestable como el del espectáculo?
—Mi madre tiene una guardería y me ha dicho que si me saco Magisterio me puedo quedar con la guardería. Vida resuelta. Es una guardería concertada. Pero a mí me gusta interpretar y no pienso en que mañana me muero de hambre, sino donde seguir trabajando como actor, dónde interpretar. Es lo que me gusta. No me veo haciendo otra cosa. Prefiero estar mendigando e intentando buscarme las papas como actor que teniendo un piso, una pareja, un coche y un trabajo estable con un sueldo medio. Prefiero pasarlo peor pero trabajando de actor.
—Un veneno que se mete en las venas.
—No me motiva otra cosa. Y no puedo estar con cincuenta años en un trabajo pensando qué hubiera pasado si hubiera intentado ser actor. Prefiero tener cincuenta años y decir que lo intenté, me salió fatal, pero por mí no ha quedado.
—La pregunta era retórica. Es una enfermedad que no tiene cura. La única cura es el fracaso y muchos ni siquiera lo reconocen, prefieren ser mediocres toda la vida. ¿Tienes algún proyecto del que no se puede hablar? Lo pregunto por conseguir una exclusiva.
—Tengo un proyecto para otoño, con Globomedia y para Telecinco, lo que pasa es que soy tan nuevo que no sé si puedo hablar y hasta dónde puedo hablar. Y como soy un bocazas… Si quieres cuando sepa que puedo, vengo y te hablo todo lo que quieras.