El imponente Belén de Torremolinos, de veintiún metros de largo por tres de fondo, instalado en el hall del Ayuntamiento, está animado por 203 figuras humanas, 45 de ellas dotadas de movimiento autónomo. Lo completan 165 figuras de animales; 35 casas; 1 castillo; 1 portal cueva; 2 templos; 2 arcos; 1 frontispicio de templo egipcio (con su oasis de palmeras en primer término y tres pirámides al fondo); 2 fuentes; 2 saltos de agua, y 4 puentes (uno de ellos de gran espectacularidad, sobre un río con peces vivos). Entre la vegetación destacan: naranjos, palmeras, pinos, olivos, ficus e innumerables arbustos. La nota insólita y simpática la ponen 16 alegres pajarillos blancos que revolotean dentro de una cueva. Otra nota simpática es el gallo encaramado en lo alto del portal.
Detalle curioso es que las distintas escenas del colosal nacimiento se desarrollan simultáneamente de día y de noche. De noche, porque se representa en primer término el alumbramiento del niño Jesús y la proclama del ángel a los pastores, sucesos presumiblemente acaecidos de noche, dado que el evangelista Lucas escribe que los pastores se turnaban de noche para vigilar el rebaño y que al raso pernoctaban cuando se les apareció un ángel comunicándoles la buena nueva. Las escenas de día son las habituales de cualquier pueblo agrícola, pastoril y artesanal: pastores con sus rebaños de ovejas, labradores en las faenas del campo, lavanderas con su colada, panaderos, herreros, mercaderes y otros menestrales en sus cotidianas ocupaciones, niños jugando… La tradicional recogida de aceituna es una de las escenas que llama particularmente la atención, pues no suele verse en los demás belenes, sobre todo en las provincias norteñas.
Otras originalidades de nuestro realista Belén son, aparte de las escenas del nacimiento propiamente dicho y su anuncio a los pastores, las representaciones bíblicas de los acontecimientos en los distintos lugares en que se desarrollaron. Así, observamos la anunciación del ángel Gabriel a María en Nazareth, la visita a Isabel, José y María empadronándose y pidiendo posada, la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén, la matanza de los niños inocentes y la huída a Egipto.
La visita de los magos, carentes de la simbólica e indefinida estrella guiadora, pero muy destacados en el Belén municipal por tratarse de figuras en continuo movimiento que entran y salen del portal, habría que catalogarla en parte bíblica y en parte extrabíblica, ya que, aunque Mateo en su evangelio indica que unos magos o astrólogos (sin identificación de número, nombres y ostentación de realeza) visitaron al niño cuando ya no era un recién nacido, el apócrifo "Evangelio armenio de la infancia" es el que facilita los nombres de los magos, indica que eran tres y los encasilla en la categoría de reyes.
Otra escena llamativa es la de los esponsales de José y María, algo muy lógico, si bien no se relata los evangelios. Su descripción se localiza en otro apócrifo: el "Protoevangelio de Santiago". De este Protoevangelio es también la idea de que Jesús nació en una cueva, tal como representa nuestro Belén municipal. No obstante es de observar que el evangelista Lucas, al describir el nacimiento, nunca dice que Jesús naciera en un establo o cuadra, sino que se limita a anotar que María acunó al recién nacido en un pesebre. En opinión de muchos eruditos bíblicos, en la antigüedad se conocían con el nombre de pesebres a los recipientes en los que se introducía el heno para el ganado. Así que no sería extraño que Jesús realmente hubiera nacido en una cueva anexa a una de las casas de Belén, y cuya utilidad era la de recinto para guardar las bestias. Cueva pétrea o establo de madera, el continente no reviste tanta importancia como el contenido.
Con todo, el Belén municipal de Torremolinos es uno de los pocos magníficamente documentados y de los que puede decirse elogiosamente que su construcción se apega lo más literalmente posible al evangelio, más que a la tradición, por lo que apropiada y merecidamente entra en la categoría de bíblico, además de monumental.