Mientras la película todavía se exhibe en las salas de cine, la editorial Gadir publica en España y varios países latinoamericanos (Argentina, Chile, Paraguay y México) la novela gráfica El curioso caso de Benjamin Button con la intención de “acercar a los lectores más jóvenes a un gran autor”, explica a Efe Javier Santillán, el responsable de esta edición en español.
Además de publicar la novela gráfica, esta edición ahonda en el recorrido del relato, que sólo un siglo después de ser escrito ha captado de manera masiva la atención de creadores y críticos.
Aunque el propio autor calificó su obra como “la historia más divertida jamás contada”, nadie auguraba un futuro tan prometedor para Benjamin Button, cuya historia fue menospreciada por la crítica hasta bien entrada la década de los setenta.
Los relatos fantásticos de Scott Fitzgerald (Saint Paul, 1896 - Hollywood, 1940) quedaron enterrados en el olvido durante décadas, a pesar de estar firmados por un aclamado novelista y representante de la Generación Perdida, de la que formaron parte autores de la talla de Ernest Hemingway, William Faulkner y John Steinbeck.
Sólo con el empeño que le empujaba a sacar a la luz una de sus historias favoritas, el autor logró que la revista Collier comprara el relato, después de que Harold Ober, su agente literario, rechazara la propuesta.
La historia de un hombre que nace viejo y que crece a la inversa centra la trama de El curioso caso de Benjamín Button, tanto en la adaptación cinematográfica como en el cómic, una idea que, según dijo el propio Scott, surgió de un comentario del novelista Mark Twain.
“Es una lástima que la mejor parte de la vida transcurra al inicio y la peor al final”, sugirió Twain, para quien “la amargura” de la vejez no pesaría tanto con “la gozosa perspectiva de hacerse joven”.
Javier Santillán asegura que la novela gráfica “es una reivindicación de Scott Fitzgerald y de sus relatos” y una historia que habla de “la vida, el amor y la muerte, los tres grandes temas de la literatura universal”.
El Benjamin de la película se aleja del de Scott Fitzgerald y del de Nuncio DeFilippis y Christina Weir, los guionistas que han llevado el relato a la novela gráfica, junto a Kevin Cornell. “El relato es irónico y la película es más romántica”, afirma Santillán.
Santillán está convencido de que, aunque la adaptación al cine sea “libre”, Scott Fitzgerald, que trabajó en Hollywood como guionista y estuvo siempre vinculado al mundo del cine, “hubiera aplaudido y disfrutado con la película”.