Rafael Iglesias es una de las figuras más importantes del diseño gráfico andaluz. A veces polémico y otras inmensamente humano, su trabajos no dejan indiferente a nadie. Se siente orgulloso de haber publicado en la míticarevista El Víbora y en la actualidad lo hace en TMEO, tal vez la única revista de cómic underground que existe en España.
Diseño gráfico, publicidad, cómic y otras disciplinas en las que se mueve. ¿Dónde se encuentra más a gusto?
–¿Soy un dibujante que diseña o un ilustrador que pinta? ¿Un periodista vocacional o un inventor de spots profesional? En todos esos ámbitos me siento cómodo. Son vasos comunicantes, nunca mejor dicho.
¿Qué piensa de que la cultura históricamente se financie casi en su totalidad con subvenciones públicas?
–Que la exclusivamente proveniente de esa fuente, aparte de un servilismo castrante y conductual, adolece de una falta de intensidad cualitativa importantísima. Invierten muchísimo dinero y por tanto hacen como churros. O mejor dicho, como “chorras”, de chorradas. Pero la calidad es muy cuestionable.
Su cartel alternativo de las Fiestas de Primavera de Sevilla 2012 ha dado mucho que hablar. ¿Podría explicarnos qué ha querido contar y si tendrá continuidad?
–Este cartel de las Fiestas de Primavera Sevilla 2012 quiere ser expresión de quienes las disfrutan, la Semana Santa y la Feria, con hedonismo. Porque es difícil no dejarse llevar por los sentidos y los sentimientos -también los carnales- en una Sevilla en plena explosión de hormonas primaverales. Y ese sentimiento es tan legítimo en la Feria como en la Semana Santa. Hay quienes viven la Cuaresma con pasión y quienes la vivimos apasionadamente. Y ambos sentimientos son respetables. Habla de existencia y coexistencia. De tolerancia y diálogo. La dicotomía manifiesta y permanentemente presente en esta ciudad. Es un mensaje visual integrador, con esa “guasa” que tanto nos identifica. De mensaje complementario, no antagónico. Transgresora, pero no ofensiva.
El día que podamos ver carteles como este por las calles de nuestra ciudad, anunciándola, algo importante habrá cambiado en ella. Sí, el año próximo habrá nueva propuesta.
Máximo Moreno, Nazario ¿Qué tienen de especial estos personajes para usted?
–Aparte de referencias obligadas en el Arte Andaluz, así, con mayúsculas, dos buenos amigos. Máximo además de un pintor excepcional, poseedor de un ingenio crítico parejo al de Quevedo. Y Nazario, aparte de un importante artista plástico, uno de los más activos defensores de las libertades ciudadanas. Con ellos esta ciudad tiene una gran deuda pendiente, por la ingratitud que les ha demostrado. Lástima pero así es. La nuestra es una tierra poco fructífera para determinadas semillas.
¿Qué recuerdos tiene de la dorada década de los 80 en Sevilla y cómo influyó en su carrera?
–Una época de búsqueda, de hambre insaciable de nuevos caminos, algunos con riesgo real. Muchos amigos en el camino. La música omnipresente como aglutinante de otras formas y modos expresivos. En esos tumultuosos años empecé mi andar gráfico en el mundo de los cómics. De allí a diseñar portadas de discos y encargos para la administración pública, muy activa y efectiva entonces. Había todo un país que cambiar. El diseño fue el niño mimado de entonces, en aspectos de comunicación emergente.
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