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“A veces hay que poner en una balanza dinero y sentimientos”

Vázquez Orellana prepara un libro de sonetos dedicados a su mujer con la que vivió 50 años, “toda una vida”

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  • Retrospectiva.

El patio con un frescor de siglos; en una esquina un pozo bellamente labrado y entre las columnas impasibles una mesa de mármol, unas sillas y un banco de enea donde una chica lee "Lo que el viento se llevó", la novela de Margaret Mitchell. El siglo XIX perdura en el mobiliario, en las orlas colgadas en la pared que dan fe de títulos universitarios, entre rostros graves y ya idos. Más recientes, si miramos en la biblioteca, fotos de los toreros grandes, de los grandes ganaderos jerezanos, en amigable pose con nuestro anfitrión, el escritor Ramón Vázquez Orellana. Desde un poster nos sonríe la tonadillera algareña Laura Gallego. Estamos en el número 4 de la calle Magdalena Amaya, una casa de puerta gigante que da acceso a un amplio zaguán donde nos recibe Ramón, apoyado en su bastón, su "Mercedes", como él lo llama. Le gusta que le digamos que aunque anda torpe de las piernas anda muy bien de cabeza. En broma nos dice que andando de cabeza puede poner un circo. Cuando nos sentamos pide agua, y la chica, dejando su libro suavemente sobre el mármol fresco, se pierde unos instantes para reaparecer con el agua en un vaso limpio y transparente, tan limpio y transparente como su sonrisa. Ramón Vázquez sonríe también cuando nos dice que venga, que empecemos con el interrogatorio…

—¿Laura Gallego va a ser una gran tonadillera?
—Pues depende. Depende de cómo la asesoren, de que no le regalen demasiado los oídos y no le hagan creer que todo lo que hace es superior. Si tiene suerte y se deja llevar por el afán de aprender, por el esfuerzo y la disciplina puede ser una gran tonadillera. Si escoge el camino fácil de las adulaciones puede acabar mal. Esto es común a todas las disciplinas artísticas.


—Usted nace en el Barrio Bajo en 1924 y aunque no figura como fundador del grupo poético "Alcaraván" sí que tuvo mucha relación con ellos. ¿Publicó mucho en la revista "Alcaraván"?
—Publiqué sólo un soneto dedicado al poeta Pedro Pérez-Clotet. Yo salí para Madrid precisamente el año de la fundación del grupo, el cuarenta y nueve. Poco antes había tenido el gusto de conocer en Arcos a los poetas Leopoldo Panero y Luis Rosales, que vinieron de la mano de los hermanos José y Jesús de las Cuevas.


—¿Desde cuando escribe?
—Desde siempre, aunque es verdad que mi profesión me ha quitado mucho tiempo. En el cuarenta y nueve me fui a Madrid como Inspector de Banca y terminé la carrera de Derecho al tiempo que trabajaba. Luego pasé por Sevilla, por Granada, donde fui Inspector Regional desde 1951 a 1962. Luego subdirector general y director de zona. Cuando me propusieron ser Subinspector General del Banco Hispano Americano dije que no. Y dije que no porque mi familia estaba por encima de todo, y no quería desatenderla con un trabajo que sabía absorbente. Hay veces en que hay que tomar decisiones y poner en una balanza el dinero o los sentimientos, y yo antepuse los sentimientos.


—¿Cómo ve hoy a la Banca?
—Antes era todo más fácil. La globalización ha venido a enturbiarlo todo. Antes la economía era más nacional, perfectamente diferenciable. Hoy sus ramificaciones se pierden en lo trasnacional, lo  global. Por mi parte yo siempre he trabajado en beneficio del ser humano. He despachado créditos millonarios durante treinta y seis años, y siempre lo he hecho mirando a las personas, no al capitalismo o al socialismo.


—Usted es un sonetista experimentado. ¿Cuáles son los maestros a los que más ha leído?
—Desde luego Góngora y Quevedo. Más cercanos Gerardo Diego, Dionisio Ridruejo y, cómo no, Blas de Otero. También, claro, Alberti. A Alberti lo visité con mi mujer en Italia, cuando vivía su exilio en la Avenida Garibaldi de Roma. Allí me dedicó un libro y me escribió esto: "A Ramón Vázquez, su ya amigo en Roma".


—Está preparando usted un libro de sonetos dedicados a su mujer, con la que se casó en 1952 y que falleció en 2005. ¿Cómo se encierra toda una vida en un libro de sonetos?
—Me hice novio de mi mujer -y aquí se queda sin voz, porque empieza a llorar-. Me hice novio de mi mujer -sigue ya más calmado- un veinticinco de diciembre, y ese mismo día de medio siglo después ingresó en el hospital para morir. Toda una vida. Estos sonetos están escritos a lo largo del tiempo.


—Aunque usted lo niega, es un reputado conocedor del toreo. El año pasado lo vimos impartir una conferencia en la peña "Octavio Chacón" llena de erudición, de conocimiento y de datos. ¿Quién ha sido el torero más grande de la historia?
—Eso depende. Y depende de la época. Es posible que hoy Manolete no funcionara. Porque depende de muchas cosas, de los toros, de la afición. No me atrevo a dar  ningún nombre.


—¿Y José Tomas?
—Tomás es un torero problemático. Es un fenómeno de masas. Es un gran torero, sí, pero a veces ha confundido la osadía con la valentía.


—Y los movimientos antitaurinos, ¿cómo los ve?
—Enemigos de los toros hay más dentro que fuera.


—-¿Usted cree que la fiesta de los toros se hunde en las raíces de lo español?
—-No lo sé, y nunca me lo he planteado. Sí puedo decir que aquí es donde los toros han vivido mejor, y que han sido un signo externo de riqueza, de poder.


Vázquez Orellana es una enciclopedia viva, con profusión de anécdotas y vivencias. Llora de nuevo cuando aparece de nuevo el libro de sonetos, la memoria de su mujer. Hay que ver lo equivocados que estábamos antes, cuando creíamos que los hombres no lloran.

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