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Demjanjuk, puesto en libertad tras ser condenado por crímenes del nazismo

El juez dictaminó su puesta en libertad en atención a los dos años transcurridos en prisión preventiva y a que no hay peligro de huida.

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  • Demjanjuk, en silla de ruedas. -
La Audiencia de Múnich condenó este jueves a cinco años de cárcel al "Trawniki" ucraniano John Demjanjuk por el asesinato de 28.060 judíos en el campo de exterminio nazi de Sobibor, tras un juicio tortuoso contra un nonagenario exponente de los límites de la justicia tardía.

Exactamente dos años después de ser entregado a Alemania por Estados Unidos, el 12 de mayo de 2009, Demjanjuk escuchó sentencia en la misma posición y actitud como ha seguido todo el juicio: sin abrir la boca, sentado en su silla de ruedas, con la cabeza cubierta con una gorra y los ojos ocultos bajo sus gafas de sol.


Tras la lectura de la sentencia, el juez Alt dictaminó su puesta en libertad, en atención a los dos años transcurridos en prisión preventiva y a que no hay peligro de huida.

La condena fue por "complicidad en el Holocausto" y por "participación en la maquinaria exterminadora nazi", según la sentencia del juez Ralph Alt.

Es decir, no se le ha atribuido responsabilidad directa en el asesinato de ninguno de los 28.060 judíos que, según la fiscalía, murieron en ese campo de la Polonia ocupada en los seis meses en que sirvió como "Trawniki", como se llamó a los guardas "voluntarios".

Demjanjuk, quien en 1988 fue condenado a la horca en Israel como supuesto "Iván el Terrible" del campo de Treblinka -pena revocada cinco años después al probarse que esa identidad correspondía a otro ucraniano-, renunció en la última vista a pronunciarse sobre los cargos, siguiendo la línea del año y medio que ha durado el juicio.

La acusación particular -en su mayoría, familiares de judíos holandeses deportados y muertos en Sobibor- aspiraba a una sentencia inculpatoria, no porque quieran ver a un nonagenario en la cárcel, según insistió la fiscalía en su alegato, sino por entender que incluso en un juicio tardío, como éste, debe impartirse justicia.

La fiscalía había solicitado seis años de cárcel, mientras que su abogado, Ulrich Busch, pedía la libre absolución, con el argumento de que su defendido no fue cómplice, sino víctima del nazismo, ya que la alternativa a convertirse en "Trawniki" era la ejecución.

Nacido en Ucrania en 1920, Demjanjuk fue capturado como soldado soviético en 1942 por los nazis y convertido en guarda de Sobibor.

A diferencia de otros campos nazis, donde se confinaba a presos para que trabajaran como esclavos, Sobibor fue concebido como lugar de exterminio, donde se asesinaba a judíos en las cámaras de gas apenas unas horas después de su llegada.

Ni la acusación particular ni la fiscalía pudieron presentar a testigos que identificaran a Demjanjuk como uno de los "Trawniki", ya que apenas hubo supervivientes, o los que había admitieron no poder reconocerlo dado el tiempo transcurrido.

Con estas limitaciones, arrancó el juicio en Múnich el 30 de noviembre de 2009, meses después de su haber sido entregado por EEUU a Alemania tras agotar su familia todos los recursos en contra.

La principal baza de la acusación fue la hoja de servicios con el número 1393, según la cual Iwan Demjanjuk -su nombre antes de emigrar a EEUU, en los 50- fue uno de los 120 "Trawniki" de Sobibor, a las órdenes de unos 60 oficiales nazis.

De acuerdo con ese documento, el procesado sirvió en Sobibor entre marzo y septiembre de 1943, año en que se desmanteló el campo, periodo en el que fueron asesinados ahí 28.060 judíos -cómputo algo mayor de los 27.900 estimados en la apertura del juicio-.

De poco sirvió el argumento de la defensa, según el cual negarse a servir como "Trawniki" equivalía a ser ejecutado. Tampoco que Busch recordara que varios de los oficiales de las SS encargados de darles órdenes fueron absueltos por la justicia alemana en 1966.

La percepción actual no es la de los años 60, argumentó la fiscalía, frente a un Busch cuya estrategia consistió en recriminar no haber impartido justicia con el mismo tesón con los nazis.

"Pretendió imponer una lógica destructiva, tal como hace (Jose) Mourinho en el fútbol, si se me permite la frivolidad. Son estilos que no suelen ayudar a ganar, ni en una Audiencia ni en una Liga", apuntaba a Efe, en un aparte del juicio cerrado este jueves, Hans-Joachim Lutz, de la acusación particular.

Mientras Busch buscó y rebuscó pruebas exculpatorias, y alargó con ello el calvario judicial para su defendido, éste optó por no prolongarlo ni una vista más, al renunciar a dar la última palabra antes de escuchar la sentencia.

El acusado ha asistido al año y medio de proceso en silla de ruedas, sin pronunciar palabra más que a través de su intérprete al ucraniano. Por imperativos médicos, su juicio se desarrolló con un máximo de dos vistas por semana -de 90 minutos cada una-.

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