Manuel Romero, quien fuera archivero del Archivo de Indias de Sevilla, nos explica la relevancia y el contenido de esta extensa colección de documentos históricos. Comienza aclarando que el nombre correcto es Archivo "General" de Indias, un proyecto que unificó archivos de Madrid, Valladolid y Cádiz, relacionados con las Indias. Este nombre se debe a que, tras el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, se pensó que se había llegado a las Indias.
El Archivo General de Indias alberga una increíble cantidad de información, con nueve kilómetros de legajos que documentan desde las dietas de la época hasta disputas entre frailes y detalles logísticos de expediciones. Uno de los elementos más fascinantes son los planos que muestran cómo se transportaban caballos a América en barco, así como registros detallados de mercancías y procedimientos para subastar propiedades de navegantes fallecidos y entregar el dinero a sus viudas. Romero destaca la precisión contable de los españoles, que aseguraban un manejo disciplinado y confiable de los recursos.
Romero señala que, al leer estos documentos, siente como si viajara al siglo XVI y XVII. El archivo le permite mantener conversaciones "atemporales" con figuras históricas como Juan de la Cruz y Cervantes. Un descubrimiento emotivo para él fue el testamento de Juan Sebastián Elcano, en el que encontró fórmulas similares a las de los testamentos actuales, reflejando la forma de hablar del navegante y el proceso de registro de sus palabras.
El ex archivero explica que el edificio del Archivo de Indias fue originalmente la sede del consulado, una confederación de comerciantes de Sevilla. Los acuerdos y contratos se realizaban en el patio de los naranjos y, en caso de lluvia, se trasladaban a la catedral.
Finalmente, Romero compara este archivo con otros de similares características en el mundo, como el archivo secreto Vaticano, el archivo del Papa, destacando la importancia de la correspondencia continua entre los obispos y el Papa para el poder de la Iglesia.
