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Torremolinos

Visitantes de Torremolinos

Al turista, aunque no resida en Torremolinos, podemos considerarlo como parte intrínseca de nuestra gente.

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El Turismo es la esencia de Torremolinos. Todo lo que Torremolinos es se lo debe principalmente a los millones de visitantes que eligieron y eligen disfrutar de sus bien ganadas vacaciones y días de asueto en este paradisíaco y exclusivo lugar de la Costa del Sol. Naturalmente, Torremolinos estaba destinado a ser el Rey del Turismo. No podía ser de otro modo. Tenía y tiene todo lo que el turista más exigente puede desear: clima bondadoso todo el año, aire puro, playas radiantes y espaciosas, plétora de sol, abundancia de agua fresca y pura en sus manantiales, excepcional infraestructura hotelera, calurosa acogida del forastero por parte de los autóctonos… Por esas razones, aparte de la eficiente gestión de las autoridades municipales, el Patronato de Turismo y los empresarios locales de hostelería, el porcentaje más elevado de ocupación hotelera, no solamente en la temporada estival, sino durante el año entero, corresponde siempre a Torremolinos, como lo demuestran las estadísticas oficiales. Hoy también ofrece Torremolinos al visitante dos inmensos y auténticos edenes para el esparcimiento: el Jardín Botánico Molino de Inca y el Parque La Batería, amén de amplias, nítidas y luminosas y ajardinadas plazas públicas que engrandecen y ennoblecen el casco urbano.

No en vano, pues, hemos escogido la figura del visitante para introducir esta serie de artículos sobre las gentes de Torremolinos. Al turista, aunque no resida aquí, podemos considerarlo como parte intrínseca de nuestra gente. Aunque las personas difieran, la figura del turista, del visitante, es permanente en el municipio. Y tanto aprecia Torremolinos al turista, que hasta le ha erigido un esplendoroso monumento y le ha dedicado una especial y solemne jornada: el Día del Turista, que se celebra en los primeros días de septiembre y donde el pueblo unido expresa su más honda simpatía y sincero agradecimiento al forastero, no importa su procedencia, raza y credo. En el corazón hospitalario del Torremolinos cosmopolita cabe el mundo entero.

Iniciamos esta ronda literaria con un grupo de tres chicos y seis chicas, Lucía, Carmen, Sonia, Arturo, Sofía, Leandro, Jimena, Adrián y Maritza (tal como aparecen en la foto que nos entregaron y que acompaña a este reportaje). Compañeros de estudios en la Facultad de Medicina en Madrid, el próximo curso terminan su carrera.
Parte de su gran ilusión era pasar unos días en Torremolinos, además de en la ciudad de la Torre Eiffel, que pudieron visitar el año pasado. Este año, después de llenar, no sin dificultad, sus respectivas alcancías, se decidieron por Torremolinos. Para ellos, venir a Torremolinos es poco menos que alcanzar El Dorado o soñar con una utopía. Pero el sueño se les ha hecho realidad y aquí están. Los encontramos disfrutando de la brisa vespertina por el paseo Marítimo y se prestaron gustosos a la entrevista, a cuyas preguntas nos respondían casi todos a la vez.

- ¿Contentos de estar en Torremolinos?
- Contentísimos. La verdad es que nos parece un sueño, pues siempre se nos había dicho que Torremolinos era otro mundo, destino de privilegiados.

-¿Qué es lo que más admiráis aquí?
-Todo. Todo es maravilloso. La gente, las playas, el clima, el sol, el ambiente… No sabíamos que Torremolinos tuviera esos manantiales tan grandes y copiosos dentro de un jardín que más parece el de las delicias o el de un cuento de hadas. Nos llamó mucho la atención el molino, a pleno funcionamiento. Qué cerebro tan genial tenían los antiguos, que hacían funcionar todo sin electricidad..

- ¿Habéis estado también en el Parque La Batería?
- Sí, por supuesto, lo visitamos al tercer día de llegar y conseguimos dar un paseo en las barcas ya casi a la caída de la tarde. Nos impresionó la torre desde la que divisamos embobados la lejanía marítima y la costa malagueña. Nos impresionaron los cañones. Son enormes. Nunca habíamos visto un cañón tan de cerca, y eso que el padre de uno de nosotros es militar. También nos sobrecogieron los subterráneos donde se almacenaba la munición. Todo el parque, que ya se nos informó de su no muy lejana inauguración, es una maravilla: el lago, las estatuas, las fuentes… Este parque poco tendrá que envidiar a otros más grandes cuando crezcan los árboles.

- ¿Y qué podéis contarnos de las playas de Torremolinos?
- Son mucho mejor de lo que nos habían contado. Nos dijeron que eran varias playas pequeñas y estrechas, aunque muy coquetas y saneadas. Nos dijeron también que escogiéramos la de La Carihuela, que era la más selecta; pero vemos que en realidad todas son una sola playa, anchísima y kilométrica. Ya hemos averiguado que se acerca a los siete kilómetros. Hemos recorrido a pie todo el paseo, desde Los Alamos, que es un sitio muy tranquilo, hasta el límite con Benalmádena, pasando por La Carihuela, donde varias veces hemos degustado el famoso "pescaíto" de Torremolinos, que en Madrid lo conocen hasta los gatos. ¡Nos daba una envidia cada vez que amigos nuestros bajaban a Torremolinos…!

- ¿Os ha gustado el pueblo?
- Nos ha encantado. Es ideal para vivir, no solo para pasar las vacaciones. Tiene todo lo que a Madrid le falta. Es a la vez ciudad, playa, campo y monte. Torremolinos lo es todo. ¡Qué privilegiados son los torremolinenses!

- ¿Os vendrías a vivir a Torremolinos?
- ¡Con los ojos cerrados! Hasta te aseguraríamos que más de uno de nosotros pedirá este destino o el de Málaga cuando acabe la carrera.

Espontáneos estos jóvenes y dignos representantes del turismo de Torremolinos. Se lo llevaron todo en sus cámaras fotográficas. Torremolinos les ha dejado una huella profunda e imborrable en el corazón. Realmente, aunque ahora no vivan aquí, son gentes de Torremolinos.

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