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Un familiar de Eduardo Liceaga visita la plaza de toros donde murió su padre

El fallecimiento del diestro tuvo lugar en 1946. En el museo taurino se exponen diversos objetos relacionados con aquella fatídica tarde

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  • El hijo del sobrino del novillero acudió a la plaza de toros. -

 

Un familiar directo del novillero mexicano Eduardo Lizeaga, muerto en la plaza de Toros de San Roque en 1946, ha visitado esta mañana el coso sanroqueño y el Museo Taurino de San Roque, donde se exponen diversos objetos relacionados con la fatídica tarde del 18 de agosto de 1946.

El hijo del sobrino del matador, Eduardo Jiménez Liceaga, se ha desplazado expresamente desde México para ver el lugar donde su tío fue muerto por el toro “Jaranero”, cárdeno, nº 93 de la vacada de Concepción de la Concha y Sierra, que lo corneó de extrema gravedad cuando le daba el pase del “molinete”, justo en la región perineal izquierda que lo atravesó por completo.

Jiménez Liceaga ha hecho entrega a la alcaldesa accidental y delegada de Cultura, Dolores Marchena, de una fotografía de su tío, obtenida en 1945 en la plaza de Toros Monumental de México, que se incluirán en los fondos documentales del Museo Taurino.

En la parte superior del Museo Taurino de San Roque se tiene un recuerdo al diestro mejicano Eduardo Liceaga, muerto tras la cogida que sufrió en San Roque en 1946, repitiendo la tragedia que ya sufriera Mariano Tornero en el siglo anterior.

Aquí se rememora aquella tarde de feria de agosto, sin que falte la mesa de operaciones de la enfermería donde se le atendió, o el portalón correspondiente a "Jaranero", el toro que le acusó la muerte, así como varios recortes de prensa de su fallecimiento.

El Museo Taurino de San Roque fue inaugurado en marzo de 2002 y se ubica en la Plaza de toros, construída en 1850, es una de las más antiguas de Andalucía y la segunda más antigua de la provincia de Cádiz.

La alcaldesa accidental y delegada de Cultura “ha sido un placer y un honor poder atender a este familiar directo del último torero que falleció en nuestra plaza y ha siso una visita muy emotiva y muy entrañable, pues en San Roque guardamos muchos recuerdos de Eduardo Liceaga”.

Agradeció la acaldesa el trabajo desarrollado por Carlos Jordan, el técnico de Turismo que contactó con Liceaga, y de Justo Pernia, muy vinculado a la Plaza de Toros y que presenció la cornada cunado sólo contaba con 7 años.

Por su parte, Eduardo Jiménez Liceaga, señaló que le había encantado la visita y que esperaba volver en el futuro. “Siento que aquí estoy tocando el pasado, los pasos donde caminó mi tio, donde fue corneado, etc”.

Agradeció Jiménez Liceaga “el trato dispensado por la alcaldesa y por el personal municipal, que me han dado un trato muy bonito y me han hecho sentir que soy bienvenido aquí en San Roque”.

Eduardo tuvo un debut normal, pero ascendió rápidamente. Cada tarde lucía mejor y se hizo el amo en la temporada de 1944 en El Toreo, donde ganó “La Oreja de Plata”. Ese ritmo lo conservó en España, donde hacía temporada con una brillantez y solidez fuera de serie.

Se convirtió en un puntero en España, con contratos signados en todas partes y con la máxima jerarquía. Vamos, ya había firmado la alternativa en la feria de San Miguel en septiembre en la Real Maestranza de Sevilla. Pocos pueden decir esto. Su designio era trágico, el 18 de agosto de 1946 en San Roque un novillo de Concha y Sierra cortó de cuajo las ilusiones.

La herida cerca del ano era muy profunda. Trasladado rápidamente al Hospital Militar de Algeciras, se produjo allí a las 10 de la noche el fallecimiento del torero de 22 años aquella misma noche, regresando su cuerpo a México para su sepelio. Ese día de la tragedia alternaba con “El Vito” y Antonio Chávez Flores.

Murió a consecuencia de ese percance, en plena gloria, en pleno poderío. En ese trágico festejo Eduardo vistió de grana y oro.

Eduardo Liceaga nació en la capital de la república mejicana el 20 de noviembre de 1922. Sus hermanos, el matador de toros David y el banderillero Mauro no querían que Eduardo siguiera la carrera de ellos y le costearon estudios de bachillerato, per decidió dedicarse al toreo.

Eduardo Liceaga era un torero muy fácil y decidido en todas las suertes. En España llevaba muy buena campaña y lo que más deseaba era que Carlos Arruza le otorgara la alternativa a fines de ese año

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