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Andar por la ciudad (I)

El urbanismo de las ciudades debe hacer cumplir la normativa sobre accesibilidad en las zonas peatonales, que deben ser respetadas por ley

Publicado: 04/08/2024 ·
11:39
· Actualizado: 04/08/2024 · 11:39
Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

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Podría haber titulado este artículo como "La movilidad por la ciudad"; pero en ese caso no estaría tratando lo que realmente quiero comunicar: los problemas que nos afectan cuando andamos como peatones por las aceras. La movilidad es un concepto más amplio, porque incluye también el desplazamiento de vehículos particulares, comerciales, de viajeros o de empresas, entre otros.

Así que vamos a conocer algunos de los muchos obstáculos que encontramos cuando salimos a pie desde nuestro domicilio, que son tantos que posiblemente este artículo no dé para todos. Ampliaremos.

La ciudad posee muchos espacios para las personas, unos más favorables que otros. El urbanismo de las ciudades debe hacer cumplir la normativa sobre accesibilidad en las zonas peatonales, que deben ser respetadas por ley.

"In vigilando" o culpa en la vigilancia, es una figura que impone responsabilidad a quien incurre en esa omisión; en este caso, a aquellos que tienen la obligación de inspeccionar la vía pública para garantizar que la ciudad sea accesible para las personas. Los ciudadanos tienen el derecho de exigir que las calles sean transitables y seguras para andar con comodidad y sin sobresaltos. Sin embargo, parece que las administraciones prestan mayor atención a los vehículos de motor, para los que proyectan aparcamientos, calles asfaltadas y señalizadas, entre otros, y menos atención a los peatones.

Vamos a descubrir algunos problemas que solemos encontrar cuando andamos por las aceras y que estoy seguro que todos habréis sufrido alguna vez, especialmente aquellas personas con movilidad reducida. La acera es el medio principal que usamos en nuestros desplazamientos a pie y la falta de algunas losas o huecos entre ellas es motivo suficiente para que se produzcan caídas o se metan las ruedas de las sillas de discapacitados. Los desniveles del acerado en algunos lugares también son motivo de caídas, sobre todo en zonas donde la normativa determina perfectamente el porcentaje de desnivel y éste no se cumple. No digamos ya los pasos de peatones que siguen teniendo unos centímetros de altura o incluso bordillos, lo que hace imposible el acceso desde la calzada a la acera, cuestión totalmente ilegal porque deben estar a cota cero para que, al menos, los pueda subir una silla de ruedas. Hay que rebajar cotas.

También encontramos en las aceras postes de luz, farolas, árboles y señales de tráfico ubicados en el centro de las mismas y no precisamente en las más anchas, sino en aquellas que te obligan a bajar a la calzada porque no puedes pasar. Es imposible utilizar estas aceras con una silla de ruedas, andador o bastones. Y pasan los años y casi todo sigue igual. Hay que solucionar estos problemas.

Las ocupaciones de la vía pública con mesas y sillas son otros obstáculos que enfrentamos quienes andamos por la ciudad. ¿Quién vigila los metros cuadrados de la ocupación de vía pública (OVP) y comprueba que tienen los permisos adecuados? Hay bares y restaurantes que ocupan las aceras con mesas y sillas en exceso. En algunas ciudades se marcan unas escuadras con pintura en las esquinas y se define el espacio que deben ocupar. Cuando no se hace, la OVP está al albedrío de cada comerciante. Aquí el "in vigilando" debe hacer efecto por parte de los técnicos competentes para que se cumplan las normas.

Otra cuestión son las aceras anchas o muy estrechas. Las hay de casi cinco metros o más de anchura sin sentido, porque no hay un paso importante de peatones –excepto en los parques y calles principales–, y lo único que hacen es generar un gasto enorme en solería y mantenimiento cuando la normativa permite menos anchura de la mitad. Deberían diseñarse al mínimo ancho legal para que se pueda ganar espacio para otros servicios. En otras calles pasa lo contrario; las aceras son tan estrechas que te tienes que bajar a la calzada si te cruzas con otra persona. Y con el aparcamiento permitido junto al bordillo, se reduce todavía más el espacio, agravado por los espejos retrovisores, postes, entre otros. Hace falta previsión en el diseño para suprimir estos problemas cuando se lleven a cabo reformas de la calle afectada.

Seguimos con los problemas. Otros serían las obras. Aquellas obras que para su realización deben ocupar la acera o parte de la calzada y que están obligadas a facilitar pasillos de seguridad señalizados y seguros para las personas. Cuando no existen, te obligan a pasar por las mismas obras o por la calzada con el peligro que ello supone. También se obstaculiza la acera con materiales de obra, o se dejan vallas cortando el acceso sin información, y este es un problema grave que se ve pocas soluciones, sobre todo de noche. ¿No hay nadie que vigile esto? Habría que comprobar si estas obras tienen autorizados todos los trabajos que se realizan y si cumplen con los riesgos laborales y de seguridad para las personas cuando comienzan los trabajos.

Arquetas sueltas y hundimientos son otros de los problemas existentes, algunas de propiedad municipal, pero también de empresas suministradoras de servicios y que hay que inspeccionar para que estén en condiciones. Esto se agudiza en las calles que poseen un alumbrado público deficiente. Algunas vías están muy alumbradas y otras, si tienen dos luces, es un milagro. Las luces se funden o se averían y a veces se tardan semanas en su arreglo. Además, con la luz amarilla de algunas farolas no se ve adecuadamente desde un vehículo al peatón cuando cruza un paso de peatones.

Continuará...

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