“Esto se ha venido abajo, la alta cocina va a ser cada vez más minoritaria”, augura en una entrevista con Efe Rodríguez Rey, que regenta junto a su hermano Diego el restaurante El Bohío (Illescas, Toledo), con una estrella Michelín y desde donde cada día reinterpreta en clave contemporánea el recetario castellanomanchego.
La crisis provocará un retroceso “en cuanto a esas clases medias que se iban acercando a la alta gastronomía”, y aunque “los grandes restaurantes siempre existirán”, serán menos, considera el cocinero, “feliz y contento” por el galardón recibido tras 23 años de trayectoria.
Pero sin dormirse en los laureles: “Es un premio más que me hace estar tres minutos muy contento y al cuarto saber que hay que estar en la cocina a diario”, señala, a la vez que considera “muy bonito” haberlo recibido junto con Elena Arzak.
Rodríguez define su cocina como “bastante elemental, sencilla, aunque detrás haya toda la técnica del mundo” e intenta “no contársela al comensal ni que él tampoco tenga que andar preguntando”.
“Y siempre con una mirada a Castilla-La Mancha”, subraya este cocinero de ascendencia mitad cubana cuyo padre fotógrafo y taurómaco acompañó a Ernest Hemingway en sus correrías españolas.
Un ejemplo de su cocina sería su versión del pisto manchego, donde, explica, “no aparece el pisto por ningún lado. Pero sabe a pisto”.