Este martes, Vinicius Jr debía declarar por videoconferencia en el caso que investiga los supuestos insultos racistas que recibió en Mestalla en el partido entre el Valencia y el Real Madrid disputado el pasado 21 de mayo, pero sus vacaciones parecen haber sido más importantes.
Desde que el madridista parara el partido en un gesto que le honró y que debería servir como punto de partida en la búsqueda de acabar con la lacra del racismo en nuestra sociedad, todo se terminó por convertir en un circo.
Las acusaciones a Mestalla y a la afición del Valencia de racistas, movimientos en Redes Sociales en contra del club y de los seguidores valencianistas, publicación de vídeos manipulados en medios nacionales, campañas de LaLiga que calló con los supuestos insultos recibidos por Diakhaby, convertir a Vinicius en el líder de una revolución impulsada única y exclusivamente por jugar en el Real Madrid… Incluso apagar las luces del Cristo Redentor en su apoyo.
El Valencia se defendió desde el principio y, sobre todo, actuó con firmeza yendo de la mano de la Policía Nacional, identificando a los seguidores que habían proferido los gritos racistas al futbolista del Real Madrid.
El caso llegó a los tribunales cuando el juzgado número 10 de Valencia abrió una investigación y citó a los tres investigados identificados por Vinícius y por el propio club. Dos de ellos ya han declarado y el tercero lo hará en julio.
Hoy era el turno de Vinicius, pero el brasileño ha pedido un aplazamiento en su declaración que ha sido aceptado por estar fuera de España disfrutando en Miami de sus vacaciones a pesar de que podía declarar desde cualquier parte del mundo. Lo primero es lo primero.