La memoria y, sobre todo, la ausencia de ella, es algo que nos preocupa especialmente a todos, ya que el hecho de poder recordar es una cualidad característica de los seres humanos que nos permite desarrollar muchas de nuestras capacidades.
Todos sabemos que en las demencias, como en la enfermedad de Alzheimer, existe una incapacidad para recordar hechos recientes y, desafortunadamente, esa deficiencia es irreversible y progresiva. Pero existe un proceso neurológico menos conocido, llamado “amnesia global transitoria” (siglas AGT) en el que este problema de memoria es, como su propio nombre nos indica, transitorio, autolimitado en el tiempo. Los pacientes no son capaces de generar o “guardar” nuevos recuerdos en su “disco duro interno” durante un tiempo que suele oscilar entre 1 y 24 horas (de 4 a 6 horas de media). Durante el proceso, y estando plenamente conscientes, despiertos, no son capaces de recordar lo que han hecho, presenciado o vivido en los minutos anteriores, aunque sí son plenamente competentes en el uso del lenguaje, las habilidades sociales, y las visuoespaciales, aquellas que nos permiten por ejemplo calcular distancias y orientarnos para poder conducir.
Los enfermos se encuentran confundidos, y preguntan “¿Qué me pasa?, ¿Qué hago aquí?, ¿Qué he hecho? … de forma reiterada una y otra vez. Pero, al no poder evocarla nueva información que les aportamos con nuestras respuestas, volverán a formular las mismas cuestiones repetidamente.
Como es lógico la situación genera en quien lo padece, además de la lógica confusión, una sensación de angustia significativa. Por ello, es recomendable durante el proceso, que intentemos calmar y tranquilizar al paciente, y sí… tendremos que hacerlo una y otra vez, porque no recordará las palabras de consuelo y calma. Respecto a las causas, la más probable es la hipótesis que sugiere una disfunción temporal de una estructura cerebral, el hipocampo, encargado de dejar “la huella” de nuestros recuerdos.
Aunque durante décadas, se planteó que esta enfermedad podría estar relacionado con un aumento del riesgo de padecer un infarto cerebral, la ciencia no ha confirmado esta relación. Por este motivo está ya en desuso la prescripción de aspirina (nombre comercial adiro).
La población afectada suele ser mayor de 50 años, y los factores que pueden desencadenarla son el estrés y el cansancio.
Para tranquilidad de todos, y aunque es pertinente la visita médica, es un proceso benigno y limitado, que no predispone a otras enfermedades neurológicas, y del que el paciente se recupera totalmente, pero que dejará para siempre en él una “laguna amnésica” de ese tiempo que se le escapó.